miércoles, febrero 01, 2012

Televisión decadente.

Me da risa cuando oigo a legisladores y políticos hablar acerca del tercer canal de televisión privada que están desde hace tiempos por adjudicar en nuestro país, y dicen que se tratará de un espacio dedicado más a la cultura y la educación. Alguno se atrevió a prometer un canal como Discovery o Nathional Geographic, con documentales que ocupen la mayor parte de la programación. Morirán engañados quienes sueñen con algo así, porque en este país, igual que en la mayoría, lo único que convoca televidentes son las novelas rosas e insulsas, los concursos cursis, esos realitis que sacan a flote toda la bajeza del ser humano, los programas de chismes faranduleros y demás mugre por el estilo. Que se atrevan a implantar algo que valga la pena y con seguridad no les da un brinco.

Da tristeza ver cómo ha cambiado el estilo de la televisión en las últimas décadas. Pensar que antes debíamos contentarnos con dos canales nacionales, en blanco y negro, y sin embargo encontrábamos variada oferta para todos los gustos. En horas de la noche podíamos ver programas de concurso, periodísticos, musicales, una sola telenovela, humorísticos, noticieros, espacios educativos, comedias, etc., y hasta entretenidos enlatados gringos. El periodismo y la cultura tenían una franja importante y recuerdo las entrevistas de Pacheco, Margarita Vidal o Darío Arizmendi; los de variedades como Panorama o el de José Fernández Gómez; de contenido histórico recuerdo El pasado en presente, con Abelardo Forero Benavidez y Ramón de Zubiría, o aquel magnífico programa, Vida del siglo XX, presentado y dirigido por Alberto Dangond Uribe.

El talento colombiano podía verse en maravillosas comedias costumbristas como Yo y tú, Don Chinche, Romeo y buseta o NN (Nerón Navarrete), etc., donde estampaban a la perfección nuestra idiosincrasia y personificaban a los habitantes de las diferentes regiones de Colombia. Por fortuna las telenovelas eran pocas y escogidas, y casi todas trataban temas regionales y folclóricos. Los domingos por la noche presentaban por capítulos unas grandes producciones nacionales con historias maravillosas y contenidos valiosos, como La casa de las dos palmas o La vorágine. También podíamos ver series internacionales como Marco Polo, Los reyes malditos, Gengis Khan o Los Poldark.

Lo mejor es que en los hogares no había sino un televisor, en el hall de alcobas o en la habitación principal, donde se reunía toda la familia a disfrutar esa única entretención. En el caso de la televisión es muy cierto aquello que tanto gordo empalaga, porque antes con tan reducida oferta de programación siempre teníamos algo para ver, mientras que ahora con canales nacionales, regionales, privados y otros ochenta o noventa en el servicio por cable, muchas veces renegamos porque no encontramos nada que nos satisfaga. Nuestra televisión se volvió un asunto netamente comercial, vacío, estúpido, sin una pisca de respeto por el televidente, a quien manipulan a su antojo con los horarios de la programación.

Lo único que veo de televisión nacional son las transmisiones de fútbol y el telenoticiero Caracol del medio día. Y no es que me guste el canal sino que RCN me choca más, debido a que el amarillismo de ambos es vergonzoso, ya que se dedican a enumerar hechos de sangre sucedidos en las principales ciudades del país. Destinan un reportero a que trasnoche y registre accidentes y delitos que se cometen durante la noche en la capital, y así abren el informativo con la noticia que se chocaron un taxi y una buseta en el sur de Bogotá; eso debe presentarse en canales regionales o comunitarios. Con todo lo que sucede a diario en Colombia y el mundo podrían trasmitir noticias más relevantes, y un ejemplo de que sí se puede es el noticiero CM&, que empieza todas las noches a la misma hora y ofrece un formato mucho más agradable e interesante. Lo paradójico es que tiene muy pocos seguidores porque a esa hora presentan “telebobelas” en los canales privados. Qué triste realidad.

Durante muchos años encontré la solución en la televisión por cable, donde podía ver excelentes películas, documentales y otros temas de interés. Pero resolvieron doblar las películas y además las suspenden varias veces para meter publicidad. Otros canales que eran excelentes, como Discovery, Natgeo, History o Animal Planet, se dedicaron exclusivamente a temas como el de las prisiones (condenados a muerte, parejas asesinas, preso en el extranjero, pandillas salvajes, grandes escapes, etc.); o programas de supervivencia con unos pendejos que producen rabia; otros tipos recorren Estados Unidos para comprar chatarra y mugre; y a toda hora en Animal Planet aparece un baboso que funge de sicólogo canino. En resumidas cuentas, lo que les gusta a los gringos. ¡Estamos jodidos!

Ante semejante pobreza de programación queda la opción de conectar la computadora al televisor, que acondicionado a un teatro casero, nos ofrece una excelente opción para disfrutar de series famosas y todo tipo de películas subtituladas. Con la ventaja de verlas cuando le provoque, sin interrupciones ni publicidad. Claro que como no pueden ver a un pobre acomodado, ahora se inventaron unas leyes que buscan frenar este tipo de entretenimiento. Queda la esperanza que la unión de los internautas del mundo sea lo suficientemente poderosa para frenar a quienes quieren ponerle talanqueras al internet, porque de lo contrario quedaremos otra vez viendo un chispero.
pamear@telmex.net.co

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues Pablo, yo me mamé de las noticias sobre la capital, entre ellas las eternas de la calle 26, el hueco en la calle tal, el choque del borracho aquel, los plantones para parar el transmilleno, y te cuento que un televisor lo mantengo sintonizado en el canal cinco "Teleantioquia" y el otro en el canal seis "Telemedellín" y los controles los tiré al techo. Como decimos nosotros y ustedes "vayan a la porra" los tales canales dizque nacionales, que mas bien parecen capitales
Comentó Jorge Iván Londoño Maya desde El Retiro Antioquia.

Anónimo dijo...

La televisión nacional y mundial no hace sino reflejar la enfermedad de la sociedad, anémica, vacía, sensacionalista, insensible, destructiva, que pretende afirmar la no existencia de Dios y su hijo (recuerde su admirado videillo ZEITGEIST(, negar los valores tradicionales tan positivos de la fe en el Dios bíblico (no la religión alienante que es otra cosa)...
Es urgente despertar el mundo con el fuego, la alegría y la verdadera VIDA que transmite JESÚS y su buena noticia...
Pues olvido amigo Pablo nombrar series con tan gran contenido familiar y CRISTICO como LA FAMILIA INGALLS, LOS WALTONS, CAMINO AL CIELO...eso si era television...

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Ay pariente lejano, como duele y sobre todo como "huele" de horrible ver tanta materia fecal esparcida por "nuestra" televisión. Me siento más que plenamiente identificado con usted y lo que dice en su artículo.

Como política personal y en aras de no aumentar el endurecimiento de mis arterias, he decidido no ver noticieros como primera medida. Películas: a la primera puñalada, disparo o atentado, cambio de canal.

Lástima que no repitan "La Familia Monster". Siempre me refugiaba en ella (En blanco y negro y todo eso) para bajarle un poco al naciente estres de aquella no muy lejana época.

Hoy día, casi siempre termino viendo "Bonanza" o "La Familia Ingalls" después de darle dos o tres vueltas a los canales.

Para fortuna de todos, estan repitiendo la serie de "Don Chinche" en Señal Colombia.

Que no se pregunte esta sociedad de mierda, de donde sale tanto atraco, ácido al cuerpo, corrupción social a todos los niveles, drogadicción etc., etc. Es que la caja diabólica de la TV se ha vuelto la antología de lo sucio y corrupto y el peor tutor de nuestros niños.

Me siento triste, su artículo es una radiografía de la televisión mal llamada colombiana.