El deporte nacional de los colombianos es criticar, sacarle pero a todo, destruir, denigrar, rajar de los demás, estigmatizar y son muchos quienes prefieren aquello que metafóricamente habla de ver el vaso medio vacío. La gente acostumbra joder porque sí, y cada que pagan por un servicio le sacan la plata, pero exigiendo y poniendo pereque por cualquier minucia. Hay que ver a una caranga resucitada cuando pela el cobre en un restaurante, y la primera señal es en el momento que le dan a probar el vino que ordenó y lo devuelve dizque porque está picado; claro, sin conocer siquiera la palabra enología. Luego golpea la mesa porque el pescado está muy cocido, el postre no lo convence y la atención le perece pésima. Y habla duro para que todos se enteren, y manotea, y comenta con sus acompañantes que para eso paga, que si fue que le vieron cara de aparecido. Ahí es que el personal del restaurante escupe en su comida y le hacer todo tipo de maldades; por levantado e insoportable.
Qué bueno erradicar de nuestra idiosincrasia el maniqueísmo que profesan tantos que solo admiten las cosas según sus creencias y preferencias, sin ceder un ápice ante la opinión de los demás; y recordar que todo extremo es vicioso. Hay que tratar de dejar a un lado las manías y obsesiones, el radicalismo, el fanatismo, los odios infundados, los prejuicios y las malquerencias. Cómo es de común oír a alguien decir que fulano le cae gordo y no lo puede ver ni en pintura. Entonces le preguntan si conoce a quien tanto detesta y fácilmente responde que nunca ha hablado con él, pero que dicen que es petulante y se cree caído de la horqueta de Júpiter.
El fanatismo en cualquier campo es dañino y la persona que lo profesa se torna insoportable, pesada y hasta peligrosa. En las religiones tiene muchos adeptos y de ahí salen los extremistas del islam, el terrorismo en Irlanda, los muertos de los Balcanes y las tristemente recordadas Cruzadas, para nombrar algunos ejemplos. Y qué tal el que de pronto se mete al Opus Dei y no vuelve a hablar de otra cosa distinta a la Virgen y a Monseñor José María, y a diario nos insiste para que asistamos a un grupo de oración que puede hacernos mucho bien. Es como si les dieran comisión por cada cliente que lleven.
Se ha convertido en un problema mundial el fanatismo de los seguidores del fútbol. Los hinchas ingleses cargan con la fama y por ello fueron bautizados “huligans”, pero ahora son dulces palomas comparados con lo que sucede en otras latitudes. Para no ir muy lejos aquí en Colombia no faltan las víctimas cuando se enfrentan dos equipos de esos que se tienen bronca. Qué muerte más absurda. Salir uno para fútbol el domingo, dizque a divertirse, y terminar en la morgue con una etiqueta en el dedo gordo del pie. Las autoridades implantan normas y toman medidas para controlar el problema, pero esos guaches después de que visten la camiseta, se fuman su bareta y empuñan una navaja, no hay talanquera que los ataje.
Y qué tal las pasiones que despierta la política. Por ese tema muchas amistades se acaban y algunos hasta terminan dándose en la jeta. Respecto a nuestro presidente Uribe hay dos bandos muy definidos en el país, con la salvedad que quienes lo apoyan forman una mayoría apabullante desde el principio de su primer período. Y aparecen allí los llamados “furibistas”, que defienden al mandatario contra viento y marea y no aceptan que alguien ose criticarlo. Los “antiuribistas” por su parte denigran del Presidente, atacan sus políticas, se burlan hasta de sus atuendos y no le reconocen una sola virtud. Ahí aparece el maniqueísmo: las cosas son buenas o malas. Y punto. Como es de fácil tomar partido, pero aplaudir los aciertos y criticar los errores según la forma como los vea cada uno.
Ahora acosan al Presidente para que resuelva si le va a jalar a la segunda reelección, pero con su reconocida habilidad política responde como el del bolero aquel, que cuando le preguntan que cómo, cuándo y dónde, el siempre responde: ¡quizás, quizás, quizás! Si no le interesara el asunto les habría dicho a sus amigos que no se pusieran a recoger esa cantidad de firmas, e imagino que no permitiría que la Registraduría se gaste 14 mil millones de pesos validándolas. Lo debe tener maluco el hecho que haya que meterle el diente otra vez a la Constitución, porque eso de cambiar las reglas de juego a su amaño no está bien visto; además, cada día tiene menos gobernabilidad por dedicarse a apagar incendios.
Lo que no puede desconocerse es que si uno es Presidente del Club de leones, de la Junta de acción comunal, del Club de tejo o de la Asociación de paperos, y cuenta con el 80% de respaldo de los asociados, no desocupa la silla así de fácil. Y peor si tiene que soltársela al arrogante Vargas Lleras, a la intensa Cecilia López, a Gómez Méndez y su tufillo samperista o al M-19 con Lucho Garzón. De pronto a Juan Manuel, pero con muchas recomendaciones y un recibo donde se comprometa a devolverla para el 2014.
pmejiama1@une.net.co
4 comentarios:
Don Pablo; dió Usted en el clavo con lo de los intolerantes...Esta especie está tmando un auge inusitado en nuestro país y aun en nuestro entorno. Hay amigos que cancelan suscripciones de amistad vitalicias por niñerías, o por el simple placer de no estar de acuerdo en lo que plantea el otro. Otros, con tal de llevar la contraria, se contradicen a sí mismos sin ruborizarse y con el mayor desparpajo siguen como si nada... Es una lástima. Pero bueno, debemos poner un granito de arena para llenar el balde de la tolerancia ente todos.
José M.
Oiste Pablo, fuiste muy tolerante con Juan Manuel, quien tiene mucho de buen Ministro de Defensa. Te lo imaginás haciendo de presidente; mejor dicho no nos aguantaríamos al que chavemos, quien no le recibe ni el saludo de la paz en misa. Es más, creo que hasta nos amenazaría con mandarnos la flota "expreso Bolivariano". Que susto
Yo por eso me guardo mis opiniones bien adentrico, y soy igual de amigo del otro así sea rico o pobre, bobo o inteligente, derechista o izquierdista, macho, hembra o intermedio, alcohólico o straght; en fin lo importante es que sea un buen gato, que sea un parcero.
Hola Don Pablo, como siempre muy actual, ameno e interesante su artículo. Lástima que no se haya referido al desempeño de la selección colombia en la última presentación. Cómo esto ha suscitado críticas acaloradas, aceleradas e irresponsables hacia el técnico Pinto y sus jugadores. Se les olvida que en la vida no todo son triunfos y que hasta los grandes caen una o hasta dos veces...Pienos mucho en la posición dañina, los comentarios nocivos y malintencionados de Jorge Antonio Vélez (olímpico por ello), Iván Mejía, pero lo que más me ha decepcionado es la actitud que está tomando nuestro paisano César Augusto Londoño...parece que el estar tantos años, trabajando en Caracol, al lado de alguien tan imparcial y honesto como lo es DOn Hernán Peláez no le ha servido de nada.
Y Don pablo espero nos podamos ver la próxima semana en Manizales, yo lo llamaré. cordial saludo desde Bogotá. Padre Gustavo misionero en Camerún.
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