Por ser juez y parte no había
opinado acerca del debate originado por el cambio de nombre del parque de la
avenida Santander con calle 48, remodelado y puesto al servicio de la comunidad,
pero como ya está todo consumado puedo meter la cucharada. La administración
municipal aprovechó la obra para hacer una distinción a las mujeres
manizaleñas, por lo que resolvió quitarle el nombre que tenía hasta ahora y que
hacía homenaje a mi abuelo, el escritor costumbrista Rafael Arango villegas.
De manera que pasó a llamarse
Parque de la mujer, Luz Marina Zuluaga, y de una vez honraron a una dama que
puso en alto el nombre de Manizales desde que obtuvo la corona mundial de la
belleza hace ya tantos años. Eso está bien, muy bonito el parque, moderno,
funcional, agradable, pero no entiendo por qué le quitaron de un plumazo el
reconocimiento a don Rafa. Él se ganó ese homenaje por su talento y sacrificio,
por ser hombre íntegro y ciudadano ejemplar, porque fue un escritor reconocido
en el medio literario nacional.
Claro que la mayoría de la gente no
sabía que ese parque se llamaba así, porque siempre se le dijo el Parque de los
enamorados. Y ello se debe a que en su momento no tuvieron el detalle de erigir
un busto del escritor, con una placa conmemorativa que resaltara su nombre y
demás datos pertinentes; nada, se contentaron con una plaquita que acomodaron
por allá en un sardinel. Eso de cambiarle el nombre a las cosas es muy común en
este país, como el puente Pumarejo, en Barranquilla, cuyo nombre original es el
del expresidente Laureano Gómez.
Dicen que gaseosa mata tinto y sin
duda en la actualidad Luz Marina es más taquillera que mi abuelo, aunque muy
distinto pensamos quienes conocemos la obra del escritor costumbrista; lo
triste es que cada vez somos menos, porque a la juventud moderna poco le
interesan ese tipo de cosas. Y si era mucho el afán por perpetuar el nombre de
nuestra Mis Universo, podrían haberle quitado el nombre al parque José María
Escrivá, conocido como de Las garzas y localizado en el barrio Palermo, y erigir
allí el busto de Luz Marina; porque solo a un concejal rezandero se le pudo
ocurrir dedicar uno de nuestros parques al cura español, lo que es como si en
Madrid bautizaran una de sus plazas con el nombre del Padre Hoyos.
El 8 de marzo la edición virtual de
El Tiempo publicó una nota acerca de la noticia y en ella el reportero informa
que a mi abuelo lo desbancaron por ser un escritor de tendencia ‘machista’; y
copia un texto de la Historia Sagrada del maestro Feliciano Ríos, donde el zapatero
borrachín se refiere de manera despectiva a las damas. Ese mequetrefe merece
que lo echen del periódico, por ignorante. También notifica que la Secretaría
de Desarrollo Social aseguró que la idea es no dejar perder la memoria del
escritor caldense y para ello podría destinarse una obra futura, como las
estaciones de bicicletas públicas.
Imagino el orgullo de mi familia
cuando veamos el nombre del abuelo en una de esas estaciones, un larguerito con
techo donde parquean una docena de ciclas. ¡Tremendo homenaje!
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