Para quienes no entendemos de publicidad ni mercadeo es difícil aceptar que ciertos comerciales sean exitosos y calen en el consumidor. He reiterado que el único espacio de televisión nacional que veo es un noticiero al medio día, y durante la tanda de comerciales cambio a otro canal donde me entretengo con cualquier cosa que reemplace esa aburrida seguidilla de comerciales tan pendejos y chocantes. Entonces debo brincar a cada momento convencido de que ya tienen que haber terminado, y me quedo aterrado con que dicha pausa es tan larga que casi alcanzo a ver otro programa durante ese lapso. En dichos cambios se topa uno con un comercial como el del imbécil que entra a la casa mientras baila y canta, hasta llegar al lado de su mujer que le prepara un sancocho con cierto caldo de sustancia. Aunque a esa hora debería provocar darle una probadita al preparado que bulle en la olla, a lo único que invita es a darle un sopapo a ese tontarrón por ridículo y postizo.
Otra cosa que ofende es la publicidad engañosa. Por qué tienen que utilizar argucias y marrullas para tratar de enredar al consumidor, y la prueba más fehaciente es cuando al final de un comercial deben decir algunas reglas o restricciones que a ellos no les conviene, por lo que el locutor de turno las recita a una velocidad imposible de entender. Cómo es que no hay una entidad que se dé cuenta de semejante vaina tan obvia para que los obligue a ser más honestos.
Hace unos días me topé con una publicidad de UNE donde ofrecen los mismos servicios que tengo en un paquete de esos que llaman combo, pero con la diferencia que el precio es menor al que pago actualmente. Llamé y le dije a la niña que cómo hacía para cancelar mi plan, que por cierto ya cumplió el tiempo por el cual me comprometí, para cambiarlo por el de la oferta porque es mucho más barato.
Entonces ella empezó a explicarme de qué se trata ese plan y le dije que es exactamente lo que tengo ahora; luego de pensarlo un poco se le prendió el bombillo y aseguró que el de la oferta tiene un internet más veloz, y le conté que hace poco me ofrecieron duplicarme la velocidad por dos mil pesos mensuales, a lo cual accedí de inmediato; que por favor me anotara en la nueva oferta y le sumara los dos mil pesitos. Ya sin argumentos, aseguró que yo no podía aspirar a esa oferta por el estrato de mi línea, pero alegué que en la publicidad que tenía en la mano no decía una sola palabra al respecto. Cuando ya no encontraba de donde agarrarse, y después de inventarse mil cuentos que le desbaraté al instante, aseguró que no se podía y punto. Como quien dice, que me jodiera.
A mediados del año llamaron de Telmex para proponer que me cambiara a esa empresa, y antes de oírle el cuento al vendedor le pegunté por qué si desde diciembre del año pasado los vi trepados en los postes del barrio dedicados a tender las redes, no habían empezado a ofrecer sus servicios para así evitar que nos comprometiéramos con la competencia. Podían haber adelantado una campaña publicitaria donde anunciaran su llegada a la ciudad para una fecha determinada y de una vez prometieran algunas promociones y ventajas a quienes se cambiaran a la nueva empresa de comunicaciones. Sobre todo en esa época cuando muchos manizaleños nos sentimos aporreados por la desaparición de Emtelsa, y después algo ofendidos por la forma como la empresa que la absorbió empezó a despedir gran parte de su personal donde con seguridad teníamos un conocido, amigo o pariente cercano entre los damnificados.
El caso es que el tipo no supo dar razón de la estrategia publicitaria y procedió a echarme el rollo de las ventajas que obtendría si me apuntaba en la lista de los que prefieren la multinacional mejicana. Cuando me enteré de que lo que me ofrecía eran los mismo tres servicios que tengo con UNE, televisión por cable, banda ancha y telefonía local ilimitada, lo insté a que me dijera el precio del llamado “triple play” para ver la diferencia en plata. El hábil vendedor evitaba la pregunta y empezó con un cuento acerca de que ellos ofrecían una televisión con más canales, a lo que le dije que a la que tengo le sobran por lo menos el 60% de canales que son relleno y basura internacional.
Entonces arrancó con el tema de la velocidad de la banda ancha de internet. Le respondí que hace unos días me la duplicaron por una suma irrisoria y que si para abrir una página determinada en el navegador mi PC se demora un segundo, no necesito que lo haga en la mitad del tiempo. El tipo se quedó sin argumentos y por fin desembuchó que la promoción que ofrecía era más costosa de la que pago en la actualidad, por lo que debí comentarle que no me explico cómo una empresa nueva que viene a competir espera que uno se meta en la enguanda del cambio de líneas y demás inconvenientes, y fuera de eso deba pagar más por los mismos servicios. ¡Tienen huevo!
3 comentarios:
Definitivamente todo es por embaucarlo a uno... lo que no entiendo es por qué a mí me duplicaron la banda ancha en Telmex y me bajaron el precio de la factura??? no entiendo aún... Y respecto al guevón de Ricostilla lo deberían extraditar a la luna con Hernán Orejuela, El mono o la mona de Sweet y La Negra Candela (entre otros).
Pablo. Uno puede demandar y exigir que le hagan válida la publicidad. Hay reglas bien extrictasque le obligan a las compañías a cumplir los términos que promocionan y si no hay restricción por ningún lado deben cumplir. Segundo, uno como publicista entiende que los comerciales no son hechos para todo el mundo, cada día son más específicos y dirigidos a targets que lo van a disfrutar, por eso mucha gente odia a los mongólicos de quala (Ricostilla, Doña Gallina, Frutiño, Sabital, Bon-Ice..). Y tercero, saludes
Mi comentario es cortico porque "aplican Restricciones". En Une lo despachan a uno de una.
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