martes, febrero 15, 2011

Es sólo una utopía.

En 1314 murió el Papa Clemente V y a partir de entonces el Trono de San Pedro entró en un interregno de 2 años, porque en un cónclave reunido en la ciudad de Carpentras los cardenales no llegaron a un acuerdo debido a que estaban divididos en italianos, gascones y franceses, y cada grupo quería imponer su candidato. El rey Felipe V de Francia estaba interesado en que el nuevo Papa fuera oriundo de su país, por lo que después de maniobras diplomáticas logró reunir a los 23 cardenales existentes en Lyon para dar comienzo al cónclave que elegiría al nuevo jerarca católico.

La idea del rey galo era mantener la sede del papado en Aviñón y que el escogido sirviera más a sus intereses que a los de la iglesia, por lo que debió hacer uso de todo su ingenio para que esta vez no sucediera lo mismo de la última convocatoria: que los purpurados no encontraran un candidato que copara las expectativas de todos los asistentes. Debido a intrigas políticas reinaba un verdadero caos entre los cardenales convocados y todos buscaban la forma de dilatar el proceso, por lo que el rey Felipe debió tomar medidas extremas que aseguraran el éxito de la convocatoria.

El lugar de reunión era un antiguo monasterio y cuando todos los prelados estaban allí alojados, en compañía de secretarios, sirvientes, pajes, amanuenses y demás personas a su servicio, ordenó levantar tapias en todas las salidas del edificio e informó a los interesados que nadie abandonaría el lugar hasta tanto no hubieran nombrado al sucesor de Clemente V. Para efecto de proveerlos de comida, bebida y demás artículos de primera necesidad dejaron unas troneras por dónde ingresar los productos, y la razón del rey fue que más les valía ponerse de acuerdo si no querían pasar allí mucho tiempo.

El cardenal francés Jacques Duèze estaba amangualado con su majestad para poner en práctica una estrategia que al final surtió el efecto esperado. En ese tiempo el religioso tenía 67 años, edad muy avanzada para la época, y desde los primeros días del encierro empezó a mostrar signos de debilidad que hacían suponer que no duraría mucho después de la penosa experiencia. El rápido deterioro del purpurado francés no pasó inadvertido para sus colegas, por lo que muy pronto empezaron a planear una maniobra que al menos los sacaría de allí lo más pronto posible: elegían al viejo Jacques, el cual suponían iba a durar muy poco en su cargo, y después buscarían la forma de dilatar el proceso del nombramiento del próximo sucesor.

Fue así como se dio su consagración, el 5 de septiembre de 1316, donde tomó el nombre de Juan XXII y procedió a ejercer el papado en Aviñón, para satisfacción de su padrino el rey. Con lo que no contaban sus compañeros fue que muy pronto recuperó la salud y ejerció su pontificado durante 18 años, hasta su muerte en 1334. La marrullería no es un invento de ahora.

Al recordar este suceso histórico me viene a la cabeza una idea, que aunque utópica, no deja de gustarme. Con este asunto del aeropuerto de Palestina, que cada día se torna más enredado, deberíamos convocar a una reunión urgente a todos aquellos que de una u otra manera tienen velas en ese entierro: los alcaldes y ministros que correspondan, el gobernador, el gerente actual y los anteriores, los españoles, director de Aerocivil, ingenieros y profesionales que hayan intervenido en la obra, dirigentes cívicos y gremiales, críticos y defensores del proyecto, etc.

Después de que los tengamos a todos reunidos en un auditorio les aplicamos la misma medicina del rey Felipe V, con la advertencia que puede presentarse cualquier situación urgente en el exterior, pero de allí nadie sale hasta que nos digan a los ciudadanos cuál es la realidad del aeropuerto, cómo van a conseguir los recursos, cuándo va a aterrizar el primer avión, quién tiene la razón en las diferentes acusaciones que se hacen a diario, por qué los españoles nos siguen dando caramelo con el aporte que prometieron hace tantos años, qué esperan para iniciar las vías que conducen al lugar, cómo se prepara la zona para el cambio que viene… mejor dicho, preguntas es lo que hay.

Pero que no crean que con promesas y compromisos van a conseguir su libertad. Nada de eso. Quien se comprometa con partidas que entregue los cheques posfechados, los permisos correspondientes deben quedar listos, la duda de si los terraplenes están bien o mal hechos debe quedar aclarada, los contratos a futuro adjudicados y firmados, todas las decisiones tomadas, y cualquier asunto que ataña al tema, finiquitado y avalado por quien corresponda.

Si pasan los días y no hay resultados positivos, que les prohíban facebook, el correo electrónico, el Ipod, teléfono celular y demás juguetes electrónicos. Y para que se apuren, a toda hora verán en pantallas gigantes espectáculos como conciertos de Gali Galeano, conferencias del padre Gallo, maratón de chistes de Ordoñez, Laura en América, La tigresa del oriente (peruana, véanla en Youtube), la novela de Marbel o el comercial de Ricostilla. Y no sobra advertirles: quien vuelva a decir que el aeropuerto estará listo a finales de este año, o el próximo, que le corten la lengua por embustero.
pamear@telmex.net.co

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