miércoles, octubre 03, 2012

Carros engallaos.


Queda uno boquiabierto al conocer la tecnología de los vehículos último modelo, aparte de que cada serie supera a las anteriores en lujo, comodidad, ayudas electrónicas y demás aditamentos. Los sistemas del motor, suspensión, caja de cambios, rodamientos y demás perendengues ya no se parecen a lo de antes, cuando cualquier falla la arreglaba el mecánico de confianza y si la varada lo cogía en carretera, en los pueblos conseguía repuestos y quién se los cambiara. Hoy en día para cualquier inconveniente con el vehículo toca llamar una grúa y llevarlo al concesionario para que lo conecten a una computadora que diagnostica. Además en nuestra época los daños de latonería se arreglaban a punta de martillo, masilla, hueso duro y lija de agua, y no como ahora que cambian las piezas enteras así el rayoncito sea insignificante.

A muchos carros modernos y sofisticados no les falta sino hablar, como al famoso auto fantástico de la serie de televisión. El chofer cierra el suiche, se baja y tira la puerta, sin preocuparse de cerrar ventanillas, poner seguros o apagar las luces, porque todo se hace como por arte de magia. Ya no existen las llaves, que tanto embolatan las señoras, porque las reemplazaron por tarjetas electrónicas u otros mecanismos aún más sofisticados. Las plumillas se prenden solas cuando empieza a lloviznar y aumentan su velocidad según peleche el aguacero. Para echar reversa basta mirar una pantalla en el tablero que muestra lo que hay detrás, mientras luces y alarmas avisan la proximidad de los obstáculos. Y ahora me entero de que algunos carros de gama alta no traen llanta de repuesto, porque los pinchazos no desinflan las ruedas de inmediato sino que la computadora avisa cuál sufrió la avería y cuánta distancia puede recorrer antes de repararla.

Durante nuestra juventud ni siquiera llegamos a imaginarnos semejantes tecnologías, porque los carros de entonces venían estrictamente con lo necesario para funcionar: luces, plumillas, seguros en las puertas, llanta de repuesto, gato y cruceta; ni siquiera direccionales, porque para ello el conductor sacaba la mano y señalaba hacia dónde iba a girar o si pensaba detenerse. El único lujo que tenía el DeSoto 55 de mi casa era un radio de sintonizar con teclas, que sólo cogía unas pocas emisoras en AM. Por lo tanto la obsesión de la muchachada era tratar de convencer a los papás para que accedieran a ponerle gallos al carro familiar, inspirados en las naves que piloteaban Valerio Hoyos, Fabio Escobar, Armando Gómez, Enrique Molina o Jairo Gómez.

A principios de la década de 1970 llegaron el Simca 1000 y el Reanult 4 a reemplazar aquellos carros americanos, grandes, pesados y para nosotros pasados de moda. Los nuevos pichirilos, aunque parecían de juguete, eran vistos por todos con admiración y en ellos nos sentíamos como si manejáramos carros de carreras; el Simca, con asientos delanteros individuales y palanca en el piso, era toda una novedad. En cambio el R4 era un carro básico, que ni guantera traía, pero lo llevaba a donde quisiera y no molestaba para nada; aún hoy se ven muchos dando guerra en las vías. El caso es que los mayores eran muy reacios a dejarle hacer cambios al vehículo original, pero en cambio los jóvenes platudos que tenían carro propio sí se daban gusto engallándolo.

Lo primero era conseguir unos rines de magnesio y ponerles llantas anchas. Una raya que lo atravesara desde la trompa hasta la cola, por toda la mitad, pintada de un color vistoso. Las calcomanías de moda, el conejito de Playboy, STP, Castrol, Michelín y demás, se le pegaban en el guardabarros delantero, adelantico de la puerta del chofer. El timón se reemplazaba por uno pequeño forrado en cuero, la palanca de cambios también especial y un resonador en el mofle para que el vehículo no pasara desapercibido. En la consola le instalaba un equipo de sonido Pioneer y los propios para ese trabajito eran Tarzán y un señor de apellido Puerta, quien era más pulido y por ende más carero.

Al Renault 6 le bajaban los amortiguadores traseros para que no quedara culiparao y al R4, cuando había que repararle máquina, se aprovechaba para acondicionarle un kit de R12 y el carrito quedaba volando; claro que se desajustaba muy pronto porque la carrocería no aguantaba el voltaje del potente motor. Unos años después empezaron a vender cinturones de seguridad y todos ahorramos para comprar un par e instalárselo al carro de la casa, aunque eran de adorno porque entonces nadie los utilizaba.

Ponerle un tacómetro y otros instrumentos extras encima del tablero era de muy buen gusto; forros de pana o tela escocesa para proteger la cojinería; luces exploradoras; unas buenas cornetas que reemplazaran el pito; pintar parachoques y rines del mismo color del carro y resaltar los letreros de las llantas con blanco; pegar el extinguidor en un lugar visible y otros gallos que se me escapan, eran las características que le daban a cualquier carro el calificativo de lancha o nave. Porque vehículo que envejeciera en su estado original era llamado caspa, caracha, mecha, llaga, amasao, chatarra o pelle.

En todo caso gozamos mucho al engallar aquellos carros de antaño, actividad en desuso porque está claro que lo único que les falta a los vehículos modernos es que se manejen solos.
pamear@telmex.net.co

3 comentarios:

JuanCé dijo...

Pabloprimo:
Gocé como un enano en un ascensor de modelos en minifalda; esos carritos que mencionas eran maravillosos para nuestras carreteras; se tardaba uno el doble en llegar a su destino y tenían el inconveniente de no tener espacio suficiente para uno dormir.
Tuve la osadía y el gusto inmenso de viajar en un R4 hasta la frontera de Perú y Chile y sólo tuvimos como problema un pinchazo en Lima.
Un viaje por sitios donde nos contaban que mas tarde pasaria una carretera...
Que vivan tus carachos.
JuanCé

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Con eso de los carros con tanta tecnología, pasa como con los celulares y los computadores. No ha aprendido uno a manejar un modelo, cuando ya ha aparecido otro.

La experiencia me dice que se puede vivir sin tanta "maricada". Ayy! pariente lejano, me siento como en las arenas movedizas con eso de tanta tecnología.

Anónimo dijo...

Ya estamos cerca de los que se manejan solos... al menos se parquean solos ya hoy en día.

Y del poderoso Renault 4 no crean que ha muerto, asó como se hizo con en New Beattle, el Ciencuechento, Mini...Solo es que pongan en google Renault 4 concept car y vean las imágenes que salen.


Será que nos va a tocar que vuelen???