martes, septiembre 11, 2007

El enfriamiento global.

Nos alcanzó a tocar a quienes habitamos este planeta en los inicios del siglo XXI, los primeros síntomas del daño que le ha causado el ser humano durante su existencia al globo terráqueo. Desde siempre hemos oído la cantaleta de lo que se nos viene encima como consecuencia del abuso con que tratamos al medio ambiente, pero ahora sí empezaron a verse avances de lo que va a ser el Apocalipsis que nosotros mismos programamos. Con su pan se lo coman, podrán decirnos cuando empecemos a quejarnos por las consecuencias de semejante debacle.

Por ahora los coletazos del problema son muy llevaderos para muchos de sus habitantes, pero con la paradoja de que quienes mayor daño han causado son los más privilegiados a la hora de pagar los platos rotos. Porque los países desarrollados, sobre todo los Estados Unidos, son los campeones en cuanto a consumo de combustibles fósiles y producción de químicos perjudiciales para nuestra atmósfera, pero a su vez los que menos sufren cuando se presentan los cambios climáticos que tanto daño hacen al medio ambiente. Y no es que a ellos no los afecte, sino que cuentan con recursos para ayudar a sus conciudadanos y reponerse fácilmente de los perjuicios que lleguen a presentarse.

Pero hay que ver lo que sufrimos los más pobres cuando el invierno o la sequía se dejan venir con toda la gana. En algunos países africanos, por ejemplo, las hambrunas minan la población en forma considerable y los animales sufren lo indecible cuando el precioso líquido se agota por completo en las llanuras. Mientras tanto, en nuestro continente la profusión de lluvias anega vastos territorios y son muchos los que pierden todas sus pertenencias por dicha causa. Deslizamientos, avalanchas, derrumbes que obstruyen las vías, cultivos arrasados, pueblos inundados y los animales de pastoreo sin un potrero dónde alimentarse, es la constante durante los meses de invierno.

Y en todas partes se habla del calentamiento global, pero nada se dice del enfriamiento tan espantoso que se recrudece cada año con más rigurosidad. Porque no cabe duda de que a medida que pasa el tiempo el frío que sentimos es peor, clamor que se escucha en las diferentes regiones. Al menos en Manizales la situación se ha vuelto insufrible, al punto que ya debemos pensar en instalar calefacción en las viviendas; sobre todo ahora que existe la posibilidad de utilizar un combustible asequible como el gas natural. Porque a quien opte por un calentador de ambiente alimentado por energía eléctrica se lo come la factura y no morirá de frío, sino de hambre.

Lo cruel es que si nos quejamos de frío quienes contamos con un techo y buen cobijo durante las noches, qué podemos decir de tantos que habitan un tugurio enclenque al que se le cuelan el agua y el frío por las rendijas. Ni hablar de los habitantes de la calle que pasan la noche debajo de un puente o en un zaguán, tapados a medias con cartones y periódicos. Las temperaturas bajas mortifican, incomodan, duelen, agobian, deprimen y al menos a mí, me producen una rabiecita menuda. Y esa llovedera tan desesperante, y el aeropuerto cerrado, y la ropa no se seca, y la lavada del carro perdida, y los que andan en moto jodidos, y los paraguas que escurren, y las obras retrasadas, y todos con gripa, y el pantanero tan espantoso… mejor dicho.

Pero como entre gustos no hay disgustos, hay muchos que disfrutan el invierno. Les fascina la neblina, la llovizna, el frío. Reniegan cuando el sol calienta y no se hallan durante los días cálidos y despejados. Pues están en su salsa, porque el clima enloqueció y la temporada de invierno se extiende durante casi todo el año. Al menos este 2007 se inició con tiempo seco, lo que duró muy poco ya que a principios de marzo se largó a llover. El invierno duró hasta junio y los expertos anunciaron un extenso verano que iba a causar estragos, pero mamola, porque aunque el clima mejoró y tuvimos unas semanitas secas y agradables, las lluvias regresaron y esa ha sido la constante hasta la actualidad. Ahora pronostican un invierno intenso que irá hasta finales de diciembre, aunque algunos se atreven a decir que en enero del próximo año todavía vamos a estar lidiando con las precipitaciones. Como quien dice, se fregó la temporada de fin de año porque un aguacero se tira lo que sea.

Entonces me pregunto si regiones como La Mojana, el bajo Magdalena y los departamentos del norte del país están completamente inundadas por causa del inclemente invierno, y ahora empieza a llover otra vez sin compasión, ¿qué va a suceder con esas poblaciones? ¿Y las tierras de labranza y los pastizales donde engorda el ganado? Si ahora tienen, literalmente, el agua al cuello, imagino que en unos meses van a desaparecer del mapa. Mientras tanto en los departamentos andinos el problema de las vías se agudiza y empiezan a deslizarse las laderas que arrastran tras de sí las humildes viviendas de los más necesitados. Nada más dañino que el agua cuando corre libremente y en abundancia.

De manera que no nos queda sino ponerle, al mal tiempo, buena cara. Y apúrele a cerrar ventanas y a entrar la ropa que se largó a llover.
pmejiama1@une.net.co

1 comentario:

Jorge Iván dijo...

Como así Pablo, entonces los Todo Terreno tendremos que decir: al mal tiempo, buenas botas. El caminate esporádico Julio Velez nos enseñó que un día gris y con lluvia no es un día feo, simplemente es un día diferente, y así lo hemos entendido y aceptado.
Oiste Pablo, no creas que en gringolandia todo es color de rosa. Por estos días en san Francisco estan pasando las verdes y las maduras con temperaturas de 42 grados a la sombrita, sin energía para usar los aires acondicionados de los interiores. Y si por allá llueve en la Florida no escampa, el calor es de traca mandaca a tal punto que solo se puede regar los jardines los días sábados lo que tiene a misia Nubia (mi mamá) alta del suelo, ¿pues te imaginas no poder regar sus 85 maticas (ochenta y cinco) todos los días?