Al menos los colombianos calmamos la gana de realizar un mundial de fútbol en nuestro territorio, y a fe que salieron bien las cosas. No debemos ignorar, eso sí, que un mundial juvenil como el que organizamos con tanto empeño no le llega ni a los talones a uno de mayores, que con las olimpiadas, son considerados los torneos deportivos más importantes del mundo. Desde 1974 la FIFA eligió a Colombia para realizar el magno evento en 1986, pero cuatro años antes de cumplirse el plazo el presidente de turno decidió declinar tan honrosa designación, ante la imposibilidad de cumplir con los requisitos exigidos. Entonces fue México el designado para repetir, ya que en 1970 organizó un mundial que hizo historia.
En todo caso ya concluido el mundial sub-20, quedan muchas enseñanzas y algunas cosas por mejorar. El sólo hecho de poder mostrarle al mundo la cara amable de Colombia es algo muy positivo, porque una vitrina de esa categoría no es fácil de conseguir. Que los habitantes del planeta sepan que pueden venir a hacer turismo de todo tipo y que el único riesgo que corren es que se quieran quedar. Y ojalá quienes nos visitaron repitan en sus países de origen lo que tanto pregonaron entre nosotros: que los recibimos con los brazos abiertos, que el apoyo de la gente fue espectacular, que la organización impecable y la seguridad absoluta.
Al país le quedan la satisfacción del deber cumplido y unas instalaciones deportivas de primera categoría; estadios que estaban todavía en obra gris, como los de Pereira y Cartagena, quedaron de maravilla; otros, como los de las grandes ciudades que por lo viejos requerían muchas reparaciones, ahora son escenarios modernos y funcionales; y el Palogrande de Manizales, cuya construcción es la más reciente, quedó estrenando gramilla, equipos electrónicos y se finiquitaron algunas obras pendientes. La verdad es que de no ser por el mundial, cuándo habríamos tenido en Colombia lo que en el argot futbolístico se conoce como estadios FIFA.
Sin embargo, a pesar de todo lo bueno y positivo, quedan ciertos puntos que deben ser analizados con detenimiento. Como era de esperarse, nuestro país se esmeró en el aspecto de seguridad porque con la fama que tenemos, además de que es bien ganada, no podíamos confirmarle al mundo que en nuestro territorio no existen garantías para los extranjeros. Para ello montaron los operativos de seguridad necesarios en las ciudades anfitrionas, aunque me pareció exagerado que por ejemplo aquí en Manizales cerraran la avenida Paralela desde las 8 de la mañana, para un doblete que se iniciaba a las 5 de la tarde; lo mismo sucedió con las vías que circundan el estadio en varias cuadras a la redonda, lo que creó un caos vial que incomoda a la ciudadanía. Está bien cuando se trata de encuentros futboleros que generan tensión y calientan el ambiente, pero la verdad es que para los partidos que se jugaron en Manizales no había necesidad de tanta prevención. Basta con recordar que a pocas horas de iniciarse las programaciones, en los alrededores del estadio no volaba una mosca.
Por otra parte quedó demostrado que mucho público ha desertado de los estadios debido a la violencia. En vista de que los encuentros que se jugaron en las diferentes sedes no convocaban hinchas furibundos ni barras bravas, pudieron verse de nuevo en los estadios las familias, con abuelos y nietos, disfrutar del espectáculo. Y aunque las autoridades insisten en dejar los estadios sin vallas que separen la tribuna de la gramilla, no creo que existan garantías para jugadores y árbitros cuando se juegue un clásico entre equipos rivales; poco podrán hacer los policías, que están preparados dizque en artes marciales, para cuidar los accesos a la cancha contra una chusma de energúmenos armados con garrotes y navajas.
Llama la atención el respeto que se tiene en el mundo entero por los dirigentes de la FIFA; unas vacas sagradas que de seguir a ese paso, muy pronto quienes estén ante su presencia deberán hincarse de rodillas para reverenciarlos. Además, las exigencias del organismo internacional para el país que aspira a ser sede son muchas y muy costosas; sobre todo para naciones en vía de desarrollo.
Dejó malestar entre la gente que no pudiera venderse café en los estadios, ya que se trata de nuestro producto estrella. Cómo es que trasmitían por televisión dos partidos diarios y los fines de semana sólo uno. Quién entiende que el día de descanso al finalizar la primera ronda fuera un domingo. Y le quita seriedad al torneo el hecho que un participante, como sucedió con Guatemala, llegue al último partido de la primera ronda con cero puntos, once goles en contra y ninguno a favor, y clasifique con sólo ganar ese último encuentro por la mínima diferencia.
Lástima que el subconsciente no me deje disfrutar al máximo este tipo de eventos, porque no puedo dejar de pensar cuántas cosas podrían hacerse con toda esa plata que gastamos. Porque al menos la infraestructura deportiva queda, pero haberle metido ocho mil millones de pesos a una inauguración, que además salió mal, no deja de mortificarme. Y así Blatter le diga al Presidente Santos que estamos listos para organizar un mundial de mayores, en su fuero interno pensará: “Ahí manece y no lo prueba”.
pamear@telmex.net.co
2 comentarios:
Pablito como así que no vendían café? yo estuve en tres partidos en el estadio de bogotá, incluida la final, y en los tres me tomé deliciosos tintos y capucchinos, de hecho las filas para comprarlos eran más largas que las del baño!
Buenos días Pablo:
Todo lo que usted dice es cierto y me siento plenamente identificado con sus comentarios.
De las jodas y resentimientos que le quedan a uno de una niñez y de una juventud en las que luchamos abrazo partido, sobrevive en un rincón del alma patriotera un poquito de lo que nos dejó don Nicolás Chauvin, visto como malo por algunos y denominado en forma peyorativa como “Chauvinismo, del que no quiero desprenderme a pesar de que es una condición psicológica narcisista y que puede rayar en la paranoia.
A que viene tanta carreta?
Que todavía, finalizado el mundial subveinte, no puedo creer que en la ceremonia de finalización hayan traído unas viejas dizque de los emiratos árabes, que ni siquiera eran de allá. Y las hospedaron en el Holiday In en Bogotá, eran intocables. Solo las mostraron enla ceemonia.
Habiendo en Colombia tanta mujer bella, con belleza de nuestras etnias y de las mezclas de los europeos con los afrodescendientes y con nuestros nativos, hayan tenido que traer gringas? TODAVÍA NO SALGO DEL ASOMBRO!!!!!
Me dolió en el alma por nuestras mujeres.
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