miércoles, agosto 03, 2005

PRIMERO LO PRIMERO

Seguramente van a decir que soy muy ignorante y cachicerrado, pero no hay poder humano que me convenza de la utilidad que generan las investigaciones que hace el hombre en el espacio exterior. Mejor dicho, acepto que los resultados pueden ser beneficiosos para el futuro del hombre en la tierra y que es importante buscar nuevas fronteras para las generaciones venideras, pero lo que me parece absurdo es que mientras en este mundo exista tanta hambre, tanta necesidad y semejante desigualdad, se gasten esas millonadas en pendejadas que por ahora de nada nos sirven.

No encuentro razón para que inviertan 350 millones de dólares en un proyecto que consiste en abrirle un huraco a un cometa que vaga tranquilo por el universo, para tomar fotos del totazo y seguramente interesados en ver si en el interior de esa piedra hay petróleo, oro, diamantes o cualquier otra riqueza que pueda hacer a los colosos del norte todavía más poderosos. Toda esa plata que gastaron en semejante ociosidad es poca si la comparamos con el presupuesto destinado a los lanzamientos de los transbordadores, donde unos astronautas se dedican a investigar cómo se reproducen los ratones en un medio sin gravedad, cuánto se demora una semilla de maíz para germinar, y tomarle fotos a los huracanes y demás fenómenos climatológicos que suceden en nuestra atmósfera, lo cual se ve patentico desde allá. Repito que soy lego en la materia y esos piscos deben hacer unos experimentos muy importantes, pero de todas maneras me parece que lo primero es lo primero.

Antes de buscar por fuera, por qué no solucionar los innumerables problemas que enfrentamos en este sufrido planeta. De todos es bien sabido que la caridad empieza por casa y la pobreza en que viven miles de millones de seres humanos es aterradora. Sin irnos muy lejos, hace poco me enteré de una estadística que asegura que en nuestro país ocho de cada diez personas se acuestan con el estómago vacío. Eso quiere decir que cualquier día, mientras en compañía de mi mujer nos disponemos a comer, existen ocho compatriotas que están pasando física hambre. Así pierde el apetito cualquiera.

Pero cómo estarán de vaciados en los países del continente negro, que los ojos del mundo están puestos en la pobreza extrema que se vive por allá. Al menos los artistas se preocupan por la miseria de los demás, y es así como un grupo de músicos famosos organizó un concierto para buscar que los países más ricos le perdonen la deuda externa a algunas naciones africanas. Pero se pueden ir bajando de la nube, porque esos ricachones no dan puntada sin dedal. Ellos pensarán que si les aplican lo de borrón y cuenta nueva, se impone la cultura del no pago y ahí sí se les pone el dulce a mordiscos. Además, los demás países del tercer mundo vamos a mover cielo y tierra a ver si también nos meten en semejante beneficio.

Cómo es posible que en este mundo exista tanta desigualdad. Por qué los seres humanos permitimos que haya personas que derrochan dinero sin medida, mientras la mayoría no tiene siquiera para comprar un pan. Cuándo vamos a reaccionar ante las cifras que hablan de los millones de infantes que mueren cada año por falta de oportunidades, de medicinas, de comida. Qué ley natural permite que mientras algunos niños tienen derecho a disfrutar de una infancia feliz con todas las comodidades y facilidades, la gran mayoría deba trabajar desde sus primeros años para llevar ayuda económica a sus hogares; siempre que tocan el tema de los menores trabajadores en la televisión, muestran a unos muchachitos de diez o doce años que laboran en unas minas de carbón, aquí en nuestro país, y que se arrastran por unos socavones mientras jalan unos carros llenos de material, como si fueran animales de tiro. Eso parece el infierno de Dante.

Da tristeza ver cómo en los países desarrollados gastan inmensas fortunas en obras de infraestructura y a los pocos años les meten dinamita para levantar unas más modernas. Y la competencia por cuál construye el puente más largo, el edificio más alto o el estadio con mejores condiciones técnicas y de seguridad. Siempre que escucho el costo de cualquiera de esas mega construcciones no puedo dejar de calcular cuántas viviendas se podrían construir con tanto billete; o cuántos platos de comida se comprarían para que la gente al menos calme el hambre; y cuántos hospitales se lograrían abrir para que ningún ser humano muera por falta de recursos.

El derroche de la guerra sí que es absurdo. Soy vecino del batallón y casi todos los días hacen polígono desde muy temprano hasta la noche, y puedo asegurar que disparan un tiro por segundo. Calculen el costo de esa munición. Y aclaro que se trata solo de un entrenamiento, porque ni hablar del presupuesto necesario para sostener un ejército. Del otro lado los grupos insurgentes gastan miles de millones (mal habidos, por supuesto) en asolar los pueblos de los indígenas y de los campesinos pobres con bombardeos indiscriminados. Si invirtieran esa plata en llevarles mercados, medicinas y obras que les mejoren la calidad de vida, con seguridad ya se habrían tomado el poder; por eso nunca he podido entender la forma de proceder de nuestros revolucionarios.

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