Esperanzadoras las noticias que recibimos últimamente con respecto a las cifras del desempleo. Algo que parecía lejano empieza a ser realidad, aunque no faltan los críticos que aseguran que en este país cuentan como empleado al fulano que vende chicles en un semáforo. Pienso que al gobierno hay que creerle y aceptar que las cosas empiezan a mejorar, además en el ambiente flota una sensación de optimismo y seguridad. Otros opinan que las condiciones de empleo actuales son una modalidad de esclavitud.
Las personas con tal de tener una coloca se aguantan que les firmen contratos a tres meses, que los afilien a cooperativas, les paguen por honorarios o pisoteen sus derechos laborales. Y como los patrones aprovechan cualquier disculpa para recortar personal, es común que a un empleado le engrampen el trabajo del compañero despedido. Los asalariados permanecen aterrorizados ante la posibilidad que los boten y por ello nadie se atreve a preguntar por las horas extras o el dominical que les deben.
Ahora existe la inquietud por lo que sucederá con la entrada en vigencia del manido TLC. Porque oímos diferentes opiniones al respecto y cuando estamos persuadidos de sus bondades, leemos un artículo que nos convence de que definitivamente se trata del acabose; basta hablar con un floricultor y un avicultor para notar las diferencias. De lo que no tengo duda es que si los gringos firmaron ese convenio, es porque llevan las de ganar; bien es sabido que no dan puntada sin dedal. Claro que mientras a nosotros también nos convenga, así sea en desventaja, bienvenido sea. Lo grave es que Colombia debió empezar con tiempo a preparar su infraestructura, porque muy pronto empieza el intercambio comercial y nos va a coger con los calzones abajo. Y aquí que se demoran veinte o treinta años para construir cualquier obra…
Ahora nos queda esperar a ver cómo se pone el asunto de las visas, porque harto se gana un empresario que consigue mercado para sus productos en el país del norte, pero no le dan autorización para viajar a concretar negocios; en cambio de allá para acá viajan en coche. Otra cosa es que debemos ofrecerles productos a menores precios que los importados de China y ahí sí se nos pone el dulce a mordiscos. El éxito será para aquellos que comercialicen servicios y productos exclusivos y desde ya se empiezan a gestionar solicitudes para ingresar a ese apetitoso mercado. Aquí van unos ejemplos de lo que recibirán en un futuro próximo los colosos del norte:
Grande será la sorpresa de quienes habitan los barrios residenciales en los Estados Unidos, esos condominios en los que no vuela una mosca, cuando aparezca un personaje que empuja un carro de balineras con una olla de mazamorra encima, mientras promociona su producto al hacer sonar una corneta con insistencia. Detrás vendrá el ambulante zapatero remendón, el pisco que arregla ollas pitadoras, el que remienda paraguas, otro que vende aguacates maduros y el que compra chatarra de todo tipo. También verán una camioneta R-12que trastea un mini mercado de revuelto, frutas y verduras, y que usa un altoparlante para anunciar su mercancía.
El desfile de San Patricio, la celebración del 4 de julio y demás fiestas tradicionales serán muy diferentes cuando puedan disfrutar del vendedor de forcha y avena helada; en las esquinas habrá carretas donde ofrecen chontaduro con miel, guayaba manzana, mango biche y salpicón. El dueño del puesto que vende dedos de queso tramita franquicias y desde ya veo a las voluminosas gringas en extensas filas para probar eso de “dedo a mil”. Y que empiecen a producir seda dental en cantidades industriales porque la mazorca asada invadirá sus calles.
Desde ya los empresarios colombianos estudian las autopistas donde esperan ofrecer merengón en destartalados R-4, zapotes, racimos de chontaduros, cajas de mangos, guamas, madroños, chachafrutos y demás frutas exóticas. En los peajes gestionan permisos para la venta de galleta costeña, agua fría y gaseosa, mini pandebonos rellenos de bocadillo, maní dulce y salado, corchos y demás galguerías. Otra atracción que sorprenderá a los estadounidenses, además de entretenerlos mientras esperan, son los maromeros, payasos, saltimbanquis, estatuas humanas e infinidad de presentaciones que verán en los semáforos. Allí también podrán adquirir, sin bajarse del carro, aguacates, limpiones, manos libres, juguetes, plumeros, libros piratas, encendedores, chicles, forros para el celular, Almanaques Bristol y mil productos diferentes.
Sabrán lo que es bueno en gringolandia cuando incluyan en su dieta chorizos, morcillas, empanadas con pique, arepas variadas, fritangas, lechonas, mamonas, tamales, butifarras, chicharrones, patacón con todo, sierra frita, arroz con coco, huesos de marrano y demás delicias. Para beber tendrán, aparte de malteadas y coca cola, jugo de tamarindo, lulo, guayaba, mora, zapote, mandarina y otros tantos sabores tropicales. En vez de cerveza podrán ingerir chicha, masato, guarapo, tapetusa, chirrinche o pipo. A la hora del algo pueden reemplazar las donas y los panqueques, con un kumis acompañado de pandebonos, roscas, almojábanas, mogollas o polvorosas.
Causarán sensación en esas latitudes mecatos como los tiraos, cocadas, blanquiaos, veleños, manjar blanco, bananos pasos, cholados, luladas, solteritas, obleas con arequipe, brevas caladas, etc., y van a delirar con nuestros famosos “casaos”: bocadillo con queso, cucas con mantequilla, postrera con plátano asado, natilla con buñuelo, salchichón con pan y chocolate parviao.
Lo dicho: los gananciosos serán ellos.
pamear@telmex.net.co
3 comentarios:
Hombre Pablo. tu escrito resultó de exportación...jajajaja
agregaría que para inaugurar la entrada en vigor del tratado, el almuerzo de los presidentes será un buen mondongo, con hogao, aguacate, banano, arroz y clarito helado como sobremesa.
Jorge Iván
Esta vez me ha cogido la noche para hacer el consabido comentario a su artículo, este mundo cada vez se complica más. La verdad estimado pariente lejano es que estoy de acuerdo con usted, así de simple, sin ningún sentimiento anti-gringo.
Porque grande será la sorpresa de los norteamericanos que nos invadirán con su m…… (Léase materia fecal) como nos han invadido los chinos, acabando con las fuentes de empleo y los productos nacionales. Pero toda acción tiene su reacción: igual me gustaría ver la cara que pondrán cuando vean sus calles invadidas de vendedores ambulantes, y no solo de Colombia. Su columna es bien, pero bien acertada.
En las postrimerías de mi vida laboral, ya no me consumo pensando en ese asunto de las oportunidades laborales. Pero si pienso en los jóvenes de ahora y recuerdo la cantidad de ilusiones que uno le pone a las metas con las que sale de una Universidad. Ahora que voy a se abuelo me preocupo más por lo que le espera a nuestras juventudes. Será que algún día se repite el ciclo de la revolución bolchevique?
Todo un curso de gastronomía popular... la mejor!
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