martes, mayo 08, 2007

SABIA USTED QUE...

A veces uno se entretiene con unas pendejadas que francamente. Ahora recuerdo una sección que aparecía en los diferentes periódicos y se titulaba: “Aunque usted no lo crea, por Ripley”. Sandeces sin pies ni cabeza que con seguridad eran inventadas, porque no creo que nadie fuera a comprobar la seriedad y confiabilidad de los datos allí divulgados. Mientras la mayoría trabaja como burros para conseguir el sustento diario, algunos se las ingenian para vivir a cuerpo de rey con solo poner a funcionar la imaginación. Por algo dicen que el vivo vive del bobo.


Me parece ver la sección a la que hago referencia, la cual presentaba el caso del día en dos o tres renglones y lo acompañaba con un dibujo hecho a la carrera que le daba al lector una idea somera del asunto. Aunque siempre hemos oído decir que a la gente hay que creerle, ahora me entra la duda de la veracidad de dichas informaciones. Bastaba con escoger en el mapa un villorrio apartado en Siberia o La Patagonia, y relatar que uno de sus vecinos nació con las piernas donde deben ir los brazos y viceversa, y que así se las arregló durante muchos años en los cuales adquirió habilidades asombrosas. Entonces no existía la tecnología en las comunicaciones, ni habían inventado internet, por lo que no era probable que alguien se echara el viaje hasta la fuente de la noticia a confirmar el hecho. Porque ahora con la red electrónica el mundo se volvió un pañuelo y en cualquier rincón hay un cibernauta dispuesto a confirmar la información, y desenmascarar el embuste de ser necesario.

Como la mayoría de los casos referidos ocurrieron en el pasado, es posible que hayan resultado del manoseo de los relatos a través de tantas lenguas. Porque si un chisme fresco sufre mutaciones en cuestión de horas, qué podemos esperar de una narración que sobrevive varias generaciones. El ser humano es amigo de exagerar y adornar los cuentos para ponerles ají y emoción, situación que vemos a diario en nuestro entorno.

Alguna vez leí acerca del origen de una palabreja en inglés que utilizan a cada momento para insultar, hacer énfasis en las frases o para cuando se meten un martillazo en un dedo. Me refiero a “fuck”. Pues en una recopilación de datos curiosos decía que la expresión viene de un letrero que debían poner las parejas de enamorados en el portón de su residencia cuando se disponían a cascarle al peluche; y deduzco que era para quienes no se habían casado, porque la palabra fornicar corresponde a tener relaciones sexuales por fuera del matrimonio. Creo que fue el rey Enrique VIII el que implantó dicha norma y el mencionado letrero tenía escrita una palabreja formada con las iniciales en inglés de la ley oficial que decía: “fornicando bajo el consentimiento del rey”. Como es de complicado encontrar un desnucadero discreto para retozar con la amante, y tener que anunciarlo a todo el que pase por el frente de la casa. Con el pereque que ponen las mujeres para acceder a estos encuentros furtivos, imagino lo difícil que sería que se le midieran con semejante restricción. Y qué tal todo el vecindario y los amigos esperando afuera a que salieran los tortolitos para detallarles el caminado y verles la cara que traían.

Otro asunto que pone a pensar es el que tiene que ver con los record Guinness. En un principio parece un tema interesante y curioso, pero a la larga se trata de pendejadas que no aportan nada y que solo producen satisfacción al que las logra. Lo último que supe al respecto es que en un pueblo español se dieron a la tarea de fabricar el chorizo más largo de la historia. Dice la nota que lograron rellenar más de 110 metros de tripa, pero nada mencionan de quienes se lo tragaron y cuántos limones y arepas gastaron para acompañar esa bobadita. De solo imaginarlo quedo empalagado y con agriera.

Otro caso es el de un personaje que entrevisté hace un tiempo en Armenia (Quindío) porque estaba a punto de homologar el hecho de haber visitado todos los países del globo terráqueo. Le faltaban media docena y por lo tanto adelantaba el papeleo para obtener el certificado de Guinness. Recuerdo que el hombre tenía un mapa inmenso en una pared con alfileres que marcaban los diferentes destinos, además de fotos tomadas en el lugar más representativo de cada uno de los países y una camiseta característica del lugar. Lo paradójico es que aunque podía demostrar su estancia en cada sitio marcado, no conocía ninguno en detalle. Porque sus maratónicos recorridos solo le permitían llegar al sitio escogido para la foto, la compra de la camiseta respectiva y salir a la carrera para el próximo destino de la agenda con el fin de visitar la mayor cantidad en cada uno de sus viajes. Valiente gracia.

Me parece un absurdo vivir bien incómodo por lograr tener las uñas más largas jamás registradas o vanagloriarse de ser el humano al que más le ha crecido el pelo. Al momento de morir podré decir que tengo el record de no haber roto ninguna marca de este tipo durante mi existencia. Y así no me blanqueo.
pmejiama1@une.net.co

1 comentario:

Anónimo dijo...

solo para contarte que en serio hay en varias partes de USA, no se el resto del mundo, museos de el famoso "believe it or not" de Ripley...no era inventado!!