De puro metido, quiero compartir algunos consejitos que pueden mejorar la salud, si no física, al menos suben el ánimo que en muchos casos puede ser más importante. Me refiero a quienes como yo padecen una dolencia de esas complicadas y que por fortuna, al menos en mi caso, se convierte en rutina y a la larga vuelve a la persona más realista y tranquila para el momento (“…y el día esté lejano”, como dijo el poeta) de viajar al otro toldo. Pensándolo bien, no se trata de consejos sino de la forma como debe enfrentarse, lógicamente con el apoyo de la familia y los amigos, quienes son fundamentales para darnos ánimo y ayudar a soportar con optimismo la situación.
Lo primero es que desde el mismo momento que sale el diagnóstico, usted no vuelve a pensar en otra cosa diferente a su dolencia. Abre el ojo por la mañana y ¡taque!, ahí mismo recuerda: ¡Hijuemadre!, verdad que estoy frito. Durante el día repasa la lista de aquellos que a pesar de los buenos pronósticos ya están horizontalizados, como dicen los comentaristas deportivos. Pero si profundiza en el recuento, también aparecen muchos casos de personas que ahí siguen vivitas y coleando. Para lograr dormir es mejor solicitar al médico una pastica que ayude, porque la pensadera nocturna se alborota y ahí amanece en busca de acomodo.
Prenda el televisor y si están en el noticiero, no pasan dos minutos antes de que se refieran a su enfermedad; sintonice una película y sin falta es de un enfermo terminal que está viviendo horas extras; escoja entonces un programa científico y no falla: es sobre una nueva tecnología para combatirlo, y la desilusión es grande al enterarse de que dicho estudio está en pañales y que por aquí llegará para provecho de nuestros bisnietos. En cambio si lo que sintoniza es una emisora de radio, pueden estar hablando de política, farándula, sexo o deportes y en menos de lo que canta un gallo aparece el nombre de su dolencia. De manera que la solución es no pararle bolas a ese tipo de coincidencias, porque de lo contrario termina obsesionado y aterrado.
En el noticiero de medio día del canal RCN no pasa un solo día sin que hagan una nota sobre el cáncer. Será que el tema vende mucho, porque no falla. Aunque puedo jurar que semejantes pendejadas son inventadas por alguno de los redactores del informativo, porque si un día dicen que bañarse antes de las siete de la mañana aumenta el riesgo de contraer cáncer, al otro aseguran que nada como comer pepa de aguacate para combatirlo. La última noticia que me produjo mucha curiosidad, dice que el arte es un paliativo maravilloso contra el mal; de manera que hube de esperar un buen rato para ver cómo es el asunto, y salen con un grupo de pacientes haciendo muñequitos de barro, otros lijando tablas y algunos pintando. Para mí, la conclusión, es que igual el enfermo dura lo mismo, pero al menos está más entretenido.
La ciencia habla muy claro de los pasos que debe recorrer el paciente antes de llegar a aceptar la situación, que empieza por la rabia, la pregunta de por qué a mí, un terror desmesurado, el reclamo al Santísimo por escogerlo como ganador de semejante rifa, un genio parejito (a toda hora como una fiera), y así hasta que reconozca que lo que debe hacer es jalarle al optimismo, seguir su vida normal, ser muy realista y confiar en que entre mi Dios y la ciencia lo sacan de semejante boyada. Porque la otra opción es acostarse a llorar, cerrar las cortinas, prohibir que cualquier persona se entere del asunto y hundirse en una depresión que antes de acabar con usted, destruye el núcleo familiar, amarga a sus amigos y genera una corriente de chismorreos y suposiciones que no solucionan nada. Porque si tapando se aliviara uno, hasta podría ensayarse.
Con mi Dios sí que debemos ser honestos y seguir la misma rutina de fe, porque no debe cambiarse un juego comenzado. Si nunca ha creído en sanadores, estatuas de la Virgen, los ángeles, o en ritos especiales, siga así. Tampoco sobra recordar que siempre habrá alguien más jodido que uno. Y aunque no he sido agorero –toco madera- lo único que solicito es que no me saquen en una lista que aparece en la página social de este diario, de personas recientemente fallecidas y otras que están en delicado estado de salud, para ofrecer una misa por ellos y que organiza una asociación de señoras. Es que empieza uno en el último renglón y arranca a subir hasta que deben borrarlo; y casi nunca es porque se alentó.
Hace días comenté a unos amigos que si alguien tenía una pequeña grabadora de bolsillo que no usara, me la prestara por unos días. Olguita Arango, gerente del Instituto Oncológico, dijo que con mucho gusto iba a buscarla y al otro día se apareció con un aparato nuevecito. Pero cuando me dijo que era un regalo ya que nunca la usaba, le propuse que como estábamos a finales de octubre, se la recibía como presente de amor y amistad, así la fecha hubiera pasado ya. Porque cómo les parece la gerente de ION dándole a uno el aguinaldo en octubre. ¡Bendito!
Lo primero es que desde el mismo momento que sale el diagnóstico, usted no vuelve a pensar en otra cosa diferente a su dolencia. Abre el ojo por la mañana y ¡taque!, ahí mismo recuerda: ¡Hijuemadre!, verdad que estoy frito. Durante el día repasa la lista de aquellos que a pesar de los buenos pronósticos ya están horizontalizados, como dicen los comentaristas deportivos. Pero si profundiza en el recuento, también aparecen muchos casos de personas que ahí siguen vivitas y coleando. Para lograr dormir es mejor solicitar al médico una pastica que ayude, porque la pensadera nocturna se alborota y ahí amanece en busca de acomodo.
Prenda el televisor y si están en el noticiero, no pasan dos minutos antes de que se refieran a su enfermedad; sintonice una película y sin falta es de un enfermo terminal que está viviendo horas extras; escoja entonces un programa científico y no falla: es sobre una nueva tecnología para combatirlo, y la desilusión es grande al enterarse de que dicho estudio está en pañales y que por aquí llegará para provecho de nuestros bisnietos. En cambio si lo que sintoniza es una emisora de radio, pueden estar hablando de política, farándula, sexo o deportes y en menos de lo que canta un gallo aparece el nombre de su dolencia. De manera que la solución es no pararle bolas a ese tipo de coincidencias, porque de lo contrario termina obsesionado y aterrado.
En el noticiero de medio día del canal RCN no pasa un solo día sin que hagan una nota sobre el cáncer. Será que el tema vende mucho, porque no falla. Aunque puedo jurar que semejantes pendejadas son inventadas por alguno de los redactores del informativo, porque si un día dicen que bañarse antes de las siete de la mañana aumenta el riesgo de contraer cáncer, al otro aseguran que nada como comer pepa de aguacate para combatirlo. La última noticia que me produjo mucha curiosidad, dice que el arte es un paliativo maravilloso contra el mal; de manera que hube de esperar un buen rato para ver cómo es el asunto, y salen con un grupo de pacientes haciendo muñequitos de barro, otros lijando tablas y algunos pintando. Para mí, la conclusión, es que igual el enfermo dura lo mismo, pero al menos está más entretenido.
La ciencia habla muy claro de los pasos que debe recorrer el paciente antes de llegar a aceptar la situación, que empieza por la rabia, la pregunta de por qué a mí, un terror desmesurado, el reclamo al Santísimo por escogerlo como ganador de semejante rifa, un genio parejito (a toda hora como una fiera), y así hasta que reconozca que lo que debe hacer es jalarle al optimismo, seguir su vida normal, ser muy realista y confiar en que entre mi Dios y la ciencia lo sacan de semejante boyada. Porque la otra opción es acostarse a llorar, cerrar las cortinas, prohibir que cualquier persona se entere del asunto y hundirse en una depresión que antes de acabar con usted, destruye el núcleo familiar, amarga a sus amigos y genera una corriente de chismorreos y suposiciones que no solucionan nada. Porque si tapando se aliviara uno, hasta podría ensayarse.
Con mi Dios sí que debemos ser honestos y seguir la misma rutina de fe, porque no debe cambiarse un juego comenzado. Si nunca ha creído en sanadores, estatuas de la Virgen, los ángeles, o en ritos especiales, siga así. Tampoco sobra recordar que siempre habrá alguien más jodido que uno. Y aunque no he sido agorero –toco madera- lo único que solicito es que no me saquen en una lista que aparece en la página social de este diario, de personas recientemente fallecidas y otras que están en delicado estado de salud, para ofrecer una misa por ellos y que organiza una asociación de señoras. Es que empieza uno en el último renglón y arranca a subir hasta que deben borrarlo; y casi nunca es porque se alentó.
Hace días comenté a unos amigos que si alguien tenía una pequeña grabadora de bolsillo que no usara, me la prestara por unos días. Olguita Arango, gerente del Instituto Oncológico, dijo que con mucho gusto iba a buscarla y al otro día se apareció con un aparato nuevecito. Pero cuando me dijo que era un regalo ya que nunca la usaba, le propuse que como estábamos a finales de octubre, se la recibía como presente de amor y amistad, así la fecha hubiera pasado ya. Porque cómo les parece la gerente de ION dándole a uno el aguinaldo en octubre. ¡Bendito!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario