lunes, julio 13, 2009

Nos tienen fregados.

Ana Mercedes Gómez Martínez, importante dama antioqueña directora del periódico El Colombiano, dice que ella no acostumbra aprovechar su posición para hacer denuncias particulares, pero que el caso sucedido en la embajada de España, donde la trataron como a un paria y le pusieron todas las trabas posibles, la obligó a compartir con los lectores una experiencia digna de olvidar. Si a una persona influyente como ella la tratan de esa manera, qué puede esperar el ciudadano del común. Opino que quienes tenemos la oportunidad de divulgar estos casos debemos hacerlo, porque es la mejor forma de denunciar anomalías que perjudican a los ciudadanos.

He sufrido en carne propia los atropellos que comete la empresa de comunicaciones UNE, cuando procede de mala fe con tal de mantener a los clientes cautivos. Mientras existió EMTELSA siempre recibí una atención adecuada y un trato justo, contrario a lo que sucede con los nuevos dueños que solo piensan en exprimir al usuario. Después de que se ganaron la animadversión de la ciudadanía por la forma como descabezaron a muchos trabajadores, empleos manizaleños que nunca recuperaremos al menos mientras la empresa siga en esas manos, todos supusimos que se querrían reivindicar con políticas y tarifas beneficiosas. Moriremos engañados, porque cada vez nos abrochan con mayor sevicia.

Cómo es posible que un cliente nuevo deba pagar $113.680 por el mismo combo que tengo en la actualidad, mientras que yo, que siempre he utilizado los servicios de esa empresa, antes y después del cambio de dueño, que nunca me he pasado un solo día para cancelar la factura mensual y modestia aparte me considero un excelente usuario, deba cancelar algo más de $143.000 por idéntico servicio. Ante la imposibilidad de las empleadas que contestan en la línea de atención al cliente de solucionar mi petición, ahora que cambiamos de domicilio, les digo que simplemente cancelo el actual y hago un nuevo contrato, con la tarifa reducida que reciben como premio quienes son engrampados por primera vez.

Ahí me dice la muchacha que entonces me clavan una multa de casi $200.000 por retirarme antes de que se cumpla el año al que me comprometí cuando hicimos el contrato, por lo que de inmediato reviro pues estaba seguro de que ya había pasado mucho más tiempo. Pues resulta que en septiembre del año pasado me llaman de UNE para ofrecerme la duplicación de la velocidad de la banda ancha por la módica suma de $3.000 mensuales, a lo que accedí de inmediato porque me pareció una ganga. Se repite la parafernalia de grabar el contrato, para lo que hay que aportar algunos datos, pero la verdad no le paré bolas a las condiciones que expuso quien llamó y nunca se me pasó por la cabeza que se trataba de un anzuelo para dejarme, como a los bueyes, agarrado de la ternilla. Y no me perdono el hecho de haberme dejado meter semejante golazo; por pendejo y por confiado.

Las empresas de telefonía fija andan desesperadas porque sin duda son una especie en extinción, ya que mucha gente ha renunciado a ese tipo de línea porque cada miembro de la familia tiene su número de telefonía móvil. Es el problema cuando uno es de la pucha vieja y no logra acostumbrarse a hablar por esos aparatejos, porque no me puedo concentrar cuando la señal es entrecortada o débil; además mi hijo se burla porque definitivamente, si no es con un audífono en la oreja, no puedo comunicarme por celular. Por lo tanto me toca depender de quien presta el servicio del teléfono fijo, aunque ahora espero estar más pendiente cuando me quieran meter el dedo. Con razón estas empresas ofrecen ahora una gran variedad de productos, que incluyen hasta servicio de plomero o electricista.

Cuando hablé con la primera muchacha para tantear el asunto, y ante su negativa a atender mi solicitud de rebaja de tarifa, le dije que me obligaban a optar por otra empresa que me diera un trato más justo. Ella respondió que nadie tenía la calidad de servicio que ellos ofrecen y que para la muestra, ahora regalan a la clientela la trasmisión los sábados en la noche de una película colombiana. Por no estar en sintonía con semejantes promociones, a lo mejor me perdí la repetición de El taxista millonario, con el gordo Benjumea, o El niño y el Papa, con esa actriz digna de un premio oscar: Claudia de Colombia.

Después de mucho discutir con esas muchachas, que por cierto se percibe que están de acuerdo con el usuario por sus silencios y risas cómplices, lo único que conseguí fue una chichigua de rebaja. Me enteré entonces de que el jefe de servicio al cliente fue compañero de trabajo de mi mujer durante muchos años, además de buenos amigos, y quise llamarlo para sentar mi voz de protesta por las absurdas políticas que sigue esa empresa. Después de llamar muchas veces a su secretaria, al conmutador de la empresa y a un teléfono directo, no fue posible hablar con el directivo. Si el tipo no pasa al teléfono, cómo será si uno va a su oficina; ahí manece y no lo prueba. Es más fácil enjabonar a Jennifer López o conseguir una audiencia con el Papa, no les digo más.
pmejiama1@une.net.co

1 comentario:

José María Ruiz Palacio dijo...

Y lo malo don Pablo es que como decía mi abuela; apelación a los infiernos.
Trate de cambiar de operador para que sufra las verdes y las maduras, porque como son operadores extranjeros,no tienen Dios ni ley. Aquí también presta servicio la tal TELMEX... Malísima, si no perversa.
Le recomiendo lo que me recomendó un amigo: Manéjese bien pa`que lo capen diúltimo...