lunes, agosto 22, 2011

Candidato hecho a pulso.

Después de oír a Héctor Jaime Pinilla explicar por qué renunció al IDU, pensé en él como el alcalde ideal para Manizales; además, recordé que un allegado mío conoce al joven abogado desde sus primeros años. Deduje entonces que si Ramiro Henao Jaramillo, una de las personas más rectas y honorables que conozco, ha sido una especie de padrino del joven aspirante, este tiene que ser un buen elemento. Pues llamé a Ramiro para que me contara y esto fue lo que dijo:

A principios de la década de 1980 llegó al estadio en helicóptero Juan Carlos Castillo, ciclista caldense triunfador en una carrera muy importante. Como aficionado a ese deporte, además de ser vecino del estadio, asistí de novelero al acontecimiento. Me encontré allí con el odontólogo Hernán Giraldo, “Afición”, quien me contó que Castillo había surgido de un humilde club ciclístico, el Ciclo Estrella, dirigido por un señor Héctor Pinilla que tenía una tienda a media cuadra de mi casa.

Pues al otro día fui a buscarlo y encontré un local muy humilde, con un surtido que daba grima, y en la trastienda vivía el señor Pinilla con la mujer, dos niñas y un niño. Era tan estrecha la vivienda, que debían subirse por una escalera a una especie de zarzo donde se acomodaban para dormir. El hombre llegó de Boyacá al sector de Letras a sembrar papa; después se casó y empezó a trabajar en una finquita por La Linda. Luego encontró trabajo en la ciudad como voceador de prensa, consiguió los bajitos que ocupaban y montó la tienda.

Me los encontraba con regularidad en el velódromo cuando iba a practicar y un día resolví ayudarles. Le llevé entonces unos pesos y él de inmediato quiso gastarlos en traer más niños del páramo para prepararlos en ciclismo, aparte de que ya mantenía dos o tres, pero le dije que ni riesgos, que lo primero era surtir la tienda para asegurar el ingreso familiar. Héctor Jaime estudiaba en la escuela Anexa y en sus ratos libres desempeñaba diferentes oficios; debido a su afición al ciclismo, a los 13 años empezó a visitar emisoras para colarse en los programas deportivos.

Fue así como llegó a Caracol y Luis Salazar, el gerente, notó el potencial del muchacho y lo dejó participar en un programa al medio día, para lo cual debió conseguir permiso en la escuela. Pero como el novel locutor no tenía vínculo laboral con la empresa, Luis le pagaba unos pesos de vez en cuando, que según Héctor Jaime, salían de su propio bolsillo. Tiempo después, Salazar le recomendó a don Julio Arrastía que llevara al muchacho de asistente a la Vuelta a Colombia en bicicleta, lo cual aceptó de inmediato. El viejo macanudo bautizo a la joven promesa como “El Volcán de América”.

Le fue tan bien en su debut, que Arrastía lo lleva a Europa para trasmitir el Tour de Francia y la Vuelta a España. Pues resulta que cuando regresa del viaje, después de semejante experiencia, me entrega toda la plata que le pagaron para que le ayude a conseguir una casa para los papás; que estaba cansado de ver que los amenazaran con desalojarlos por atrasarse con el arriendo. Yo conocía a la monja de Betania, le conté la historia y ahí llevan más de 25 años en el barrio El Guamal, donde aún residen.

Mientras tanto Pinilla, excelente estudiante, termina bachillerato e ingresa a estudiar Derecho en la Universidad de Caldas. Cada semestre luchaba para matricularse; pedía plata prestada, trabajaba y se rebuscaba. Perteneció al Consejo estudiantil en la universidad y algún día me dijo que le ayudara a conseguir trabajo con un político, que a él le gustaba el tema. Pues preciso para la Constituyente del 91, Carlos Fernando Giraldo necesitaba un asistente y de inmediato lo contrató. Después perteneció a los Comandos juveniles que dirigía Marco Aurelio Giraldo, y cuando Germán Cardona hizo la campaña para la primera alcaldía, me pidieron una contribución económica. Entonces le dije a Germán que yo aportaba, pero con la condición que le pagara a Héctor Jaime un sueldo con esa plata; que lo pusiera de portero, chofer o lo que quisiera, pero que debía pagarle porque ese muchacho no tenía ni para el bus.

Quince días después ya era la mano derecha del candidato y al salir este elegido, lo deja como Secretario privado porque todavía no se había graduado; ya con el cartón, ejerce los cargos de Secretario de Desarrollo Comunitario, Secretario de Gobierno y Secretario General, y es Secretario de Tránsito en la segunda alcaldía de Germán. Después viaja a Bogotá, donde hace excelentes relaciones y entre otros cargos gerencia el Canal Capital y por último es Director del IDU.

Hasta ahí el relato de Ramiro, y de él puedo concluir que Pinilla es un hombre que se ha hecho a pulso. Ahora este personaje Inscribe su candidatura sin el apoyo de coaliciones políticas, sin el respaldo de caciques o gamonales, y con el firme convencimiento de que con trabajo honesto y mucha dedicación puede desempeñar una excelente administración. Por lo tanto la candidatura de Pinilla es netamente cívica y queda en manos de los ciudadanos escoger por nosotros mismos, o dejar que nos impongan un alcalde a gusto de los politiqueros de siempre.
pamear@telmex.net.co

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