Con toda seguridad muchos van a relacionar el título de esta columna con los servicios que prestan ciertos personajes, de ambos sexos, que sí saben lo que es explotar el negocio. Pues fíjense que no, porque me refiero es a los servicios públicos. Y la analogía entre las dos palabras, que solo se diferencian en una letra, porque hasta la tilde es común, se debe a que a los colombianos nos tienen agarrados de las verijas con el pago de las facturas que aparecen cada mes, sin excepción, por debajo del portón. Si consultan el diccionario, podrán comprobar que pubis y verijas tienen mucho en común y es precisamente de ahí de donde nos tienen apretados.
Ahora la gente trabaja para pagar facturas. Lo que nuestros padres cancelaban con plata de bolsillo, hoy en día representa un alto porcentaje de los ingresos de cualquier asalariado. Lo preocupante es que si usted tiene archivadas las facturas del último año, puede notar que las tarifas suben como espuma y por más esfuerzos que haga para controlar el consumo, no hay poder humano que logre disminuir las cifras. El papá echa vainas a toda hora porque no apagan los bombillos innecesarios, se bañan muy largo, conversan por teléfono a toda hora y consumen sin medida, pero de nada sirve porque los costos no bajan ni a palo.
Es noticia diaria las quejas de los usuarios por errores en la facturación, y da tristeza ver una humilde mujer que acostumbra cancelar doce mil pesos mensuales por un determinado servicio, y cualquier día recibe una factura por medio millón. Nadie tiene duda de que se trata de un error, pero en este país del Sagrado Corazón el usuario debe cancelar primero y luego hacer el reclamo, y ahí radica el problema porque semejante monto no lo conocen ni en sueños la mayoría de nuestros conciudadanos.
Ojo a esta perla. Mi hermano vive solo en una casita campestre y cuando quiso revisar el consumo de energía eléctrica de los últimos seis meses, comprobó que en dos oportunidades la suma cobrada era exagerada. Vino el reclamo, con todas sus filas y talanqueras, y al fin resolvieron que tenía razón, e hicieron un promedio del consumo para así establecer el monto a cobrar. Llegó la nueva factura y el valor siguió muy alto, porque las bellezas de la CHEC sacaron el promedio con los dos meses que presentaban error a favor de ellos. Con caras gana la empresa y con sellos pierde usted.
Tenemos la mejor agua del mundo pero a precio de vino blanco. La recogida de basuras es venenosa de costosa y al menos en mi barrio, proceden con el trabajo a media noche y despiertan los vecinos, porque aunque no es culpa de los empleados, a esa hora un camión de semejante tamaño suena como un portaaviones, y ni hablar de la manipulación de las canecas. En la factura del teléfono cobran hasta los malos pensamientos y en la del celular se equivocan cada mes. Por lo único que nadie chilla es por el costo de la televisión por cable, porque sigue siendo la entretención más barata que existe.
Ahora lo que tiene a todo el mundo furioso y renegando es el asunto del gas. Cuando nos instalaron el servicio de gas natural lo vimos con buenos ojos porque aparte de que las primeras facturas llegaron muy baratas, evitamos el comprar los cilindros, sin contar que muchas veces se terminaba el gas en el preciso momento de la jabonada en la ducha. Como era de esperarse el costo del combustible empezó a subir, pero debemos reconocer que el servicio es excelente, porque nunca lo suspenden.
Lo que nos ha sacado la piedra a muchos, es que después de varios años de tener el servicio instalado por funcionarios de la empresa prestadora, vengan ahora a decir que hay muchas cosas que deben cambiarse o complementarse, y que en caso de no seguir las indicaciones por parte del usuario, simplemente le cancelan el servicio y lo dejan colgado de la brocha. Entonces empiezan a visitar su domicilio diferentes funcionarios -siempre a la hora del almuerzo, de la siesta o cuando usted está en el escusao-, para buscarle peros a sus gasodomésticos y a la instalación, la cual, repito, fue hecha por ellos mismos.
Que la chimenea no sirve, que marca muy alto el gas carbónico, que las tuberías deben cambiarse, que es mejor variar de sitio el calentador y otras tantas “recomendaciones”; proceden luego a pasar la cotización de los trabajos necesarios, no sin antes advertir que si lo hacen ellos, el costo será diferido a varios meses y cobrado en la factura. También informan que el trabajo lo puede hacer un particular, pero que un inspector debe dar el visto bueno a las obras. Muchas personas, por la pica, prefieren esta última opción para no darles la ganga de semejante negocio. En cambio otros escogen que sean ellos mismos quienes procedan con los remiendos para que después no vengan a joder. En todo caso ese “machete” tiene a los usuarios trinando de la ira.
Para completar, nos clavaron un nuevo impuesto dizque para la seguridad ciudadana. La única seguridad es que quedará institucionalizado por los siglos de los siglos. No le busque.
Ahora la gente trabaja para pagar facturas. Lo que nuestros padres cancelaban con plata de bolsillo, hoy en día representa un alto porcentaje de los ingresos de cualquier asalariado. Lo preocupante es que si usted tiene archivadas las facturas del último año, puede notar que las tarifas suben como espuma y por más esfuerzos que haga para controlar el consumo, no hay poder humano que logre disminuir las cifras. El papá echa vainas a toda hora porque no apagan los bombillos innecesarios, se bañan muy largo, conversan por teléfono a toda hora y consumen sin medida, pero de nada sirve porque los costos no bajan ni a palo.
Es noticia diaria las quejas de los usuarios por errores en la facturación, y da tristeza ver una humilde mujer que acostumbra cancelar doce mil pesos mensuales por un determinado servicio, y cualquier día recibe una factura por medio millón. Nadie tiene duda de que se trata de un error, pero en este país del Sagrado Corazón el usuario debe cancelar primero y luego hacer el reclamo, y ahí radica el problema porque semejante monto no lo conocen ni en sueños la mayoría de nuestros conciudadanos.
Ojo a esta perla. Mi hermano vive solo en una casita campestre y cuando quiso revisar el consumo de energía eléctrica de los últimos seis meses, comprobó que en dos oportunidades la suma cobrada era exagerada. Vino el reclamo, con todas sus filas y talanqueras, y al fin resolvieron que tenía razón, e hicieron un promedio del consumo para así establecer el monto a cobrar. Llegó la nueva factura y el valor siguió muy alto, porque las bellezas de la CHEC sacaron el promedio con los dos meses que presentaban error a favor de ellos. Con caras gana la empresa y con sellos pierde usted.
Tenemos la mejor agua del mundo pero a precio de vino blanco. La recogida de basuras es venenosa de costosa y al menos en mi barrio, proceden con el trabajo a media noche y despiertan los vecinos, porque aunque no es culpa de los empleados, a esa hora un camión de semejante tamaño suena como un portaaviones, y ni hablar de la manipulación de las canecas. En la factura del teléfono cobran hasta los malos pensamientos y en la del celular se equivocan cada mes. Por lo único que nadie chilla es por el costo de la televisión por cable, porque sigue siendo la entretención más barata que existe.
Ahora lo que tiene a todo el mundo furioso y renegando es el asunto del gas. Cuando nos instalaron el servicio de gas natural lo vimos con buenos ojos porque aparte de que las primeras facturas llegaron muy baratas, evitamos el comprar los cilindros, sin contar que muchas veces se terminaba el gas en el preciso momento de la jabonada en la ducha. Como era de esperarse el costo del combustible empezó a subir, pero debemos reconocer que el servicio es excelente, porque nunca lo suspenden.
Lo que nos ha sacado la piedra a muchos, es que después de varios años de tener el servicio instalado por funcionarios de la empresa prestadora, vengan ahora a decir que hay muchas cosas que deben cambiarse o complementarse, y que en caso de no seguir las indicaciones por parte del usuario, simplemente le cancelan el servicio y lo dejan colgado de la brocha. Entonces empiezan a visitar su domicilio diferentes funcionarios -siempre a la hora del almuerzo, de la siesta o cuando usted está en el escusao-, para buscarle peros a sus gasodomésticos y a la instalación, la cual, repito, fue hecha por ellos mismos.
Que la chimenea no sirve, que marca muy alto el gas carbónico, que las tuberías deben cambiarse, que es mejor variar de sitio el calentador y otras tantas “recomendaciones”; proceden luego a pasar la cotización de los trabajos necesarios, no sin antes advertir que si lo hacen ellos, el costo será diferido a varios meses y cobrado en la factura. También informan que el trabajo lo puede hacer un particular, pero que un inspector debe dar el visto bueno a las obras. Muchas personas, por la pica, prefieren esta última opción para no darles la ganga de semejante negocio. En cambio otros escogen que sean ellos mismos quienes procedan con los remiendos para que después no vengan a joder. En todo caso ese “machete” tiene a los usuarios trinando de la ira.
Para completar, nos clavaron un nuevo impuesto dizque para la seguridad ciudadana. La única seguridad es que quedará institucionalizado por los siglos de los siglos. No le busque.
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