jueves, septiembre 08, 2011

Cuentos de escuincles.

Los mejicanos le dicen a los muchachitos, en lenguaje coloquial y de manera despectiva, escuincles; así como nosotros los llamamos mocosos, zambos, culicagaos, vejigos o caguetas. La palabra escuincle, o escuintle, viene del náhuatl y quiere decir perro sin pelo. Aunque hablemos el mismo idioma en cada país existen modismos y palabras para nombrar ciertas cosas, las cuales son desconocidas para el resto de hispanohablantes. Por ello recomiendan antes de viajar a otro país enterarse de ciertos vocablos, que aunque aquí son aceptados y de uso común, en otra parte se refieren a algo que no debe nombrarse en público. Que no diga buseta en Brasil, que no pregunte en Argentina cómo coger un bus, en España joder tiene un significado muy diferente al que nosotros conocemos o como una amiga que le dijo a un mesero en Buenos Aires que ella era muy conchuda. Esta introducción para decir que hoy vengo con cuentos de escuincles.

Siempre que oigo a un niño pequeño pronunciar una palabra cuyo uso no es común en los menores, me pregunto cuándo la aprendió, dónde la oyó, quién le explicó su significado y cómo utilizarla; es un misterio para mí la forma como los infantes enriquecen su léxico, hasta llegar a expresarse de una manera aceptable. Pero más bonito todavía es oírlos en un principio utilizarlas de forma equivocada, o cuando la confunden con otra parecida.

Una entretención común de quienes tenemos un hijo varón, es aprovechar cuando está pequeño para convertir la cama del matrimonio en un ring de boxeo, donde además se practica guerra de almohadas, lucha libre y todo tipo de artes marciales. La mamá insiste en que se van a aporrear, que el niño terminará llorando, que dejen la brusquedad, pero hasta que no se cumple el pronóstico de la mujer la patanería no termina. Mi sobrino Santiago tendría dos años y con su papá acostumbraban este tipo de juego, y en cierta oportunidad el niño ya estaba sin camisa, sudoroso y colorado por la intensidad de la lucha, pero se impuso la fuerza del adulto y el mocoso terminó trincado contra la lona por una poderosa llave inglesa, mientras el ganador decía: ¡Así te quería ver, canalla! Ahí lo que sigue es dejar al muchachito dominar al contrario y cuando ésto sucedió, el pequeño guerrero procedió a repetir la frase triunfal: ¡Así te quería ver, “camella”!

Años después Santi cursaba la primaria y mandaron una nota del colegio donde recomendaban empacarle al niño merienda en la lonchera, porque los iban a llevar a unos retiros espirituales en una finca que tiene la institución en la zona cafetera. El muchachito estaba muy excitado desde la noche anterior porque el programa era novedoso para él y en el momento que llegaron a recogerlo en la mañana, la mamá quiso que se devolviera de la puerta dizque porque lo quería bendecir. Entonces el zambo alcanzó a gritar desde la salida, antes de tirar el portón:
-No mamá, tranquila que allá nos van a “bendigar” todo el día.

Pipe Gómez es un niño que nació con estrella; gracias a su carisma se hace querer de todos y además de inteligente, es despierto, amable y de un humor genial. Cuando era apenas algo más que un bebé estrenaron casa y cierto día al llegar el papá, le tenían la queja que Felipe había rayado todas las paredes de la habitación. De inmediato se presentó en el cuarto del muchachito y al ver semejante desastre, mientras trinaba de la ira, lo conminó a que le dijera inmediatamente con qué había manchado todo eso. El culicagao lo mira con malicia, levanta un dedito y responde:
-Papá, te voy a dar una pista.

Resulta que el papá de Pipe es ortodoncista y en su profesión debe fabricar con mucha frecuencia esos aparatos odontológicos que ayudan a mantener los dientes en su lugar; lo que la gente llama un paladar. Como el mocoso siempre ha sido buen negociante, cuando tenía siete años llegó un día del colegio con tres mil pesos en el bolsillo. La mamá se alarmó porque el niño todavía no manejaba dinero y lo obligó a confesar de dónde había sacado la plata. La respuesta fue clara y concisa:
-Mami, resulta que en el colegio muchos niños botan el paladar a la hora del almuerzo y como mi papá hace de éso… Por cierto, voy a llamarlo porque tengo vendidos tres para mañana.

Unos amigos odontólogos se fueron hace varios años a visitar a un colega que vive en los Estados Unidos; un paseo espectacular, con rumba incluida todas las noches. Cierta mañana salieron en la camioneta del anfitrión, quien además pasó a recoger a su hijita de seis años, y debido al guayabo y al desorden en las comidas, uno de ellos estaba con el estómago revuelto. En una de esas soltó una ventosidad que no pudo disimular porque la risa lo traicionó, lo que generó el malestar de los compañeros que le daban coscorrones y lo regañaban por cochino e inoportuno. Entonces la muchachita, quien tenía un fuerte acento gringo e iba en la parte de atrás del vehículo, empezó a gritarle al papá, aterrada por el olor y la pelotera:
-Papi, papi, ¡Enrique se hizo popó atrás en el camión!
pamear@telmex.net.co

1 comentario:

Anónimo dijo...

Del mismo modo en México tampoco se puede decir "pitillo" porque este es el pipí, mientras que el "popote" es el "pitillo".

De igual modo, uno no se pone la "chaqueta sino la "chamarra", porque la chaqueta es lo que ocurre cuando la gente se masturba.

Ah en Argentina no se usan "camisetas", sino "rEmeras". Ojo no rAmeras jajaja. A allá tampoco existen los "bifés" dónde se guarda la vajilla al lado del comedor, sino que los bifés se los come la gente con vino.

Y eso que hay muchos más...

Ciao,
P.