miércoles, septiembre 17, 2008

Definamos el asunto.

La única forma de reconocer cualquier cosa, persona o animal, es dándole un nombre que lo distinga de los demás; pero un nombre definitivo para evitar conflictos de identidad. Si a un cachorro lo llamamos todos los días de una forma diferente, el animalito aprenderá a reconocer la voz y el tono, pero nunca responderá solo por el nombre. Lo mismo sucede con un negocio, que debe estar destinado a ofrecer una línea definida. Porque si un día vende parva, el otro medias de seda, después cerveza, luego ferretería y a la semana siguiente resuelve distribuir pelucas, seguro que los clientes buscarán otro lugar para comprar.

En la publicidad un eslogan o símbolo distinguen una marca y llegan a reemplazar cualquier tipo de campaña para promover el producto, como sucede con el chulo de Nike o la musiquita que nos recuerda los cigarrillos Royal. Pero esa tonada o distintivo hay que machacarlos durante años para que el consumidor los reconozca de forma inconsciente. Un letrero de coca cola o el logotipo de Juan Valdez son reconocidos en cualquier parte del mundo.

A las ciudades acostumbramos acuñarles frases que las identifican y así nombramos a París como la Ciudad luz y Nueva York La capital del mundo. En nuestro país Cartagena es El corralito de piedra, Cali La sultana del Valle, Medellín y su eterna primavera y Bogotá a 2600 metros más cerca de las estrellas. Nosotros siempre fuimos reconocidos como La ciudad de las puertas abiertas, aunque de un tiempo para acá cada que asume un alcalde se inventa un eslogan diferente con el fin de pasar a la historia con su idea. Así nacieron frases como Manizales capital del afecto, ciudad viva, el mayor desafío de una raza, una ciudad donde se puede vivir, ciudad universitaria, etc.

Hace unos años adelantaron una campaña publicitaria que tuvo mucho éxito y se refiere a Mi Manizales del alma, con una tonada pegajosa y un logo que en pocos trazos retrata nuestro entorno a la perfección. Por fortuna Juan Manuel alcalde resolvió renunciar al protagonismo y en vez de inventar una nueva campaña, retomó esta última para darle continuidad y aprovechar la acogida que ha tenido desde sus inicios. Y tiene que ser así, porque de lo contrario nadie memoriza la idea y la ciudad sigue a la deriva sin lograr definir su destino. Algunas opciones son, entre otras, dedicarnos a recibir estudiantes a granel, pero con una infraestructura acorde a las necesidades; arrancar en serio con el turismo, aunque ya el Quindío nos cogió mucha ventaja; o meterle con todo a la industria y las exportaciones, pero debemos solucionar primero el tema de las vías de comunicación.

Como manizaleño raizal reconozco que nuestra ciudad se quedó atascada en el camino del desarrollo. Mientras uno no salga de aquí se siente satisfecho por las obras que adelanta la administración municipal, la aparición de nuevos negocios, el auge en la construcción, cierto repunte en el comercio, y una industria emprendedora y bien posicionada en el ámbito nacional, pero basta con viajar a otras regiones para notar la diferencia que existe. Cómo es posible que hoy no haya en este pueblo uno de los grandes almacenes de cadena, y que exista Carrefour en Girardot o Cartago. Aunque ya empezaron con la construcción de un Éxito en Manizales, desde hace tiempo existe en Villavicencio, Facatativá e Ibagué. Con Pereira mantuvimos durante mucho tiempo la discusión sobre cuál de las dos ciudades estaba más desarrollada, y ahora debemos reconocer que hace mucho rato nos cogieron la delantera. Que los dineros calientes han tenido mucho qué ver, aducimos para tratar de justificar el auge que vive la Trasnochadora, querendona y morena (eslogan que por cierto me parece lobísimo), pero nadie podrá decir que son traquetos quienes construyen un inmenso Carrefour (el segundo en esa capital) y un Unicentro majestuoso en la avenida que va a la Villa olímpica. También cuentan con Éxito, Home center, Makro, Alkosto y todo tipo de comercio especializado.

No quiero parecer pesimista, simplemente realista. Un amigo quiso comprar un carro nuevo y llevó su vehículo al concesionario a ver en cuánto lo recibía un intermediario que se encarga de esos negocios. Tasaron el precio y él aceptó, y quedaron de llamarlo al otro día. Pasaron dos semanas y como no se reportaron, alguien le dijo que fuera a Pereira, que la gerente de allá le daba un buen descuento y también le compraban su carro usado. Estando allá se encontró con un amigo pereirano y mientras conversaban sobre café, se enteró de que allá ofrecen un precio mucho mejor para vender el grano a futuro para el próximo semestre; ¡increíble!, un producto que debería comercializarse al mismo precio en todas partes. Yo estaba presente y debí aceptar cuando Javier comentó que eso nos pasa a los manizaleños por chichipatos y retrógrados.

Creo que nuestro fuerte es el desarrollo industrial, pero necesitamos el aeropuerto de Palestina, que anda más empantanado que el patas; el puerto de Tribugá que no está ni tibio; la rectificación de la carretera al Magdalena que se quedará en veremos; el puerto Multimodal de la Dorada del cuál no volvieron ni a hablar; y la Autopista del café que la verán terminada nuestros nietos. ¡Y eso que hoy amanecí optimista!
pmejiama1@une.net.co

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hmmm que baldado de agua fría para los Manizaleños pero es la cruda realidad... los que nos hemos ido de la ciudad, más de una vez pensamos en esto al compararla con las ciudades dónde vivimos. Y aunque es muy grato volver a su tierrita a visitar su familia y amigos... quedarse en ella se de pensarlo puesto que se está quedando rezagada en el recuerdo.

Santiago R dijo...

Estoy de acuerdo y ni hablar si nos comparamos con otras ciudades latinoamericanas, por ello debemos unirnos para apoyar y exigir que se realicen las obras que estamos necesitando. Podemos ser competitivos y atractivos en muchos ámbitos, pero debemos elegir de una buena vez en que queremos enfocarnos y trabajar por ello. Solo estando afuera nos damos cuenta de lo valiosa que puede ser nuestra ciudad!!

Jorge Iván dijo...

Ya va siendo hora de que Manizales y los manizaleños vayan saliendo de ese caparazón que formaron alrededor de su queridura de ciudad. Ustedes a Manizales la cuidaron tanto o más como una mamá a su hija menor, bregando para que quedara bien casada. Ya es hora de que la suelten y le dejen arrimar pretendientes de todas partes. Verán como se pone de interesante esa muchacha. De todas formas, Manizales siempre será del alma

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo totalmente, toca ver en que nos vamos a enfocar y metérsela toda, y en lo que estemos costos dejar entrar entes externos y dejar a un lado un poco el regionalismo. Por ejemplo me parece que tenemos sumamente descuidado el turismo en Caldas. Ojalá este artículo sirva para que nuestra comunidad abra un poco los ojos.