Desde nuestros primeros años oímos hablar del temido fin del mundo, y fueron muchas las teorías de cómo sucedería el tenebroso momento. Los curas siempre metiéndoles miedo a los muchachitos con el cuento que debían mantenerse confesados porque en cualquier momento se presentaba la cita bíblica. Y uno bien pendejo, todavía bisoño después de la Primera comunión, cada que le mentaba la madre a alguien, guindaba a una vecina, le cascaba a un hermanito o se robaba una galleta de la alacena, salía disparado para la iglesia a soltar el embuchado y quedar otra vez cero kilómetros en materia de pecados. Ni riesgos de presentarse en el valle de Josafat con algún guardado, a la hora del Juicio final, porque sin duda lo ponían a hacer fila con los que iban a templar a la paila mocha.
Pensar que todavía hay muchos que pasan la vida pendientes de las predicciones de Nostradamus, o de cualquier otro personaje por el estilo, donde basta leer entre líneas para convencerse de que estamos de un cacho de enfrentar ese temido momento en que veremos el fin de nuestros días. Que un meteorito chocará contra la tierra, y debido a que los rayos del sol no podrán ingresar por el polvero tan espantoso que levanta el impacto, se repetirá la Edad del hielo que también es conocida como glaciación; un ciclo de este tipo acabó con los dinosaurios y por fortuna solo dura, en promedio, 50 millones de años. O que nosotros mismos, por irresponsables, descuidados y conchudos, acabemos con la capa de ozono y enloquezcamos el medio ambiente hasta que fenómenos naturales como tsunamis, huracanes, terremotos, avalanchas y demás tragedias, se encarguen de desaparecernos del mapa. Otra posibilidad es una demente y absurda guerra nuclear que no deje piedra sobre piedra. Y qué tal que, como lo pronostican algunas películas de Hollywood, se aparezcan los extraterrestres y acaben hasta con el nido de la perra. ¡Qué susto!
Sin embargo, ahora me entero de que en Europa andan detrás de un experimento que también puede acelerar el momento funesto. No me pregunten para qué carajo se van a chorrear semejante fortuna en ese embeleco, o qué se ganan con obtener las respuestas que buscan, pero la plata ya se la gastaron y falta poco para obtener los resultados de la investigación. Se trata de reproducir, en una escala mínima, el tan nombrado Big Bang que supuestamente fue una explosión de unas proporciones tales que dizque voló mierda al zarzo, y uno de esos diminutos casquetes que resultaron del fogonazo se convirtió con el paso del tiempo en el globo terráqueo.
El proyecto ha durado 19 años y se realiza en la frontera entre Suiza y Francia. Hicieron un túnel circular forrado en metal, de 27 kilómetros de longitud y a cien metros de profundidad, y es el mayor instrumento científico jamás construido. A pesar de mi ignorancia sobre el tema, entiendo que dentro del túnel la temperatura es de -271 grados centígrados y allí pondrán a girar, al 99.99% de la velocidad de la luz, dos haces de protones en direcciones contrarias. En el momento indicado los harán chocar y esa reacción será leída por uno de los cuatro aparatos llamados colisionadores, y en cuyo interior la temperatura será mayor a la de la superficie del sol. Ahí es que pueden obtener información acerca de lo sucedido una mil millonésima de segundo después de la famosa explosión conocida como Big Bang.
Francamente yo puedo vivir sin saber qué pasó ese día, que por cierto fue hace marras. Me importa un pito, un bledo, un pepino, un carajo, un chorizo, tres tiras, un c… mejor dicho, me tiene sin cuidado el resultado del dichoso experimento. Lo que sí me mortifica es que hayan gastado 8 mil millones de dólares en esa enguanda. Diez mil investigadores de 34 países dedicaron dos décadas a semejante pendejada, en un planeta donde la mayoría de la gente vive en la pobreza absoluta. No hay derecho. Y no aspiro a que repartan semejante cantidad de billete entre los más necesitados, porque dentro de seis meses están todos igual de vaciados, pero sí que lo inviertan en salud, comida y vivienda; otra cosa es que semejante batallón de científicos pudo ocupar todo ese tiempo de trabajo investigativo en beneficio de la humanidad.
Cuántos laboratorios y centros de estudio en el mundo entero saltan matones por falta de presupuesto y de recurso humano, mientras que los países desarrollados dedican grandes partidas económicas a investigaciones que así aporten mucho a la ciencia, no le llenan la barriga a nadie. O que le pregunten a un desplazado de cualquier rincón del planeta si prefiere solucionar sus necesidades básicas, o saber si en Marte hay posibilidades de encontrar agua. Estoy seguro de que si hacen una encuesta mundial, el 99% de la gente prefiere recibir cualquier cosa, aunque sea un puño, en vez de que se gasten la plata en telescopios inter espaciales con los que tratan de descubrir nuevos cuerpos celestes.
Ahora salen con que es posible que el mentado experimento cause dizque un “agujero negro” que puede ocasionar el fin del mundo. ¡Qué vacas! Si con algo más de seis mil millones de agujeros negros no hemos podido acabar con él.
5 comentarios:
Don Pablo:
De acuerdo. Hasta podría ser emocionante saber como fue la cosa del big-bang, pero si no podemos saber, creo que no será muy grave la cosa.
Experimentos de ese tipo llaman a reflexionar sobre la verdadera naturaleza humana; lo que dices es completamente cierto: millonadas en un hueco, mientras la gente muere de hambre, antes que se acabe el mundo.
La única ventaja hombre don Pablo es que si se totean esta pelota de agua y barro con ese dichoso experimento, no nos pueden echar la culpa a nosotros. Así que quedémonos tranquilos esperando el batacazo. Mientras tanto, sigamos jodiéndole la vida a la humanidad con este baile de locos.
José M.
pablo, tu amigo Octavio, para decirte que debes pensar un poco que gran parte de los descubrimientos nuevos en medicina, biología, bioquímica,física, etc., han derivado de experimentación de los programas espaciales, y es muy probable que éste programa traiga muchos más. No puede pensarse con mentalidad de Manizaleño ni aún de Colombiano ni de Latinoamericano en su importancia, pues entre ellos y nosotros existe un abismo de comprensión
Muy bobos. acá en Medellín se puede hacer el mismo experimento, con los mismos o mejores resultados y por 30 millones de pesos, a lo sumo. No es sino coger dos destartalados buses del barrio Castilla y poner a los choferes a guerriarse por esas faldas para llegar de primero al puesto de control. Ya se imaginarán la "frenada" contra el poste que sostiene el reloj
Sumercé. comparto la opinión de Octavio. Lo mismo pasó con los rayos "X", en su época era considerado una bobada, un derroche de dinero y ahora vea lo útiles que pueden ser para la medicina, la cantidad de vidas que pueden salvar entre muchos otros benficios. Lo bueno del hombre es eso, esa curiosidad infinita que lo lleva a descubrir cosas y luego aplicarlas en su entorno.
Saludes
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