viernes, mayo 12, 2006

Destinos Ingratos

En este país donde conseguir trabajo es tan complicado, nadie puede darse el lujo de que la coloca sea de todo su agrado y no queda sino desempeñarla de la mejor manera posible. Siempre habrá oficios más malucos que el de uno. Destinos jartos como el de recolector de basuras, celador nocturno, aseador de baños públicos, cotero, ayudante del camión repartidor de carne, vendedor de semáforo y otros mil etcéteras. Hay otros de más estatus pero que son delicados de ejercer, como es el caso de los vendedores de cualquier producto. Porque si no es muy hábil en su oficio, le cogen pereza y nadie querrán atenderlo. Es común que en las empresas pasen la voz que llegó la vendedora de seguros, el que ofrece enciclopedias o cursos de inglés, y todo el mundo se hace el ocupado o se esconde.

En las ventas el más ingrato es el de ofrecer seguros exequiales y servicios de funeraria, porque la mayoría de la gente piensa que si ha pasado la vida saltando matones, qué va a preocuparse por lo que suceda después de que deje el vicio de respirar. Mínimo en una fosa común lo acomodan y puedo asegurar que nadie se ha quejado por incómodas o faltas de privacidad. En cambio los parques cementerios ofrecen un paisaje espectacular, tranquilidad absoluta, árboles y jardines, como si al finado le importara que pase la vía del tren por encima o la visual desde su lote no sea la mejor. Además, para qué árboles si termina uno fungiendo de abono. Y les ponen nombres como Jardines de la esperanza, como si todavía quedara alguna. Tampoco me gusta Los Olivos, porque las aceitunas son deliciosas, pero en vida. Existiendo nombres más folclóricos como "Salsipuedes" o El último polvo.

El pionero del negocio funerario en Manizales fue don Aparicio Días Cabal, personaje cívico que cuando empezaba el invierno y los deslizamientos de tierra abundaban, él donaba los cajones a los más necesitados. Siempre apoyó el deporte y como era poeta y artista, convirtió su casa en un verdadero museo. Era como un Louvre casero. Claro que sin obras de arte, pero con elementos tan valiosos como la cama donde durmió Carlos Arturo Rueda C. También le jalaba a la publicidad e inventó un eslogan que va a pasar a la historia: "Funeraria La Equitativa, cívica, cultural y deportiva". Una buena frase hace carrera y como a esos negocios les ponen nombres lúgubres y románticos, deberían revolverle creatividad al asunto. Que tal "Crematorio Torquemada, donde garantizamos una buena chamuscada". O este otro: "Si no quiere desprenderse de su ser querido, se lo entregamos término medio, tres cuartos o sofreído". Otro buen nombre puede ser "Crematorio El Fogón, si no tiene para el gas, se lo asamos al carbón"; o "Funeraria El ataúd, donde trabajamos pensando en Ud." También pueden ofrecer gabelas como "Atención diurna y nocturna, y le encimamos la urna".

Pero miren que la cosa tiende a cambiar. Inauguraron en Manizales un negocio con un nombre bien original, y en el periódico lo promocionaron durante una temporada. Se llama "Crematorio Juana de Arco". Ofrecen todos los servicios e imagino que reciben el fiambre ya listo o cuando todavía no ha expirado, pero ya anda con gallinazo al hombro y está generando muchos gastos; también se podrá escoger entre el horno tradicional o la quema en pira funeraria, como la valiente guerrera, con sambenito, llegada en burro, noveleros contratados y tal.

Para terminar relato lo que me sucedió. Y es completamente cierto. Al otro día de enviar mis papeles del Instituto Oncológico para su trámite en la EPS correspondiente, me llamó una vendedora a ofrecer un plan exequial. Empezó mal porque era la hora de la siesta y cuando le pregunté por qué me escogió, respondió que pura casualidad porque hace una lista al azar del directorio telefónico. Tenete y no corrás. El novio o un "comisionista" deben pasarle los datos del cliente potencial, cuando llega alguno con diagnóstico reservado. Le dije que no me interesaba. Insistió en que el velorio es muy importante, y respondí que mamola, que para que todo el mundo se reúna a hablar mal de mi y a tomar tinto, tiempo sobra. Y que el cajón qué. Dios me libre, porque no me gasto un peso en ese rubro para echarle candela al rato. La carroza fúnebre me parece muy lúgubre y algún amigo me lleva en la bodega del carro; y urna tampoco requiero, porque una caja de zapatos sirve igual para empacar el rescoldo.

Entonces la mujer me dio el dato del costo de la simple cremación, el cual me pareció muy barato, a lo que ella comentó que si era pronto, había un descuento del 20%. Hace unos meses, cuando me referí en un escrito a mi "catastrófica" enfermedad, al día siguiente llamó otro a tantear el terreno. A ese le fue mejor porque habló con mi señora. Una última recomendación, es que llegado el momento me quiten hasta la piyama. Está muy trajinada, pero seguro a un viejito de un asilo puede servirle. A la larga él tampoco la va a usar por mucho tiempo. También ofrezco varios pares de zapatos que tengo como nuevos, porque hace 10 años utilizo una silla de ruedas para movilizarme y por eso tienen la suela cero kilómetros.

Les reitero que no estoy inventando ni una coma. Es mas, me someto a la maquina de la verdad

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