martes, agosto 30, 2016

En obra gris.

El mecanismo más perfecto que conocemos es el cuerpo humano, cuyo poder de raciocinio lo hace superior al de cualquier otro ser vivo. Son tantos los sistemas que conforman nuestro organismo, tanta la perfección, los detalles y las minucias, que hacen pensar en la mano de un ser superior que haga posible tanta maravilla. Aunque como no falta el pero, enumero algunas de las fallas que presenta ese mágico mecanismo y que nos hacen pensar que todavía estamos en obra gris.

Empiezo de abajo para arriba, con los pies, a los que les toca duro el trabajo y por ello con el paso del tiempo sufren fallas y desperfectos. Claro que como todo, entre más los cuidamos y consentimos, mayores los problemas que reflejan. Porque un indio ‘patirajao’ que nunca se ha calzado, presenta callos y una estructura en los pies que aguantan el uso y el abuso sin mosquearse. Pero yo sí le digo lo que molestan esas extremidades al citadino, sobre todo a las féminas, quienes por pasar la vida trepadas en unos tacones sufren lo indecible cuando se presentan los achaques: Juanetes, uñas enterradas, dedos deformes, candelillas, callos, clavos y demás jodas por el estilo.

Piernas arriba las dolencias no desaparecen y en especial las articulaciones, que son desagradecidas porque castigan a los deportistas sin importar que buscaran disciplina y salud. Se desgastan las bisagras y ahí empieza Cristo a padecer, porque los dolores mortifican y los tratamientos son largos y complicados. Qué decir cuando el problema llega a las caderas, donde es tan común que los ancianos presenten fracturas; se caen y se quiebran, o se quiebran y se caen. La temida osteoporosis.

Un poquito más arriba está la próstata, glándula esta que desvela a los varones por su tendencia a presentar dificultades; la primera cabecera es la visita al urólogo, quien según el ofendido paciente logra mancillar su inmaculada reputación; y antes de que diga esta boca es mía, ya lo tiene ensartado. Después está la tripa, o mejor el aparato digestivo, el cual genera molestias de punta a punta; ya que no podría escogerse entre un dolor de muela y una hemorroide toreada.

El tracto que beneficia los alimentos que ingerimos anda en franca decadencia, porque si antes los problemas digestivos eran asuntos de adultos, hoy en día es común ver a púberes y adolescentes hacer fila en la consulta del gastroenterólogo, para que les introduzcan un tubo explorador por el agujero que corresponda. Gastritis, hernia hiatal, úlcera, reflujo, colon irritado, estreñimiento, flatulencia y cálculos biliares son algunas de las ‘molestias’ que se presentan con mayor regularidad, y para cerrar con broche de oro el mal vergonzante que humilla y atormenta, las almorranas.        

Sería eterno nombrar los achaques y enfermedades que se presentan en los demás órganos y sistemas, hasta llegar a la torre de control donde el más común, la temida migraña, le ha mortificado la existencia a media humanidad. Algunos ejemplos que nos hacen pensar que aún estamos en obra gris son las cordales, la tiroides, las amígdalas, la vesícula biliar y el apéndice, porque nos los sacan y seguimos tan campantes.

Un mal menor es la caspa, que incomoda a quien la padece por el aspecto deplorable que refleja. Hace muchos años sufrí un episodio de caspa y un amigo bogotano me envió un jabón artesanal, de muy mal aspecto, que según él era la panacea. Después de usarlo las motas eran del tamaño de ‘crispetas’ y cuando llamé a hacerle el reclamo, respondió que por eso había dicho que la porquería esa era ‘buenísima’ para la caspa.

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