martes, diciembre 13, 2011

Relato bíblico (I).

En estos días me desvelé y en medio de la pensadera se me ocurrió que el nacimiento del Niño Jesús pudo haber ocurrido en cualquier otro momento de la historia, lo que cambiaría de manera definitiva el relato bíblico que recrea el periplo de la Sagrada Familia. Hasta imaginé que los hechos podrían haberse desarrollado en nuestro país, en la época actual, con todas las vicisitudes que enfrentan las gentes humildes de estas latitudes. Imaginé entonces a San José reunido con un amigo en la mesa de un café, echándole todo el cuento mientras se despachan unas cervecitas.

“No hermanito, es que si yo le cuento a usté lo verriondo que fue eso con seguridá me dice que no sea cañero ni esagerao. Hay cosas que yo no debía decile a nadies, pero júreme que no va a ir por ahí regando el cuento porque me pueden envainar. Póngale pues cuidao: usté sabe que toda la vida me he dedicao a la carpintería y aunque no voy a decile que soy ebanista o maestro, la esperiencia me da licencia pa medímele a lo que sea en esa materia; y póngale la firma que con el tiempo dirán que yo fui muy buena persona pero malísimo carpintero, pero usté sabe la historia cómo distorsiona las cosas.
Lo cierto es que en los últimos años la cosa ha estado muy jodida y lo único que resulta es trabajito en la costrución, pero esa gente contrata por semanas y se la pasa uno es haciendo juerza pa que lo vuelvan a enganchar.

Pues andaba yo medio varao cuando se me apareció por la casa un tal don Ángel con una razón lo más de rara, quisque a proponeme que me casara con una muchacha de un pueblo vecino, según él una pelada pisporeta y mucho menor que yo. La vaina me pareció sospechosa y entoes le pregunté que dónde estaba la trampa, porque de eso tan bueno no dan tanto, y respondió que la mujer estaba embarazada y necesitaban un tipo decente para que fuera el papá del chino. Al principio me dio piedra y le dije que respetara, que buscara uno más pendejo pa hacele semejante propuesta, pero ya un poquito más calmao me puse a pensar que yo no estaba en edad de esigir y le pedí al pisco ese que me esplicara bien cómo era la vaina, y que lo primero era saber quién era el responsable del embarazo.

La respuesta no se la voy a decir porque seguro usté me la monta, pero sí puedo adelantale que el cuento es bien rebuscao. El caso es que el cliente me aseguró que ese pelao iba a ser un man bien importante, que pasaría a la historia y que yo iba a quedar como ejemplo de buen papá y eselente marido. Pues resolví lanzame al charco y de una me fui a conocer a los suegros, un par de cuchos lo más de bacanes, don Juaco y misiá Ana, y ellos me presentaron a la muchacha que resultó ser agraciada, hacendosa y bien educadita.

El caso es que ya con obligación la cosa se puso fregada y ahí sí que menos me resultó coloca, por lo que resolvimos larganos para Belén de Umbría, un pueblo donde tengo unos parientes que prometieron ayudame. Me tocó empeñar parte de la herramienta pa los pasajes y arrancamos en medio de un invierno espantoso, y como aquella ya estaba a punto de coger la cama, se maluquió en ese bus con semejante julepe. El chofer dijo que tenía que aguantase hasta el próximo pueblo y esa pobre mujer vomitaba en cada curva, hasta que por fin paramos en un estadero. Ella se tomó una aguapanela con queso y yo me empaqué unos chorizos, a las carreras porque el chofer andaba de afán, y no fue sino que arrancáramos pa quedar atrancaos porque cayó un volcán sobre la carretera y la tapó. Y con ese frío tan hijuemadre.

Pasamos la noche entre el bus y de madrugada nos dijeron que hiciéramos trasbordo porque la vaina se demoraba. A pata pasamos por ese pantanero y al otro lao nos encaramamos en un coletivo que nos llevó hasta el pueblo, donde nos juimos derechito pa´l hospital. En urgencias había una fila la verrionda y quién dijo pues que nos dejaban pasar, hasta que por fin nos atendieron y lo primero fue pedinos el carné del Sisben. Y claro, aquella no lo encontraba: que yo sí lo traje, que lo tengo por aquí, que espérese un momentico. Y ese médico entrompao por la demora y yo sin saber qué camino coger, hasta que por fin apareció el bendito papel y la dentraron pa un consultorio.

Pasaban las horas y nadies me daba razón, hasta que salió una enfermera a decir que según el dotor a aquella le faltaba dilatar y que volviéramos al otro día. Entoes averigüé por el especialista y ella respondió que me olvidara, que en esos días de navidá todo mundo se iba de rumba o de paseo. Yo le pregunté que qué carajo era la tal navidá y ella dijo que tampoco sabía, pero que todos los años por esa misma época todo se paralizaba. Pero aguarde voy al baño y le acabo de contar”.
pamear@telmex.net.co

1 comentario:

JuanCé dijo...

Oiga primo: dónde deje de contar va a tener un problema el verriondo conmigo...