La “cosa”. Otra de las formas de llamar la marihuana en tiempos de nuestra juventud, y sinónimo de maracachafa, bareta, chirosa, marusca y muchos otros apelativos por el estilo. Por cierto, los candidatos presidenciales dieron sus opiniones acerca de la dosis personal, como si el problema fuera que un cliente se meta su cachito cuando le provoque. Sobre todo porque dicha dosis no sirve para comercializar –ya que se trata de un simple “moño” y no de varias arrobas de yerba-, y al que le gusta, pues le sabe. Porque meterse a un cafetal antes de la seis de la mañana a coger café, envuelto en plásticos para no lavarse desde tan temprano con las ramas enguachinadas y aguantar los moscos, el esfuerzo, y todo eso a palo seco, sin revolverle nada, no lo resiste ni el más varón. Los políticos del mundo entero aseguran que ni siquiera han probado una porquería de esas, pero si los someten a un detector de mentiras deben ser muy pocos los que ganan el examen. Que no sean drogadictos es una cosa, pero que no hayan ensayado aunque sea por curiosidad, es otra.
No veo la hora de que se realicen las elecciones presidenciales la semana entrante para que salgamos de esto. Y no es solo porque quiero que Uribe gane su reelección, si no que evitamos tener que seguir con esta pelotera hasta el próximo mes y esperar una segunda vuelta. Porque después de la insoportable campaña para el Congreso, con semejante cantidad de candidatos que nos dejaron empalagados con tal de conseguir su curul, seguir otros tantos meses en las mismas es algo que aburre al ciudadano. La única diferencia a favor en este caso, es que son pocos los aspirantes y por ello el bombardeo menos agobiante.
Y me gusta el Presidente porque hasta ahora son más las cosas buenas que puedo reconocerle, que las malas, sin ser un gobiernista furibundo que cree que todo avanza de maravilla. No soy iluso y me percato de muchas irregularidades que se cometen en nombre del poder, pero manejar semejante avispero sin meterle politiquería es prácticamente imposible. Basta compararlo con gobiernos anteriores, cuando aparte de la corrupción y el abuso de poder, los personajes eran antipáticos, ineptos, oportunistas y hasta desagradables al oído. Al menos yo, no había estado contento con un mandatario a unos pocos meses de finalizar su mandato, desde la época de Carlos Lleras Restrepo; y aclaro que en esos tiempos yo era un muchacho que no me interesaba en dichos asuntos.
Los opositores de Uribe, que son muchos y cada día se reproducen, decidieron sacarle los trapitos al sol después de cumplido el 90% del período presidencial. Unos por convicción y otros muchos por hacerse notar o sacarle jugo económico a la situación, aprovechan cualquier suceso para darle palo al Primer mandatario. “Polo” porque bogas y “polo” porque no bogas. Por ejemplo, qué tiene de malo o perjudicial para el país que el hombre sea sencillote, se ponga una ruana, un sombrero o un poncho, no acostumbre mezclarse con el jet set, utilice el lenguaje popular y su familia sea de bajo perfil. Al anterior lo criticaban porque viajaba por el mundo entero, y a este lo mantienen seco porque se presentó en España con un vestido de gala que le queda grande. Un finquero criado entre caballos y novillos no sabe ser refinado en el vestir; haga de cuenta un ingeniero civil. Lo acusan de populachero por recorrer el país y romper el protocolo para revolverse con el vulgo, pero si se queda encerrado en Palacio también le sacan peros. Lo que nadie puede negar es que trabaja sin descanso. Yo acepto las críticas serias y fundamentadas, pero me tiene sin cuidado que utilice diminutivos, que la mujer sea parca, que a los muchachos les guste la rumba y las viejas buenas (sin hacer escándalos públicos) o que acostumbre hacer yoga y tomar esencias florales.
El candidato Gaviria es un hombre afable, inteligente, con una hoja de vida muy completa y su aspecto físico es agradable. Lo que pasa es que esas cualidades no son suficientes para manejar esta leonera, porque recordemos que para poder gobernar es necesario mantener contento al Congreso, y todos sabemos cómo se logra ese cometido. Otra cosa que los colombianos le critican al Polo Democrático es que sus dirigentes critican, se oponen y todo les parece malo, pero pocas veces presentan soluciones para el asunto que critican. Prometer y hacer hipótesis es fácil, pero de ahí a realizarlo hay mucho trecho. Es como prometer para meter y después de haber metido, no cumplir lo prometido.
A Serpa no me lo trago y no es por partidismo o fanatismo. Así por encimita, puedo recordar cuando fue escudero de Samper y salió por televisión con el ministro Botero a mentirnos descaradamente. O decir que la campaña está “traquetizada” después de ser partícipe del proceso 8000. Y qué tal aceptar una embajada y luego venir a hacer oposición al gobierno que representó.
Imagino a los dirigentes de la campaña de Uribe haciendo fuerza para que el invierno dure hasta las elecciones, porque la prensa da prioridad a las tragedias, ojala con muertos, por encima de cualquier otra noticia. Además, porque un aguacero desbarata hasta una marcha sindical.
No veo la hora de que se realicen las elecciones presidenciales la semana entrante para que salgamos de esto. Y no es solo porque quiero que Uribe gane su reelección, si no que evitamos tener que seguir con esta pelotera hasta el próximo mes y esperar una segunda vuelta. Porque después de la insoportable campaña para el Congreso, con semejante cantidad de candidatos que nos dejaron empalagados con tal de conseguir su curul, seguir otros tantos meses en las mismas es algo que aburre al ciudadano. La única diferencia a favor en este caso, es que son pocos los aspirantes y por ello el bombardeo menos agobiante.
Y me gusta el Presidente porque hasta ahora son más las cosas buenas que puedo reconocerle, que las malas, sin ser un gobiernista furibundo que cree que todo avanza de maravilla. No soy iluso y me percato de muchas irregularidades que se cometen en nombre del poder, pero manejar semejante avispero sin meterle politiquería es prácticamente imposible. Basta compararlo con gobiernos anteriores, cuando aparte de la corrupción y el abuso de poder, los personajes eran antipáticos, ineptos, oportunistas y hasta desagradables al oído. Al menos yo, no había estado contento con un mandatario a unos pocos meses de finalizar su mandato, desde la época de Carlos Lleras Restrepo; y aclaro que en esos tiempos yo era un muchacho que no me interesaba en dichos asuntos.
Los opositores de Uribe, que son muchos y cada día se reproducen, decidieron sacarle los trapitos al sol después de cumplido el 90% del período presidencial. Unos por convicción y otros muchos por hacerse notar o sacarle jugo económico a la situación, aprovechan cualquier suceso para darle palo al Primer mandatario. “Polo” porque bogas y “polo” porque no bogas. Por ejemplo, qué tiene de malo o perjudicial para el país que el hombre sea sencillote, se ponga una ruana, un sombrero o un poncho, no acostumbre mezclarse con el jet set, utilice el lenguaje popular y su familia sea de bajo perfil. Al anterior lo criticaban porque viajaba por el mundo entero, y a este lo mantienen seco porque se presentó en España con un vestido de gala que le queda grande. Un finquero criado entre caballos y novillos no sabe ser refinado en el vestir; haga de cuenta un ingeniero civil. Lo acusan de populachero por recorrer el país y romper el protocolo para revolverse con el vulgo, pero si se queda encerrado en Palacio también le sacan peros. Lo que nadie puede negar es que trabaja sin descanso. Yo acepto las críticas serias y fundamentadas, pero me tiene sin cuidado que utilice diminutivos, que la mujer sea parca, que a los muchachos les guste la rumba y las viejas buenas (sin hacer escándalos públicos) o que acostumbre hacer yoga y tomar esencias florales.
El candidato Gaviria es un hombre afable, inteligente, con una hoja de vida muy completa y su aspecto físico es agradable. Lo que pasa es que esas cualidades no son suficientes para manejar esta leonera, porque recordemos que para poder gobernar es necesario mantener contento al Congreso, y todos sabemos cómo se logra ese cometido. Otra cosa que los colombianos le critican al Polo Democrático es que sus dirigentes critican, se oponen y todo les parece malo, pero pocas veces presentan soluciones para el asunto que critican. Prometer y hacer hipótesis es fácil, pero de ahí a realizarlo hay mucho trecho. Es como prometer para meter y después de haber metido, no cumplir lo prometido.
A Serpa no me lo trago y no es por partidismo o fanatismo. Así por encimita, puedo recordar cuando fue escudero de Samper y salió por televisión con el ministro Botero a mentirnos descaradamente. O decir que la campaña está “traquetizada” después de ser partícipe del proceso 8000. Y qué tal aceptar una embajada y luego venir a hacer oposición al gobierno que representó.
Imagino a los dirigentes de la campaña de Uribe haciendo fuerza para que el invierno dure hasta las elecciones, porque la prensa da prioridad a las tragedias, ojala con muertos, por encima de cualquier otra noticia. Además, porque un aguacero desbarata hasta una marcha sindical.
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