El mecanismo más perfecto que
conocemos es el cuerpo humano, cuyo poder de raciocinio lo hace superior al de cualquier
otro ser vivo. Son tantos los sistemas que conforman nuestro organismo, tanta
la perfección, los detalles y las minucias, que hacen pensar en la mano de un ser
superior que haga posible tanta maravilla. Aunque como no falta el pero, enumero
algunas de las fallas que presenta ese mágico mecanismo y que nos hacen pensar
que todavía estamos en obra gris.
Empiezo de abajo para arriba, con
los pies, a los que les toca duro el trabajo y por ello con el paso del tiempo sufren
fallas y desperfectos. Claro que como todo, entre más los cuidamos y
consentimos, mayores los problemas que reflejan. Porque un indio ‘patirajao’
que nunca se ha calzado, presenta callos y una estructura en los pies que
aguantan el uso y el abuso sin mosquearse. Pero yo sí le digo lo que molestan
esas extremidades al citadino, sobre todo a las féminas, quienes por pasar la
vida trepadas en unos tacones sufren lo indecible cuando se presentan los
achaques: Juanetes, uñas enterradas, dedos deformes, candelillas, callos,
clavos y demás jodas por el estilo.
Piernas arriba las dolencias no
desaparecen y en especial las articulaciones, que son desagradecidas porque
castigan a los deportistas sin importar que buscaran disciplina y salud. Se
desgastan las bisagras y ahí empieza Cristo a padecer, porque los dolores
mortifican y los tratamientos son largos y complicados. Qué decir cuando el
problema llega a las caderas, donde es tan común que los ancianos presenten
fracturas; se caen y se quiebran, o se quiebran y se caen. La temida
osteoporosis.
Un poquito más arriba está la
próstata, glándula esta que desvela a los varones por su tendencia a presentar
dificultades; la primera cabecera es la visita al urólogo, quien según el
ofendido paciente logra mancillar su inmaculada reputación; y antes de que diga
esta boca es mía, ya lo tiene ensartado. Después está la tripa, o mejor el
aparato digestivo, el cual genera molestias de punta a punta; ya que no podría
escogerse entre un dolor de muela y una hemorroide toreada.
El tracto que beneficia los
alimentos que ingerimos anda en franca decadencia, porque si antes los
problemas digestivos eran asuntos de adultos, hoy en día es común ver a púberes
y adolescentes hacer fila en la consulta del gastroenterólogo, para que les introduzcan
un tubo explorador por el agujero que corresponda. Gastritis, hernia hiatal,
úlcera, reflujo, colon irritado, estreñimiento, flatulencia y cálculos biliares
son algunas de las ‘molestias’ que se presentan con mayor regularidad, y para
cerrar con broche de oro el mal vergonzante que humilla y atormenta, las
almorranas.
Sería eterno nombrar los achaques y
enfermedades que se presentan en los demás órganos y sistemas, hasta llegar a
la torre de control donde el más común, la temida migraña, le ha mortificado la
existencia a media humanidad. Algunos ejemplos que nos hacen pensar que aún
estamos en obra gris son las cordales, la tiroides, las amígdalas, la vesícula
biliar y el apéndice, porque nos los sacan y seguimos tan campantes.
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