Claro que las empleadas
domésticas que llevan mucho tiempo con una familia se convierten en un miembro
más, porque en muchos casos han recibido a los bebés de pocos meses de nacidos para
literalmente criarlos; y cuando esos niños se convierten en adolescentes, se
sienten con derecho a regañarlos y a entrometerse en sus vidas. Por ello con el
paso del tiempo la relación con la empleada empieza a deteriorarse, hasta
convertirse en una situación tirante donde ambas partes se echan vainas y
puyas. No es sino oír a unas señoras en un costurero cómo se quejan todas de
los defectos de sus empleadas.
¡Conchaaaaa!, venga mija le
pregunto… ¿usted ha visto por ahí el cortaúñas del doctor? Es que no está en el
puesto y usted sabe cómo alega él… ¿Alega?, ¡Hum!, dígamelo a mí su mercé, si
ese señor parece el mesmo Lucifer cuando se le embolata cualesquier pendejada.
Además, a cuenta de qué voy a saber… ¿caso yo lo uso? ¡Eeeeeeh!, pero no se le
puede hablar a la señorita… Deje de ser respondona Concha y respete al doctor
que él ha sido muy bueno con usted; aquí nadie ha dicho que usted lo tenga,
pregunto es por si lo ha visto por ahí. Vaya su mercé mire en las piezas de los
mocosos que con seguridá ellos lo tienen; como son de desordenaos…
Vea mija, le he dicho un millón
de veces que con los niños no se meta; es que no entiendo por qué usted, que ha
sido como una segunda madre para ellos, siempre que los nombra es con ese
tonito despectivo. Y hágame el favor de ir usted a buscarlo, que para eso se le
paga un sueldo; no sea igualada. Ora verá pues, si los ‘niños’ no la dejan
dentrar a una a la pieza porque es como si escondieran algo; con trabajo
alcanzo a tendeles la cama y recoger el desorden. De resto pasan todo el día
encerraos, con esa música a todo timbal o conetaos a eso que se chantan en las
orejas y que seguro los va a dejar sordos. Pero bueno… tocará ir a buscar la
joda esa…
No señorita, espere un momentico,
no es que ‘le toque’ ir, es su deber como empleada de esta casa. Dígame Concha
si usted está aburrida trabajando aquí y miramos a ver… Pos no crea que no he
pensao en volveme pa onde mi padrecito, al menos pa acompañalo ora que está tan
chuchumeco; él sigue en el mesmo ranchito allá en el páramo desde que nos
vinimos de Boyacá hace tantísimo tiempo ya.
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