lunes, noviembre 08, 2010

Doble moral.

Quiero saber cómo responden, a quienes corresponda hacerlo, a la pregunta del Presidente Santos acerca de cómo judicializar a un campesino porque cultiva marihuana, cuando en un futuro cercano permitan en California, además de cultivarla, comercializarla y hasta fumársela. Porque ahora perdieron el primer round, pero espere y verá. ¿Cómo así que allá no sería delito, pero en el resto del planeta sí? Entonces qué pasa con los miles de muertos que ha dejado la guerra contra los cultivos ilícitos de cannabis, el daño ecológico al erradicarla bombardeándola con fungicidas, las conciencias que corrompe su influencia, el problema social que genera en las zonas productoras, además de la mala fama que nos ganamos por tener la desgracia de producir la de mejor calidad en la Sierra Nevada de Santa Marta, la “Colombian gold”. Aparte de nosotros, son muchos los países en el mundo que deben cargar con ese sambenito.

Claro que si hacemos memoria, en Colombia duró la bonanza marimbera hasta que los gringos aprendieron a cultivarla allá. A partir de ese momento nuestros traquetos y guerrilleros debieron diversificar, y enfilaron baterías a cultivar matas de coca y amapola. Ojalá que en el país del norte, que son tan avanzados en tecnología, logren además adaptar esas dos plantas a ver si salimos por fin de este berenjenal. Porque ahí nace el poder económico de los violentos, la compra de conciencias, la corrupción y el despeluque general. Seguro ellos producirían drogas de mejor calidad y muy pronto arrebatarán a chicanos y demás latinoamericanos el negocio de exportar a los demás continentes.

Comulgo con la idea de varios dirigentes de la comunidad internacional que proponen enfrentar la epidemia del narcotráfico entre todos, porque no hay derecho a que seamos unos pocos los que ponemos los muertos y las secuelas. Tratar el asunto en la ONU y exigir un compromiso general para buscar una solución definitiva. Hay que poner sobre la mesa la propuesta de legalizar dichas sustancias, porque no parece viable acabar por la vía de la represión con un negocio tan lucrativo; de poco sirve combatir los capos porque son reemplazados por sus secuaces.

No creo que sean muchas las personas que van a convertirse en drogadictas porque legalizan su consumo. Bien es sabido que al ser humano le fascinan las cosas prohibidas y seguro al permitirlas van a perder mucho la gracia. El que ya es un adicto seguirá consumiendo sin importarle que sea legal o no, por lo que debe es trabajarse en la recuperación de los viciosos. Mire que en algunos países de Europa prefieren facilitarles las cosas y así evitar que delincan para conseguir con qué drogarse; y además les regalan las jeringas para combatir la proliferación del SIDA.

En vez de satanizar las drogas ilícitas y aterrorizar a los menores sobre sus peligros, lo que puede despertarles la curiosidad, debemos hablarles del tema sin tapujos ni mojigaterías. Explicarles que a través de la historia, y en todos los rincones del planeta, el hombre ha buscado la forma de drogarse y de producir bebidas alcohólicas; que es algo innato en el ser humano consumir ese tipo de sustancias para embotar sus sentidos. Muchas tribus de Suramérica han consumido la coca de diferentes maneras; desde el conocido mambeo, hasta los que utilizan una especie de cerbatana pequeña con la que soplan el polvo de coca por la nariz de sus compañeros. La chicha, el guarapo o el chirrinche son bebidas que inventaron nuestros ancestros para emborracharse.

Los menores deben entender que muchas personas acostumbran tomarse unos tragos, lo que la mayoría de infantes y jóvenes han visto en sus mayores, pero que el peligro está en que algunos individuos tienen una afinidad con ese tipo de sustancias y ahí es que resultan los alcohólicos. Lo mismo sucede con las drogas, que somos muchos los que las hemos probado por curiosidad o por querer experimentar, con el riesgo que quien se queda enganchado sufre las consecuencias. Entonces ahí sí hablarles de lo que sucede con quienes caen en la adicción, de cómo destruyen sus vidas y las de sus allegados. Enfatizarles en que cada persona es responsable de evitar que algo así le suceda; decirles que muchas veces les van a ofrecer y los van a retar a consumir, por lo que en sus manos queda la decisión.

Doble moral la de los gringos que persiguen a los traficantes foráneos, presionan a los países del tercer mundo para que erradiquen los cultivos ilícitos, combaten con enjundia el lavado de dólares y gastan fortunas en apoyar a las autoridades de los países involucrados para que hostiguen a quienes se lucran de dicha actividad, mientras que poco hacen para frenar el mismo delito cuando sucede adentro de sus fronteras. No cabe duda de que a ellos les duele mucho más la sacada de los dólares de su país, que la introducción de las drogas ilegales.

Todavía mayor la doble moral de nosotros, los colombianos, que despotricamos del consumo del alcohol y censuramos el del cigarrillo, por los problemas de salud y de comportamiento que generan, pero a su vez dependemos de sus rentas para sostener con ellas la salud y la educación en los departamentos. Si nadie vuelve a fumar ni a beber, nos traga la tierra. ¡Tremendo galimatías!
pmejiama1@une.net.co

3 comentarios:

JuanCé dijo...

Pablo:
La doble moral es nuestra, pues no queremos que los vagabundos de New York se intoxiquen y por eso los muertos colombianos durante tantos años; pero hacemos fuerza para que los dolaritos se queden en el país.

Jorge Iván dijo...

en nuestro país ese asunto de la marihuana es tan legal como la corrupción

Anónimo dijo...

Si combatirla no ha dado resultado alguno y cada día hay más... porqué no permitirla?