Hace unos días recibí por correo la solicitud de un amigo pereirano para que le ayudara a difundir una información de esas que buscan la solidaridad de muchos cibernautas y de esa forma lograr sacar adelante una campaña determinada. Con gusto accedí a compartir el mensaje con varios contactos, porque definitivamente estoy de acuerdo con el asunto que buscan defender. Voy a referirme a lo que dice la nota, pero advierto que no puedo corroborar ninguno de los datos que allí registran porque carezco de pruebas.
Resulta que hace unos años el Circo Hermanos Gasca le entregó al zoológico de Pereira una elefanta porque se encontraba enferma, e imagino que estaban más encartados que el patas con ese animal. Porque uno puede cargar con un perro apestao o una gallina con moquillo, pero con semejante mastodonte estornudando no lidia ni el más guapo. El caso es que fue tanto el alivio del animal que tiempo después dio a luz al primer elefantico que nace en cautiverio en nuestro país.
Como era de esperarse, las gentes de Risaralda y todos quienes visitamos de vez en cuando el zoológico nos regocijamos con el hecho, y el pequeño paquidermo se convirtió en la mascota preferida de propios y extraños. Los niños felices gritándole al pequeño trompón, mientras los adultos se empeñan en tirarle chitos, papitas fritas y cuanta porquería tragan mientras recorren el recinto, ignorando la recomendación de las autoridades del parque que prohíben rotundamente compartir cualquier tipo de alimento con los ejemplares allí exhibidos. Porque eso sí es gustarnos a los colombianos hacer todo lo que no se debe.
El problema es que hace unos días la compañía circense visitó de nuevo la ciudad y procedió a reclamar el elefantico dizque porque les pertenece, y que deben aprovechar ahora que es un cachorro porque les cae de perlas para adiestrarlo y ponerlo a hacer monerías en su caduco espectáculo. Entonces los cibernautas que emprendieron la cruzada invitan a sus contactos a visitar algunos links donde puede verse la crueldad con que enseñan, a punta de garrote, a sus animales para que obedezcan y representen los patéticos shows. Basta con ingresar a Youtube y buscar el video que se refiere al maltrato que ellos infligen a los animales. Después de verlo queda uno estupefacto; mejor dicho, aterrado, verraco, ofendido, triste, escandalizado y seguro de que nunca más asiste a un circo que anuncie animales en su presentación. Hay que mostrarles a los niños semejante aberración, para que no empiecen a joder con la cantaleta que los lleven a disfrutar de cualquier circo pichurrio que visite la ciudad; seguro que así muchos papás se pueden salvar de ese programa tan jarto, además de que concientizan a sus retoños de una práctica detestable y mandada a recoger.
Lo que sí me pareció es que le faltó imaginación al encargado de bautizar al popular cachorro, porque lo llamó Zimbabue. Tengo la idea que el elefante macho del zoológico resultó de la repartición de ejemplares realizada cuando desmantelaron la colección que tenía el tristemente famoso Pablo Escobar en su hacienda Nápoles, y me late que es el papá del pequeño paquidermo. Con un poco de imaginación lo podía haber llamado Patroncito, Orejas, Traquetín o El Trompón. Y que tengan mucho cuidado con ese pequeño cuadrúpedo, porque el taita ya ensartó con los colmillos a un veterinario que le dio papaya. Es que el que entre la miel anda…
Definitivamente si los seres humanos tuviéramos dos dedos de frente ya habríamos erradicado los zoológicos, acuarios gigantes y demás espectáculos donde utilicen animales. Cómo así que para que nosotros nos distraigamos un rato es necesario tener todo tipo de especies confinadas en recintos estrechos y deprimentes. Cambiarle a un león las inmensas llanuras africanas por unos cuantos metros cuadrados con piso de cemento; meter un oso detrás de unos barrotes en vez de disfrutar de bosques y praderas; zampar un hipopótamo en un charco diminuto; o cambiarle a unos micos las ramas y bejucos de la selva amazónica por columpios improvisados, es un crimen de lesa “animalidad”.
Y qué tal una ballena brincando en un tanque que a duras penas le permite girar; focas y pingüinos que en vez de asolearse en las playas patagónicas deben aplaudir y jugar con pelotas a cambio de una sardina; o grandes tiburones que recorren como zombis estanques que simulan su ambiente natural. Y en la arena del circo los elefantes hacen el ridículo; los chimpancés montan en bicicleta; tigres y leones saltan mientras reciben latigazos; y algunos perros visten tutú y danzan con ademanes afeminados. Después de conocer el tipo de vida que llevan estos improvisados artistas, se pregunta uno a quién se le ocurrió decir que el hombre es el único animal racional.
La prueba reina de que un circo no requiere de este tipo de atracciones es el canadiense Circo del sol, donde la única materia prima son la expresión corporal y la capacidad del ser humano para efectuar malabares y shows de todo tipo. De manera que apoyo a nuestros vecinos pereiranos cuando se niegan a entregar al inocente orejón para que lo maltraten, aunque les recuerdo que su zoológico tampoco cumple con los espacios requeridos para que los animales tengan una existencia digna y menos traumática.
2 comentarios:
Si definitivamente los animales a verlos en un safari, si queremos circos el Circ du Soleil no tiene comparación... si queremos ver de la vida acuática volvámonos buzos...
Mejor dicho lo que sea que no implique confinar los animales en recintos... si los queremos ver vamos dónde ellos viven...
el problema Pablo es que por allá en esas llanuras del África hay otra raza de depreradores (los cazadores de pieles y de marfíl) que vienen menguando la población animal. asi que es mejor que Zimbabue y su mamá se queden estirando trompa en el zoologico matecaña, así su espacio sea igual de estrecho que los apartamentos para recien casados.
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