El ser humano va a terminar su existencia ahogado por las basuras. Con la aparición de los artículos desechables ha aumentado de manera considerable el volumen de basura que se recopila en cualquier hogar; y lo más grave es que todos esos productos están fabricados con elementos altamente contaminantes, los cuales necesitan mucho tiempo para que sean absorbidos de nuevo por el planeta. Los plásticos, el icopor, los envases de polietileno tereftalato (PET), los de aluminio, lo llamados tetrapack y los de vidrio, baterías de todo tipo, aparatos electrónicos y muchos ejemplos más, necesitan cientos de años para descomponerse en un proceso natural biológico.
Lo triste del asunto es que basta con que la gente tome conciencia de la cultura del reciclaje, para que todos esos materiales nocivos para el ambiente presten el mismo servicio en varias oportunidades, sin tener que acumularse en los botaderos. Si al momento de tirar una lata de cerveza, una caja de leche, las bolsas de plástico donde nos empaca la compra o los platos de icopor, le damos a esos desechos el trato correspondiente, pueden llegar de nuevo al sitio indicado donde los aprovechan como materia prima. El proceso empieza en los hogares, oficinas, establecimientos comerciales y en todo lugar donde se generen desechos, que debe tener disponibles varios recipientes para recolectar en ellos los diferentes tipos de basura.
De verdad me aterro cuando veo a alguien tirar basura a la calle y se me va la lengua para decirle que se le cayó algo, que lo recoja, pero en esta sociedad actual se arriesga uno a toparse con el lava perros de cualquier mafioso y el guache es capaz de meterle un balazo por sapo y por metido. Se me salta la piedra cuando en el carro que va adelante avientan latas o los talegos del mecato por las ventanillas, y ni hablar de la desazón que produce ver a un gamín que escarba en las bolsas de basura y deja todo su contenido regado en la calle. Aplaudo la iniciativa de la administración municipal al implantar el Comparendo ambiental, aunque me parece difícil aplicar multas a un habitante de la calle que ni siquiera tiene zapatos.
Ojalá copiaran la idea en la isla de San Andrés, donde la basura se amontona en las calles sin parecer importarle a nadie. En el recorrido que da la vuelta a la isla, en el costado occidental, da tristeza ver las orillas de la carretera cubiertos con todo tipo de basuras; además de la cantidad de edificaciones en ruinas, antejardines cubiertos por la maleza y un abandono que no se justifica en semejante paraíso tropical.
Todos nos cogemos la cabeza ante la arremetida del invierno, pero no logramos columbrar que es debido a que el planeta nos la está cobrando. Tanta cantaleta de los ambientalistas que insistieron hasta el cansancio en el problema que se nos venía encima, pero pensamos que eso era para después, que seguro no nos tocaría a nosotros. Y adelantamos campañas, nos damos golpes de pecho y aceptamos que debemos defender bosques, fuentes de agua, páramos, fauna y flora, y todo lo que tenga que ver con al medio ambiente, pero el impulso nos dura poco. Sí, tenemos que hacerlo, pero empezamos mañana o la semana entrante o el año que viene.
Cuántos de nosotros, por ejemplo, tenemos una bolsa reutilizable para cargar la compra en el supermercado. Porque hay que ver la cantidad de talegas plásticas que utilizan los muchachos encargados de empacar; dos cebollas en una, tres tomates en otra y la lechuga aparte, y así todos los productos empacados por separado. Luego reúne varias talegas en otra más grande y cuando son frascos o productos pesados, refuerza el empaque al ponerlo doble. El resultado es que al desempacar el mercado en la casa resulta una verdadera montaña de plásticos.
Quedé impactado al ver, en un documental de televisión, una isla flotante de basura que se formó entre la costa oeste de Norteamérica y Hawái. En ese lugar convergen varias corrientes marinas y por ello los desechos contaminantes se acumulan y parecen atrapados en un inmenso remolino. La isla de basura tiene el tamaño de la península ibérica, además de que son aterradoras las cifras que calculan los biólogos marinos de las miles de especies que mueren al año por consumir plásticos y demás residuos.
Y aunque somos conscientes de que los combustibles fósiles son un atentado contra el ambiente, dependemos de ellos sin importar que ya existan diferentes opciones de energía. Cómo podemos ser tan estúpidos los seres humanos, que permitimos que unos pocos se lucren de un negocio que tiene al planeta enloquecido y a punto de colapsar.
No les alcanzará el tiempo a quienes habiten este tierrero en el futuro para maldecirnos, y con toda la razón. Porque les cortamos la posibilidad de disfrutar del agua, de las montañas, los árboles y los animales. Cuando los polos se derritan, el aire sea irrespirable, los rayos del sol nocivos y el océano un muladar, nos recordarán la mama a diario. Es inaudito que no sea suficiente que sepamos que quienes sufrirán las consecuencias serán nuestros descendientes.
Me temo que el nombre de medio ambiente se debe a que ya nos gastamos la otra mitad.
pamear@telmex.net.co
3 comentarios:
Excelente tema Pablo. Al respecto te informo que por acá en Medellín, el Municipio implantó un programa de reciclaje que viene funcionando hace unos 5 años, con resultados muy positivos. en todas las copropiedades, empresas, centros comerciales, etc, se implantó este sistema otorgando rebaja en la tasa de aseo. asi mismo la ciudad cuenta con una red de recicladores que fueron asociados, lo que permitió dar empleo e igresos a muchas familias. Ahí vamos
Lo más triste es pensar que el basurero producido por la humanidad es tal, que los países del primer mundo para no botar la basura en sus tierras, prefieren mandarla para los tercermundistas que por dinero aceptan semejante desfachatez. A la India la cogieron como basurero de PET y a un país de Africa como basurero de E-Waste. Esto debería dar pena de muerte, lo mínimo que uno puede hacer por respeto es vivir sobre su propia basura (Donde eso sucediera los habitantes de USA no tendrían dónde permanecer).
Todos tenemos en algun grado la culpa de la contaminación ambiental. Lo cierto es que cuando la naturaleza se "desquite", no tendrá en cuenta ese grado de culpa y nos castigará por igual.
Día a día, cuando veo las quemas de los cultivos de la caña de azucar, me pregunto si los dueños del negocio tienen claro que sus descendientes igualmente necesitarán del planeta para vivir.
Colaboremos: independientemente de quien es el negocio del reciclaje de basura, seleccionémosla desde la casa. Entre otras cosas no arrojemos las baterías a la basura, Hay sitios destinados para ello.
Su escrito me deja mas que preocupado.
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