martes, abril 27, 2010

Me la juego.

Sin pecar de pesimista, hasta ahorita estaba convencido de que me iría de este mundo sin ver un cambio en el manejo del poder en nuestro país. Desde que tengo uso de razón, y desde siempre, gamonales y caciques han sido quienes manipulan los hilos del poder. Ellos ponen los congresistas a su antojo y después de tener el control del Parlamento, el resto es simple carpintería. Gobiernos de un partido o del otro; presidentes jóvenes o viejos; con fama de honestos o de corrompidos; dirigentes prometedores y aparición de nuevos partidos, pero siempre con el mismo resultado: corruptelas, marrullas, triquiñuelas, desafueros y un desastroso manejo de lo público.

Por fin arranca esta campaña presidencial, estancada por la encrucijada aquella, y en un principio los candidatos con más opción nos prometían lo mismo de siempre. Santos cuenta con el guiño del Presidente Uribe y por ello puntea, porque este gobierno siempre ha tenido muchos adeptos, pero con él seguiremos en la misma tónica politiquera. A Santos el poder y la riqueza lo acompañan desde la cuna, y siempre se ha movido en los más altos círculos del país y el exterior; ha desempeñado importantes cargos en el alto gobierno y en el sector privado, lo que le permite enfrentarse a presidir los destinos del país, y ante la falta de un contrincante que descuelle se perfiló como el más seguro sucesor. Nohemí lo persiguió de lejitos sin representar ningún peligro, porque los conservadores aparte de que son bien poquitos, cometieron el peor error de una colectividad: dividirse. Lo mismo le sucedió al Polo y a esos sí que les ha ido mal.

Vargas Lleras y Pardo crecen como la cola de las vacas, para abajo, todo gracias a que sus coequiperos piensan que el único que tiene que hundirse con el barco es el capitán; esos gamonales prefieren lanzarse en paracaídas y planear un rato mientras se aclara a ver dónde es que toca aterrizar. Por fortuna también hay un partido para los inconformes, para quienes soñamos con un cambio y no queremos saber más de partidos tradicionales ni de promeseros. La ola Verde es la opción que aglutinó a varios ex alcaldes exitosos en sus respectivas administraciones, quienes le cambiaron la cara a las dos principales ciudades del país. Si ellos se le midieron a semejante desafío, algo podrán hacer con este sufrido país.

Que Mockus no es el apropiado para capotear esta leonera, es cierto; que no tiene respaldo político que lo apoye en su gobierno, también es verdad; y que no logra llegarle al público porque su idioma es para académicos y científicos, además de otras tantas falencias, pero tiene un atributo que poco le hemos visto a nuestros dirigentes: principios. El profesor Antanas predica la ética y la honestidad, es didáctico y moderado, y aunque ha sido dado a la excentricidad, creo que siempre lo ha hecho como un medio de difundir un mensaje. Lástima que en el debate televisado no haya alcanzado a responder cómo hará para que en el Congreso le marchen, sin darles nada a cambio. Para mí, esa es la pregunta del millón.

De todas maneras me la juego. Echando a perder se aprende y si logramos sobrevivir a los gobiernos de Turbay, Barco, Samper o Pastrana hijo, para nombrar unos pocos, podemos ensayar a ver qué sucede si elegimos Presidente a un hombre ajeno a los intríngulis de la politiquería. El matemático sabe que no puede descuidar el asunto de la seguridad, y parece muy consciente de ello, porque sin duda ese punto es el que mantuvo al actual gobierno con tan buena aceptación. Vamos a meterle un susto monumental a los grandes electores, a sacudirlos y recordarles que estamos mamados de tanta sinvergüencería.

A propósito del debate, qué espectáculo tan deprimente. Un show mediático, como todo lo de los canales privados de televisión, donde un moderador arrogante y empalagoso orquestó con tres periodistas de pacotilla un encuentro insípido y anodino; Jorge Alfredo es un tósigo, Arizmendi no convence, Fidel Cano parece muñeco de ventrílocuo y Darío Fernando Patiño no tiene un recorrido importante. Hubiera sido diferente con periodistas punzantes y atrevidos. Otra cosa es que pretender que un candidato responda cómo va a hacerle frente al desempleo, a la emergencia social, la crisis del café o al problema de seguridad, en un minuto, es absurdo. Las preguntas fueron tan estúpidas y utópicas que parecían hechas por alumnos de primaria. Quedarse hasta la media noche, pegado de semejante pendejada, sólo para ver quién pisa una cáscara y la embarra; porque nada distinto sucede.

Vamos pues a empeñarnos en respaldar esta oportunidad que se nos presenta. A convencer a la mayor cantidad de personas de que en la primera vuelta apoyemos a Mockus a ver qué pasa. Si logra una buena votación, tendrá derecho a importante participación en el gobierno elegido. Pero si llegara a ganar en la primera vuelta, para sorpresa de todos, debemos unirnos para apoyarlo y presionar para que los congresistas lo acompañen en su mandato. Quien no arriesga un huevo no obtiene un pollo y de qué otra forma podremos saber si en Colombia es posible un cambio de mentalidad. Y mucho ojo con el candidato, porque no debemos olvidar que muchas ilusiones murieron acribilladas por las balas asesinas.
pmejiama1@une.net.co

2 comentarios:

Jorge Iván dijo...

Pablo. Un marco de girasoles para esta magnífica columna. Me uno a esa apuesta.

JuanCé dijo...

Pablo:
¿Por qué Mockus no puede ser capaz, de manejar esta gusanera?
Francamente imagino que este señor, con certeza, es más capaz que Turbay, Samper o Pastranita; pero a todos los anteriores se les brindó la oportunidad.
El aparato estatal camina solito y no es necesario un presidente extraordinario para hacer la cantidad de bobadas que se hacen a diario; lo básico es lo que tu dices: el cambio de mentalidad.
¿Para qué más?