Entre los tantos terminachos que se han puesto de moda hay uno bien valedero: la aldea global. Con los avances en las comunicaciones el concepto de remoto o lejano dejó de existir, porque una conexión por ejemplo vía Skype funciona igual entre dos personas que viven en la misma ciudad, que si están en diferentes países. Antes, si alguien se radicaba en Australia podía hablar con sus familiares en muy contadas ocasiones, y a los gritos; las cartas demoraban varias semanas en llegar a su destino y pensar en venir de visita era algo utópico. Ahora basta con ponerse de acuerdo con el horario de la comunicación y el emigrante puede mostrarles su motilado o la habitación donde se encuentra. Ver a la persona, además de hablar con ella, hace que sintamos que la tenemos al lado. Además, dicha conexión permite que tres o cuatro personas que están en diferentes continentes puedan comunicarse, y verse, al mismo tiempo. ¡Y gratis!
Otra cosa es que los jóvenes viajan con una facilidad pasmosa y cuando visitan otras latitudes, encuentran en las distintas ciudades amigos, conocidos o referidos de alguien más, quienes los reciben en sus casas mientras se instalan; y si van de paseo les dan posada con todo el gusto. En nuestra época unos pocos iban a estudiar a Medellín o Bogotá, pero aprovechaban hasta los fines de semana para venir a la casa, y no veían la hora de terminar la carrera para radicarse en su tierra. En cambio ahora la desbandada es total y el que no tiene recursos para estudiar por fuera, apenas recibe su título profesional pone pies en polvorosa. Y por medio de internet levantan becas, intercambios, pos grados y demás capacitaciones. Mientras que para nosotros era todo un paseo visitar la Feria Internacional de Bogotá, ellos van a Nueva York o Madrid con suma facilidad.
Yo me babeo al ver en la televisión el canal de viajes y la forma tan fácil y barata como se puede conocer mundo. Antes de arrancar, el viajero busca por internet todas las opciones de transporte y alojamiento, donde encuentra promociones, rebajas y paquetes turísticos, y de una vez puede reservar y pagar con una tarjeta de crédito. Con las aerolíneas de bajo costo y la proliferación de hostales, ahora las tarifas son mucho más asequibles. Desde la comodidad de su casa consulta precios, horarios, rutas y programas, y de una vez asegura su vuelo en cualquier ciudad remota, mira cómo sale del aeropuerto en el metro, en bus o tranvía, y separa la cama en el hostal donde piensa pernoctar. El destino puede ser en Ushuaia, Singapur, Minsk, Pretoria, Pekín o Villa de Leiva, y con una computadora gestiona todo el viaje.
La modalidad de hostal facilita las cosas al viajero porque mientras en Europa pagar por una habitación de hotel es muy costoso, sólo para dormir y sin tomarse un tinto, en el hostal una cama cuesta 16 euros la noche; eso sí, debe compartir habitación con otras personas. Si prefiere privacidad la tarifa puede subir a 30 euros. En Norteamérica las tarifas están entre 10 y 30 dólares; y en Suramérica cuesta un poco menos. Algunos ofrecen desayuno incluido y para las otras comidas, tienen una cocina bien aperada para que cada huésped prepare sus alimentos; en bolsas marcadas se guardan las compras en la nevera o en la despensa. Entre la comunidad de mochileros existe mucha camaradería y es común que se intercambien condimentos, ingredientes y recetas. Además, quienes siguen su camino dejan sobrantes de salsas, productos no perecederos, aliños, etc., lo que hace mucho más sencilla la preparación de cualquier plato.
El huésped recibe una toalla y si quiere puede pagar extra para tener un compartimiento seguro dónde guardar sus pertenencias, utilizar internet, llamadas telefónicas y otros servicios. Un hostal debe tener un salón con diferentes juegos y pasatiempos (pimpón, billar, dominó, parqués) y un espacio al aire libre (terraza, balcón, patio interior). Los hostales no se clasifican por estrellas, sino que los huéspedes mismos se encargan de calificarlos en cuanto a servicio, limpieza, ubicación, entretenimientos y seguridad, y ese porcentaje aparece en las páginas web donde ofrecen el servicio. Por cierto, la ubicación tiene mucho que ver con que quede cercano a la zona rosa, donde haya rumba asegurada y restaurantes asequibles.
Los mochileros generan divisas en todo el planeta y los hostales se encargan de ofrecerles planes turísticos, aunque ellos por lo general prefieren las excursiones ecológicas y de aventura; muchos jóvenes recorren mundo y consiguen recursos al trabajar en los mismos hostales donde se alojan. En Manizales no era común ver este tipo de establecimientos y en la actualidad hay buena oferta, y por ejemplo existe uno localizado en una hacienda tradicional a 20 minutos del centro de la ciudad, donde ofrecen al visitante un recorrido por la cultura cafetera desde que se siembra la semilla hasta que le brindan una taza del mejor café, tostado y molido en presencia del turista (http://haciendavenecia.com/hostal.html).
Mi hijo es mochilero y confiesa que lo único incómodo es cuando le ha tocado compartir habitación por ejemplo con europeos, que son tan esquivos al baño diario; por fortuna el cansancio acumulado permite conciliar el sueño a pesar de la “güelentina” a chucha y a pecueca. ¡Fo!
pmejiama1@une.net.co
2 comentarios:
Me gusta :)
Que viva la tecnología, porque gracias a ella nos hemos "patiado" los seis meses que lleva de embarazo nuestra hija Lina, quien vive en Nasvhille.
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