lunes, enero 15, 2007

QUE LE DAMOS A...

Queda muy poco tiempo para la nochebuena y es hora de resolver qué vamos a regalar a esas personas que por una u otra razón merecen un detallito de nuestra parte. Quienes tienen hijos pequeños se divierten por esta época comprándoles chucherías y empacándoles un mundo de paquetes, porque a la larga es más lo que gozan los papás mientras planean las compras e imaginan la reacción de los menores, que lo que en realidad disfrutan ellos con los presentes. Aunque se trata de una utopía, a uno se le ocurre pensar qué le regalaría a ciertos personajes reconocidos de la vida pública en caso de tener algún compromiso con ellos.

Se me antoja por ejemplo que al Presidente Uribe le podría mandar un sombrero bien titino, acompañado de un tradicional poncho colorido como los que se consiguen en cualquier feria de pueblo; y puedo encimarle cinco galones de valeriana para que bogue, a ver si aguanta los nervios que debe sentir ante el despelote político que vive el país. Para el Ministro Andrés “Carriel” nada más apropiado que un rosario con las cuentas de metal, porque dicen que ese hombre cuando no está trabajando se dedica a voliar camándula sin descanso; parece que es más zanahorio que seminarista recién desempacado.

Al fiscal Iguarán sí está muy fácil regalarle, porque no es sino ir a una tienda de esas donde venden sahumerios, pirámides, budas barrigones, velas de colores y demás pendejadas esotéricas, y con seguridad allá encuentro algún trebejo que satisfaga sus gustos quirománticos. En cambio con los Santos, el ministro y el vicepresidente, igual que con Vargas Lleras, mejor me hago el pendejo porque esa gente es de dedo parao y tocaría darles algo bien cachaco o al menos aparentador. Todo lo contrario debe suceder con un tipo sencillote y descomplicado como Carlos Gaviria, quien seguramente va a quedar güete con cualquier baratija. Pero mejor no sigo con políticos, congresistas y funcionarios del gobierno, porque la mayoría lo que anhela recibir es un buen escondedero.

Ahora con el correo puerta a puerta puede enviarse un paquete a cualquier rincón del planeta, y lo mejor es que lo entregan en tiempo record; el único inconveniente es que en muchos casos puede costar más el envío que el mismo regalo. En todo caso puedo mandarle a George Bush un juego de video para que pase las tardes entretenido con los cañones, los bombarderos y los grandes submarinos nucleares, desde donde envíe los misiles teledirigidos a impactar edificios, centrales eléctricas, puentes y demás puntos estratégicos. Que goce al acumular los puntos que resultan por la cantidad de víctimas civiles y militares que dejan los ataques, porque bien es sabido que su pasatiempo favorito es disponer de la vida de los ciudadanos del tercer mundo.

Al chafarote vecino quiero ofrendarlo con un estuche para su ego, pero de tamaño “king size”; y una réplica del uniforme militar que utilizaba el Libertador, para que cambie esa pinta de cotero que mantiene y se presente estrenando hebra a cuanto acto oficial lo inviten. Lo que sí está muy complicado es la escogencia de presentes para dos personajes que, aunque por causas diferentes, andan en situación muy similar. Me refiero al comandante Fidel y a quien fuera su igual en Irak; porque mientras el líder cubano aparece esporádicamente en la televisión, con una apariencia que puede decirse que se han visto muertos de mejor color, el sátrapa Husseín hace fila para subir al cadalso. No cabe duda de que ambos tienen una pata en el cajón y por ello la escogencia debe ser muy bien pensada para no incomodar a nadie; lo único seguro es que al condenado a la horca no le voy a mandar una corbata.

Al cardenal López Trujillo le cae como anillo al dedo un libro que enseñe a controlar la soberbia, para que se convenza de que los demás tienen derecho a pensar como les provoque, y que no es bien vista la táctica de ponerse furioso y regañar al interlocutor cuando no esté de acuerdo con sus apreciaciones. Para todos los ex presidentes de nuestro país un regalo similar: pastillas para la memoria, a ver si recuerdan las embarradas que hicieron en su momento y dejan de una vez por todas la jodentina. Sobre todo el viejito gagá que ya nos tiene hasta la coronilla.

Nada más apropiado que un buen espejo de cuerpo entero para la cantante Marbelle, con el fin que se mire bien por todas partes y acepte que eso de aparecer en pelota en revistas de circulación nacional no es para todo el mundo. A Juanes y a Chaquira basta con una tarjeta de felicitación y el agradecimiento por hacer quedar bien el nombre de nuestro país en todas las latitudes; y que sigan con esa seriedad, carisma y honestidad con que han sabido manejar sus respectivas carreras.

Y para quienes lo requieran, que por desgracia en este sufrido país van desde los más altos funcionarios y dirigentes hasta el ciudadano del común, puede repartirse un manual de ética, moral y decencia. Porque es urgente aclarar de una vez por todas que no todo lo legal necesariamente está bien hecho, pues se volvió costumbre escudarse en los códigos para justificar marrullas, trapisondas y cochinadas.
pmejiama1@une.net.co

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