Percepción viene de percibir, que según el diccionario es recibir por uno de los sentidos las imágenes, impresiones o sensaciones externas. Por ejemplo al conversar con amigos, leer un periódico, oír radio o mirar un telenoticiero, de donde cada persona recibe la información y la asimila según su criterio; en muchos casos influenciado por prejuicios, perspectivas o comparaciones, que como reza el dicho, son tan odiosas. El caso es que la percepción se crea cuando en el ambiente flota una idea que aunque pocos saber explicarla o definirla, la mayoría la acepta como cierta.
Un ejemplo claro de percepción es la que se siente en el país con respecto al resurgimiento de la guerrilla, la cual durante varios años estuvo contenida y mantuvo un bajo perfil. Sin entrar a discutir si es culpa del actual gobierno, si hace falta la mano dura del ex presidente Uribe, si los militares tienen la moral por el piso o qué carajo es lo que sucede, la verdad es que vivimos una arremetida de violencia terrorista, la cual por fortuna empezábamos a olvidar. Porque cuando los grupos paramilitares fueron diezmados y suponíamos que las FARC y el ELN estaban acorralados y en las últimas, aparecen las tales bandas criminales, que son los mismos paracos pero con diferente nombre, y la guerrilla reacciona para sumirnos de nuevo en el caos y la incertidumbre.
El secuestro de nacionales y extranjeros dedicados a la explotación de pozos petroleros es una calamidad, debido a que espanta a muchas empresas multinacionales que prefieren trabajar en otras latitudes donde les brinden seguridad. La toma y destrucción de pueblos apartados, lo que sucede con mayor regularidad en las comunidades indígenas del departamento del Cauca, regresó a la primera plana de las noticias con sus imágenes aterradoras. Las extorsiones a finqueros y trabajadores del campo vuelven a ser una fuente de financiación para quienes prefieren operar al margen de la ley; y el hostigamiento en las carreteras, pesadilla de ingrata recordación para todos los colombianos, empieza a presentarse en diferentes puntos de nuestra geografía.
Y aunque el Presidente asegure que se trata de patadas de ahogado por parte de la insurgencia, que al verse acorralada trata de sacudirse de la persecución de la fuerza pública; que los altos mandos militares insistan en que la tropa tiene controlada a la guerrilla; que el Ministro de defensa presente cifras y estadísticas que demuestran los avances en cuanto a seguridad y control del territorio patrio; o que el Ministro Vargas Lleras diga que lo que quieren los bandidos es desviar la atención para evitar que se sepa que los tienen contra las cuerdas, la realidad es que la percepción actual es la de un resurgimiento de hechos violentos que creíamos superados.
Otra situación que nos tiene incómodos y alertas a muchos colombianos es la que tiene que ver con el auge de la minería. A grandes rasgos la noticia es positiva y alentadora, porque se habla de un renacer en la economía del país por la presencia de grandes consorcios dedicados a la explotación minera, con regalías para los departamentos, ocupación de mano de obra e ingreso de divisas. Sin embargo, el daño ecológico que esto genera en un país tan rico en biodiversidad como el nuestro es inimaginable. Algunos aducen que es mejor explotar esos recursos con tecnología y control por parte del estado, en vez de una minería artesanal que se hace sin ningún tipo de vigilancia ni respecto por el medio ambiente.
Puedo recordar cómo quedó el terreno a ambos lados de la troncal de occidente, entre Tarazá y Caucasia, después de que inescrupulosos destruyeron la capa vegetal en busca del preciado oro. Allí donde pastaban los rebaños, en medio de fértiles sabanas y árboles monumentales, sólo quedó un desierto de cascajo tachonado de malezas. Otra muestra de dicha barbarie sucede en el río Dagua, en el Valle del Cauca; basta teclear en Google el nombre del río para ver algo aterrador. O la absurda licencia que pretendían entregarle a una multinacional para que adelantara una explotación minera en el páramo de Santurbán, el cual surte de agua a los Santanderes.
Para nuestra desgracia en este país todo se puede mientras haya dinero de por medio, por lo que debemos unirnos para evitar que la verde Colombia, la de infinidad de ecosistemas, la abigarrada, fértil y ubérrima, la de tantas especies de flora y fauna, la de diferentes pisos térmicos, valles, páramos, selvas, bosques húmedos, laderas, sabanas y una riqueza hídrica envidiable, se convierta en un desierto árido y despoblado. La percepción es de una rapiña de licencias para escurrirle a estas tierras hasta el último gramo de material valioso.
Por último, se percibe en nuestra ciudad una falta de candidatos de peso para las próximas elecciones. Excepto Gabriel Vallejo, para la gobernación, no vemos propuestas de peso que puedan prever una contienda interesante. Candidatos insípidos, sin hoja de vida, faltos de experiencia y reconocimiento, crean incertidumbre entre una ciudadanía que espera ver surgir opciones interesantes. Tengo entendido que varios personajes de renombre han rechazado una posible postulación, porque desgraciadamente en nuestro país desempeñar un cargo público es sinónimo de corrupción, mala fe y bandidaje. Y nadie arriesga su buen nombre en una apuesta tan ingrata, porque sin posesionarse ya lo estigmatizan.
pamear@telmex.net.co
2 comentarios:
Para utilizar sus propios términos, yo percibo, como colombiano del común, lo siguiente: Uribe fué bueno para darle madera a la Guerrilla, pero malo para controlar la corrupción.
Mire el caso de la bella(Léase exreina de belleza) y la bestia (Léase exministro de Agricultura)y todo el rollo de Agro Ingreso Seguro, al igual que las chuzadas y muchas otras cosas más, cuando florecieron?, cuándo se cayeron?.
Yo, como colombiano del común, percibo que los "cocinados" de la corrupción que surgieron pero no se conociron hasta estos días, florecieron con Uribe; mire nomás el caso de los delfines inquietos de palacio y el manejo de las basuras. Muchas cosas non sanctas nacieron en su mandato, el de don Alvaro. igual, como colombiano del común, percibo que se se cayeron (Léase destaparon)con don Juan Manuel.
igual que usted, percibo que la guerrila ha cobrado auge con don Juan Manuel, lo que percibo que no sucedió con don Alvaro. Y pensar que mis parientes de Medellín casi me pegan y me retiran los afectos porque cierta vez les sugerí al candidato del partido verde. Dijeron que necesitaban a don Juan en el solio de Bolivar para que continuara la actividad pacificadora de don Alvaro. Que pesar! Estan comiendo de su propio cocido, mejor dicho no les ha gustado el caldo de Santos, no lleva el suficiente componente antiguerrilla.
Ay pariente lejano, su artículo me puso a percibir cosas, que bueno, me gustó.
P.D.: vé, contame, que le pasará a tus otros seguidores, no han vuelto a decir ni mu.
Según esto pareciera que no hay felicidad absoluta...
Es como que si Uribe pudo frenar a la guerrilla más no acabarla pero dejó avanzar un caldo de corrupción que no cabe en nuestras mentes.
Mientras que santos está tamizando ese caldo para que caigan todos los corruptos pero evidentemente no está conteniendo a la guerrilla como su predecesor y como se debería.
Qué hacer? Meterlos a una licuadora y sacar sólo uno???
Esa es la pregunta!!!
P.
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