La aparición de panfletos donde anuncian una limpieza social, enfocada a jíbaros, prostitutas, pandilleros, habitantes de la calle, atracadores, viciosos y demás personajes de dudosa reputación, ha creado paranoia en muchos sectores del país donde habitan esta clase de personas. Las gentes de bien que pertenecen a los estratos sociales más bajos se preocupan con toda razón, porque basta con que sus hijos se paren en una esquina a recochar y mamar gallo, para que sean confundidos con delincuentes y los asesinen. Ilusos quienes opinan que es una buena medida porque dichos ciudadanos representan una plaga social, porque si cada uno aplica la ley por su cuenta caemos en la anarquía y el caos total.
Estas noticias son verdaderas bombas en el primer mundo y por ejemplo los escandinavos se escandalizan con toda razón ante semejantes despropósitos; claro que muchos desconocen nuestra realidad y hasta se atreven a apoyar la insurgencia armada. Miembros de una ONG danesa convocaron reunión urgente al conocer el caso de los panfletos y resolvieron mandar una persona a investigar. Habría sido más práctico y económico encargar el trabajo a un colombiano, pero prefirieron no delegar por existir la posibilidad que un nativo vea el asunto normal y rutinario. De manera que después de mucho escoger, encargaron a un periodista que aseguró dominar el castellano mejor que cualquier hispano parlante. No más llegar, el vikingo definió sus objetivos y procedió con las entrevistas.
El primero fue un reciclador mugroso, peludo, con barba y la ropa vuelta hilachas, que cargaba un costal lleno de cartones y botellas. Vea míster, dijo el indigente, yo soy buena gente y camellador, pero la sociedá lo mira a uno como rata de alcantarilla. Nos llaman ñeros y desechables, y todos se cambian de acera cuando nos ven venir. Que toca chupar pegante o meternos un zurungo para soportar el hambre y el frío tan verraco que hace de noche en la calle, no se lo niego, pero a nadies le hacemos daño. Al menos mi persona. Yo soy estudiao y tengo familia, pero me echaron de la casa por el problema del vicio. Ahora nos toca escondernos en ruinas y cambuches para que no nos den balín a media noche, porque a unas gonorsobias les dio quisque por funigarnos como a cucarachas.
Una ama de casa habitante de un barrio popular también opinó. Eavemaría don, déntrese no más que nunca había tenido una visita tan distinguida. Aguarde le traigo un cafecito pa´ que pregunte lo que quiera. ¡Elizabeeee!, gritó por una ventana, mine pa´ que distinga a esta lámina de hombre. Es la muchacha mayor, comentó, que se la pasa revolotiando en la calle en vez de ayudame con los destinos. ¿Cómo dice?, ¡huy!, mi querido, eso de los tales panfletos nos tiene en capilla. Con decile que apenitas oscurece todo mundo pa´ la casa y en la calle no vuela una mosca. A mis muchachos los mantengo altos del piso porque son muy alborotaos y solo dentran a tragar y hacer desorden. Hay que ver la pensión que me agarra cuando alguno no amanece en la casa; claro que ellos acostumbran trasnochar por ahí con mujeres, pero con esta situación una nunca está tranquila.
El siguiente entrevistado fue un conductor de buseta, cuando el forastero decidió utilizar ese medio de transporte para conectarse con el pueblo. Le voy a decir tanto como esto, respondió el tipo, yo trasnocho este carro tres veces a la semana y el ambiente anda como pesao. Sobre todo tardecito cuando ya los pasajeros son poquitos, tiene que estar uno abeja si le pone la mano una pinta con cara de yo no fui, pero que resulta ser una chucha. Esos pirobos también se esconden en los quicios y cuando uno pasa despacio, tratan de encaramarse al carro para desplumalo; y rece pa´ que no le rompan el cuero. Entonces hay que estar pilas pa´ asentale la chancleta y dejalos mamando.
Por último pasó al tablero un “drug dealer”, como dicen en inglés. ¡Oigan a este!, responde el sujeto con ese tonito particular que los caracteriza, quisque jíbaro. Usté de dónde sacó ese terminacho; le recuerdo que nosotros somos minoristas. Mire le esplico cómo es la vuelta, pero eso sí, come callao porque me levantan. Resulta de que el dueño de la mercancha es un duro que nadies conoce, y tiene un sacamicas que aparece a cierta hora y nos surte el bisnes. Le cuento pues que esa merca se vende más que´l chance y con decile que hasta el monaguillo se da en la cabeza; y si viera unas cuchas veteranas soplando como cualesquier vicioso. ¿Qué me consiga una coloca?, no me haga reír hombre que aquí no hay camello es pa´ nadies. O propóngame un negocio pa´ conseguir billullo, porque yo tengo obligación; pago arrendo, respondo por la jermu, dos pelaos y además veo por la cucha.
A estas alturas el investigador tiró la toalla y solicitó ayuda a sus jefes para descifrar el material recopilado. El mensaje electrónico que envió decía textualmente: Yo no sigue con este joda. Consigan traductor para desenredar barullo porque la verdad yo no entiende ni mierda. Esta gente habla otra idioma muy distinta al que aprendí en academia. Como dicen por aquí, ¡pailas!
pmejiama1@une.net.co
2 comentarios:
Jajajajaja. celente coluna parce.
Este pirobito se fajó... me identifico sobre manera con ese tipo de ¨hablao¨
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