jueves, octubre 20, 2016

Ignorancia atrevida.

Imagino la piedra que le daría a un científico como Stephen Hawking si llegara a oírme decir sandeces y pendejadas. Porque él, que ha dedicado su vida a la investigación y a la búsqueda de respuestas, no podrá concebir que a un ignorante como yo le parezca que no deberían botar tanta plata en proyectos y experimentos que supuestamente buscan mejorar la existencia a quienes habitamos este valle de lágrimas. En cambio siento respeto por personajes del talante de Llinás, Patarroyo o Hakim, porque ellos consagran su esfuerzo al avance de la ciencia médica, un asunto cuyos resultados son de suma importancia para el bienestar de la humanidad.

La verdad no es que me parezcan de poca importancia las investigaciones que hacen de tantas vainas de interés, sino que no puedo aceptar que se inviertan enormes presupuestos en asuntos que no representan un beneficio inmediato para la humanidad, mientras en el mundo entero existen tantas privaciones que requiere de intervención inmediata antes de que sea tarde. En todos los rincones del planeta habitan personas que tienen necesidades urgentes, sufren y sobreviven en medio del desespero y la desolación.

Vi en televisión un programa de cuando filmaron la película Titanic, en el que el director del filme, míster Cameron, se ideó una expedición de científicos encargados de investigar por qué se hundió el transatlántico. Muchas veces bajaron hasta los restos del naufragio en pequeños submarinos especiales para tal fin, mientras en un barco en la superficie un grupo de investigadores se encargaba de analizar lo descubierto. Que cómo fue la grieta abierta por el choque, por qué se partió el barco, que si el dueño se salvó de primero, que hasta qué hora tocó la orquesta, que cuánto duró el hundimiento…

A la legua se notó que la intención del programa era hacerle publicidad a la película y aunque costó una fortuna, sin duda la jugada comercial fue un éxito porque la mayoría de los televidentes quedaron antojados de conocer las respuestas. En cambio opino que para qué carajo sirve conocer esos datos, un barco que se hundió hace más de cien años. Que inviertan lo que sea para prevenir desastres con los cruceros actuales y evitar que se repita lo sucedido con el Costa Concordia, que no pasó a mayores porque fue en la costa y cerca de un pueblo, porque de haber sido en alta mar…

Hace unos años realizaron en Europa un experimento con el que lograron reproducir, por medio de un acelerador de partículas, la explosión del Big Bang, la misma que dio origen a nuestro planeta. Esa vaina sucedió hace mil quinientos millones de años y entonces me pregunto qué pasa si nos quedamos sin saber cómo sucedió; aparte de ahorrarnos un dineral, no veo qué puede cambiar. Cómo servirían esos miles de millones de euros para darle saneamiento básico a la gente más pobre, vivienda, salud, educación, comida…

Ahora les dio por mandar una sonda a Saturno para conocer detalles de ese planeta, si hay agua o atmósfera. Suponga que el descubrimiento es positivo, qué nos ganamos si eso queda en los infiernos; nadie se le medirá a viajar hasta allá, durante varios años, para toparse con un peladero inhabitable.  

En este mundo arrevesado el dinero está muy mal repartido. Es natural que haya ricos y pobres, pero las diferencias no pueden ser tan desproporcionadas. Que unos pocos atesoren fortunas mientras la mayoría sobrevive a los trancazos, es inaceptable. Ojalá no suceda, pero de llegarse a sublevar el pueblo, a los ‘cacaos’, mafiosos y nuevos ricos no les quedará sino pegar para Saturno.

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