miércoles, octubre 19, 2011

Marranos per sécula.

Qué habrá más desalentador que oír decir que nuestro electrodoméstico no tiene remedio y que lo mejor es comprar uno nuevo. Crecí en una sociedad donde las cosas se arreglaban y por ello en mi casa muchos aparatos no fueron al taller; el secador del pelo, la plancha, la licuadora o el transistor, en la mayoría de los casos se arreglaban al corregirles una soldadura o cambiarles el suiche. Lo triste es que ahora los aparatos duran muy poco y añoramos aquellos electrodomésticos que nos prestaron servicio durante varias décadas, con sólo hacerles mantenimiento preventivo o cambiarles alguna pieza.

Cada vez nos parecemos más a los consumidores del primer mundo que practican aquello de comprar, usar y botar, ya que en dicha práctica radica el éxito de la economía mundial, que con el consumismo como herramienta principal pone a la gente a comprar por comprar. Y aunque siempre hemos sospechado que los productos tienen un tiempo determinado de uso, produce indignación ver un documental en internet donde personas calificadas explican cómo es la historia de la obsolescencia programada, que nació de la mano de la revolución industrial, la producción en masa y la sociedad de consumo. Ya en 1928 un artículo de prensa alertó sobre los productos de larga duración, catalogados como una tragedia para los industriales. Pero que sean los ejemplos que presenta el video los encargados de contarnos cómo funciona el asunto (ver en Youtube: “comprar, tirar, comprar”; duración, 52 minutos).

En 1879 Tomas Edison inventa la bombilla eléctrica y promete una duración de 1500 horas de uso; en la década de 1920 los fabricantes aumentaron el ciclo a 2500 horas y por la misma época se crea en Ginebra una sociedad llamada Phoebus, con el fin de controlar el ciclo de vida de las bombillas. Nace además el “Comité regulador de horas”, encargado de multar a las compañías que excedan los límites de duración establecidos. De todo esto existen pruebas porque un historiador alemán encontró en un archivo copias de actas de juntas, listas de compañías multadas, montos de las sanciones, etc. Lo peor es que conocedores del tema aseguran que Phoebus aún existe, aunque el nombre ha sido cambiado en varias ocasiones para ocultar su rastro.

La prueba de lo que puede durar una bombilla está en un cuartel de bomberos de una población en California, donde descubrieron en 1971 una bombilla instalada en 1901 y que desde entonces estuvo encendida. Procedieron a monitorearla con cámara web y en 2001, cuando cumplió 100 años de funcionamiento, ya iba por la tercera cámara porque las anteriores se fundieron. Los seguidores del artefacto celebraron su centenario con fiesta, torta y velitas, y el lugar es ahora un santuario para los enemigos de la obsolescencia programada.

En 1940 la Dupont presenta el nailon, una fibra sintética usada entre otras cosas para fabricar medias de mujer. En un principio la publicidad mostraba cómo se utilizaban varias medias amarradas entre sí para remolcar un carro; así eran de resistentes. Poco tiempo pasó para que las directivas de la empresa ordenaran a ingenieros y diseñadores producir una fibra mucho menos duradera, a pesar del orgullo que sentían todos por haber descubierto un producto tan maravilloso.

Afortunadamente este abuso se topó ahora con una juventud inquieta y conocedora de la tecnología, que no se deja engañar. La impresora de un joven español deja de funcionar un día cualquiera, sin causa aparente. Después de buscar quién la arregle y de que le digan en repetidas ocasiones que lo mejor es comprar una nueva, el tipo, que entiende del tema, escudriña en internet hasta enterarse de que a esos aparatos les montan un chip encargado de contar las impresiones y que al llegar a cierto número, dejan de funcionar. Siguió con su investigación y encontró en la red a un ruso que le ofreció un software para reiniciar el contador, lo instaló, y la máquina empezó a operar de nuevo.

En Estados Unidos un adolescente compra un iPod con sus ahorros y a los tres meses el aparato se queda sin batería. Quiere reponerla pero le informan que no la venden y que debe adquirir un equipo completo, por lo que decide recorrer las calles con una plantilla y pintura, para plasmar su denuncia encima de la publicidad que promociona dichos adminículos. Acto seguido produce un video con la historia y lo monta en Youtube, el cual reporta tres millones de visitas en un mes. Una abogada se interesa por el tema, reúne a un grupo de inconformes y demanda a la empresa Apple, la cual debe aumentar la garantía y pagar las demandas económicas correspondientes.

La obsolescencia programada perdurará mientras existamos marranos que le sigamos el juego, porque está claro que entre los consumidores son muy poquitos los que proceden como los jóvenes mencionados. Los demás nos quedamos viendo un chispero y no encontramos otra opción diferente a reponer el aparato dañado, mientras la basura electrónica inunda a países como Ghana, que recibe al año miles de toneladas de equipos que reportan como de segunda mano, pero que en realidad sólo unos pocos son recuperables.

Y mientras el planeta se intoxica, la gente hace fila y acude al crédito de ser necesario, para comprar lo que le ofrezcan sin siquiera preguntarse si de verdad lo necesita.
pamear@telmex.net.co

2 comentarios:

JuanCé dijo...

Hola Pablo:
Es que se ha presentado el fenómeno contrario: ya los permanentes dizque somos los humanos, pero para podernos vender cuanto aparato salga al mercado; apuesto a que en tu casa la nevera duró tanto como el hijo mayor de la familia y se cambio un poco de pena del ruido que hacía; así fue en mi casa y la nevera que reemplazó al vejestorio duro 3 años.
Nos va a tocar salir a la calle con pancartas de Indignados...

Anónimo dijo...

Clasificado: regalo cafetera marca Coisinart con siete meses de comprada (no de uso) fletes por cuenta del desafortunado. informes acá mismo
Jorge Iván