jueves, abril 07, 2016

Meto la cucharada.

Por ser juez y parte no había opinado acerca del debate originado por el cambio de nombre del parque de la avenida Santander con calle 48, remodelado y puesto al servicio de la comunidad, pero como ya está todo consumado puedo meter la cucharada. La administración municipal aprovechó la obra para hacer una distinción a las mujeres manizaleñas, por lo que resolvió quitarle el nombre que tenía hasta ahora y que hacía homenaje a mi abuelo, el escritor costumbrista Rafael Arango villegas.

De manera que pasó a llamarse Parque de la mujer, Luz Marina Zuluaga, y de una vez honraron a una dama que puso en alto el nombre de Manizales desde que obtuvo la corona mundial de la belleza hace ya tantos años. Eso está bien, muy bonito el parque, moderno, funcional, agradable, pero no entiendo por qué le quitaron de un plumazo el reconocimiento a don Rafa. Él se ganó ese homenaje por su talento y sacrificio, por ser hombre íntegro y ciudadano ejemplar, porque fue un escritor reconocido en el medio literario nacional.

Claro que la mayoría de la gente no sabía que ese parque se llamaba así, porque siempre se le dijo el Parque de los enamorados. Y ello se debe a que en su momento no tuvieron el detalle de erigir un busto del escritor, con una placa conmemorativa que resaltara su nombre y demás datos pertinentes; nada, se contentaron con una plaquita que acomodaron por allá en un sardinel. Eso de cambiarle el nombre a las cosas es muy común en este país, como el puente Pumarejo, en Barranquilla, cuyo nombre original es el del expresidente Laureano Gómez.

Dicen que gaseosa mata tinto y sin duda en la actualidad Luz Marina es más taquillera que mi abuelo, aunque muy distinto pensamos quienes conocemos la obra del escritor costumbrista; lo triste es que cada vez somos menos, porque a la juventud moderna poco le interesan ese tipo de cosas. Y si era mucho el afán por perpetuar el nombre de nuestra Mis Universo, podrían haberle quitado el nombre al parque José María Escrivá, conocido como de Las garzas y localizado en el barrio Palermo, y erigir allí el busto de Luz Marina; porque solo a un concejal rezandero se le pudo ocurrir dedicar uno de nuestros parques al cura español, lo que es como si en Madrid bautizaran una de sus plazas con el nombre del Padre Hoyos.

El 8 de marzo la edición virtual de El Tiempo publicó una nota acerca de la noticia y en ella el reportero informa que a mi abuelo lo desbancaron por ser un escritor de tendencia ‘machista’; y copia un texto de la Historia Sagrada del maestro Feliciano Ríos, donde el zapatero borrachín se refiere de manera despectiva a las damas. Ese mequetrefe merece que lo echen del periódico, por ignorante. También notifica que la Secretaría de Desarrollo Social aseguró que la idea es no dejar perder la memoria del escritor caldense y para ello podría destinarse una obra futura, como las estaciones de bicicletas públicas.

Imagino el orgullo de mi familia cuando veamos el nombre del abuelo en una de esas estaciones, un larguerito con techo donde parquean una docena de ciclas. ¡Tremendo homenaje!

Advierto, a don Rafa esas cosas lo tenían sin cuidado. Cierta vez la sociedad de Manizales le rindió un homenaje y uno de los oradores propuso que levantaran un busto del escritor, a lo que él respondió que les agradecía mucho, pero que mejor se lo ‘levantaran’ a Gracielita, su hija mayor, quien estaba próxima a participar en un concurso de belleza.

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