Siempre que alguien va a visitar una ciudad o región los amigos y allegados se encargan de recomendarle sitios que debe visitar, lugares interesantes, costumbres que puede desconocer y demás datos que seguro le serán de utilidad. Muy importante en estos casos la relación de negocios donde se puede comer bien, y ahí deben incluirse desde los restaurantes más encopetados hasta cualquier chuzo callejero que ofrezca viandas típicas o exóticas. Y es que usted llega a un sitio nuevo y le da miedo ensayar, porque si le encuentra cualquier reparo después de que haya consumido ya no hay nada qué hacer. Pocas cosas producen más rabia y desazón que pagar un mundo de plata en un restaurante y que la comida resulte maluca y desabrida, el servicio deficiente y en general que los comensales queden insatisfechos.
En esta temporada de ferias es común que muchos manizaleños alquilen o presten su casa o apartamento, porque prefieren salir de viaje para evitar la pelotera que se vive en la ciudad por estos días. Mientras tanto para los que llegan es muy cómodo disponer de una vivienda para ellos solos, porque si los anfitriones siguen en la casa no dejan de sentirse incómodos por estar de visita. Siempre es jarto eso de tener que madrugar a bañarse y vestirse porque le da pena que lo vean en pijama a medio día, y que a toda hora les pregunten si están amañados, qué piensan hacer hoy, cómo estuvo la rumba de la noche anterior y demás conversaciones postizas y acomodadas.
De manera que lo mejor es dejarles una buena empleada del servicio que les prepare desayuno y arregle la casa, ya que en ferias todas se van a medio día porque seguro tienen abono para asistir a corridas. Los anfitriones deben dejar además, en un lugar visible, una lista de teléfonos donde les puedan resolver cualquier necesidad con el servicio de domicilio. Una tienda o supermercado cercano para pedir lo del diario; un par de droguerías; el número donde puedan solicitar el servicio de taxi; y la mayor cantidad de sitios aptos para calmar un antojo, desde una bandeja paisa hasta unas empanaditas típicas. Y es que el ser humano es antojado de por sí, pero cuando anda de paseo y si amanece enguayabado, se convierte en el ser más perezoso, irresponsable y ocioso que pueda encontrarse.
Durante esta semana de rumba los restaurantes no dan abasto y por ello es mejor reservar con tiempo para asegurar el almuerzo, ya que son muchos los comensales que empiezan la fiesta desde el medio día para llegar copetones a la plaza de toros. Seguro que en el lugar le van a ofrecer que allí mismo le llenan la bota con su licor o preparado preferido, lo que puede salir un poco más costoso pero sin duda es cómodo y práctico. Para la hora del remate hay muchas opciones y en los mismos restaurantes contratan grupos musicales y shows especiales para mantener cautiva a la clientela.
Claro que el bolsillo se resiente con ese ritmo todos los días, y más si el visitante está acompañado de toda la familia, por lo que debe buscar opciones más económicas. Además, para cuando por algún motivo se anda corto de tiempo es mucho más ágil y práctico comer algo en un mecatiadero, y en ese campo sí que existe una variada oferta de viandas para todos los gustos. Es claro que las señoras se apuntan a venir a la feria, pero con la condición que la comida sea comprada porque si es a mantequiar y hacer oficio, mejor se quedan en la casa donde al menos dominan el terreno; nada más complicado que desempeñarse en una cocina extraña, porque se demora media hora para encontrar una cacerola. Preparar un desayuno se convierte en toda una odisea, sin contar la fuerza que se hace para que los mocosos no quiebren la vajilla o que algún borracho llegue a media noche a preparar huevos pericos y raye una sartén anti adherente. Porque no es sino que las cosas sean ajenas para que se dañen con mirarlas.
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Asombrados quedamos los manizaleños hace unas semanas cuando descubrieron una generosa cantidad de esculturas a lo largo de la Avenida Santander y el sector del cable. Y a quienes nos visitaron en estas festividades también les tocó inaugurar la muestra artística. Es lógico que este tipo de ejercicios cree polémica entre la ciudadanía, pero definitivamente el arte existe para eso: para que le guste a unos y a los otros les parezca horroroso. No faltará el sangriliviano que asegura que ni le va ni le viene. Por ejemplo a mí me parecen espectaculares. Tienen colorido, movimiento, armonía. Adornan la ciudad y le dan un aspecto cosmopolita.
Como todos los artistas el maestro Vallejo estará enseñado a recibir críticas por su trabajo, pero lo menos que esperamos todos es que sean críticas inteligentes, con sentido, sin que sea por sacarle pero a todo. Como el caso de un lector que escribe al periódico para comentar que dónde se ha visto un perro, un chivo, un caballo o un buey con esos colorines. Yo le recomiendo que conozca el arte cubista de Picasso y me diga dónde ha visto mamarrachos parecidos. ¡Y vaya cómprelos pues!
1 comentario:
Habrá que decirle al lector que se de una pasadita por Medellín para que mire las coloridas pirámides de la avenida Oriental. Eso si, no dan intereses, pero si mucho de que hablar.
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