lunes, enero 19, 2009

Castigo divino.

Debe ser algo relacionado con el daño que le hemos infligido a la atmósfera terrestre para que a los humanos nos den tantas alergias y problemas en la piel. Después de criarnos al aire libre, sin echarnos protector solar u otro tipo de cremas para proteger la piel expuesta, además de que teníamos en la casa toda clase de mascotas, durante mi niñez a ningún muchachito le daba alergia. Al que se insolaba le echaban por la noche aguardiente con maicena, el zambo chillaba, le daba fiebre y nadie podía tocarlo, pero al otro día estaba de pelea.

Llegábamos a la casa ensopados después de un aguacero, porque el juego era correr por las cunetas en contra de la corriente, meternos debajo de los chorros que bajaban de las canales de los techos, y rara vez nos daba gripa o resfriado. El polvo no nos hacía ni cosquillas, porque viajábamos en la parte de atrás de una camioneta por las carreteras destapadas, donde el polvero nos dejaba rucios y con una capa de mugre que solo salía con estropajo y piedra pómez. El perro y el gato dormían en nuestra cama, debajo de las cobijas y allí dejaban pelos y pulgas. Y ni un estornudo. Lo único que nos atacaba eran los forúnculos o nacidos, los cuales eran una delicia para mi mamá que los maduraba con calor húmedo y procedía a abrirles la “boca” con una aguja desinfectada, para destriparlos hasta sacarles la madre.

De unas décadas para acá, los muchachitos pasan sus primeros 5 años enfermos. Cada que entran a la guardería, después de un receso, se les prende una infección que los pone a moquear y a toser sin compasión. Los papás no saben qué camino coger, los pediatras cambian las recetas a ver si le pegan al problema, en el kínder tratan de separarlos para evitar el contagio, pero nada vale porque los chinos salen de una gripa para entrar en otra. Entonces toca llevarlo donde un especialista en alergias quien después de hacerle unas pruebas, recomienda que deben salir de la mascota, comprar una aspiradora especial que recoge ácaros microscópicos, le prohíbe los alimentos enlatados, yogures, salsas y demás productos catalogados como “gatillos” de la alergia. Y así pasa el tiempo hasta que el culimbo crece y se alivia, mientras el resto se pregunta si lo que tenía era gripa o rinitis.

Existen personas que no pueden visitar una ciudad húmeda, como Manizales, porque deben tener a la mano una caja de pañuelos desechables para escurrirse la nariz a cada momento. A otros les pasa lo contrario, como un amigo que viaja a Bogotá a visitar la mamá en vacaciones y se queda hasta que se jarta de sonarse las ñatas. Hay productos que se relacionan directamente con el estornudo, como la pimienta, y a casi todo el mundo le hace daño respirar el polvo que se acumula en los sitios cerrados. Lo que llaman olor a guardado.

En mi familia ha habido muchas alergias y mi madre puede dictar conferencias al respecto. Muchos años aplicándose pequeñas dosis de medicamentos para combatirlas porque le hacía daño hasta el esmalte de las uñas. Por fortuna de pequeño no heredé ese problema y solo ahora de viejo me vinieron a salir dichos achaques. Hace tiempos colegí que la lechona me producía una fuerte alergia porque después de empacarme un buen plato de ese manjar, me llenaba de ronchas, los ojos casi se cerraban por la hinchazón y la garganta empezaba a obstruirse, lo que me obligaba a tomar un medicamento para evitar la asfixia. Pues resulta que debido a que ese plato típico es muy pesado, siempre lo pasaba con un par de Alka Seltzer y esos eran los que me hacían daño. Después de estudiar el asunto, resulté alérgico a cualquier medicamento que contenga ácido acetilsalicílico.

El asunto se maneja fácil porque basta con hacer la advertencia, aunque no ha faltado el despistado que se olvida y debe pasar su buen susto, pero desde hace unos seis meses me apareció la misma alergia y con la ayuda de mi mujer no podíamos descubrir el causante. Empezamos a descartar y al final solo quedaron el frío y el trago como posible causa. Con este clima tan espantoso y un frío que cala los huesos no cabía duda de que ahí estaba el problema, hasta que me fui a un paseo al sector del kilómetro 41 y al otro día amanecí como una mazorca. Una semana después el destino fue Girardot, y todos los días la misma vaina.

Así como en semana no tomo trago, en los paseos me los empaco todos porque de lo contrario no pego el ojo: que la almohada muy alta, la cama dura, el gallo que canta, el ruido a medianoche. Además que una tertulia a palo seco no pelecha. Entonces los amigos me dicen que cuál es el inconveniente si me tomo el medicamento y la alergia pasa, y les explico que el problema está en que soy muy sensible al antiestamínico y aparte del sueño que produce, me deja todo el día como una pelota. Ahí es cuando todos hacen el chiste trillado y preguntan en coro: ¿Más?

De manera que con dolor en el alma tomé una decisión: ¡dejé el medicamento!

3 comentarios:

José María Ruiz Palacio dijo...

Creo que alguna vez hablábamos de que anteriormente la gente también se moría pero sin tanto requeñeque de enfermedades Modernas"; la gente vieja se moría de vieja o de "Repente" y los jóvenes de plomonía como algunos ahora y listo. Ahora no se sabe si es más caro morirse o enfermarse y cualquier confite de menta te "Hace daño" y te manda a la danza de la seguridad social o prepagada a girar como tiovivo de consultorio en consultorio para al final salirte con que tienes una "Alergia" no se sabe a qué carajos y no hay cura ni Cura para el asunto. Bendito mi abuelo Venancio que se murió de "Repente" después de afrijolarse media de guaro de un tirón...
Hasta pronto don Pablo.

Anónimo dijo...

Pablo:
¡Me hiciste dar un susto espantoso, porque creí que el final sería otro!
Pero esos medicamentos son todos unas porquerías, en especial cuando es contra las alergias; un día de estos, ya lo verás, saldrá un antialérgico contra la falta de alergias.
No sufrir de alergias es poco "in"; mientras más extraña, más distinción habrá en la familia: porque ser alérgico al huevo duro, maldita sea, en cualquier familia de ruanetas puede suceder eso; pero si la cosa es con caviar, vamos, la cosa mejora...
¿o no?

Jorge Iván dijo...

Vea pues como nos cambia la vida. ahora tendrás que bajar a Girardot a dormir, subir a Manizales a desayunar y escribir, pasar por Santágueda a tomarte los traguitos, ir hasta Pereira a mercar y venir a Medellín a comprar ropita. !Que viva el paseo¡