No cabe duda de que uno debe
evolucionar a medida que pasa el tiempo o arriesga que lo deje el tren, como
reza el dicho popular, pero debo confesar que no he podido seguir esa regla de
oro en muchas situaciones de mi vida. Y no me preocupa ver que la juventud
tiene un gusto diferente al mío en muchas cosas, pero sí llama mi atención que
muchos de quienes pertenecen a mi generación compartan el mismo placer. Pienso
entonces si acaso seré muy resabiado, chocho o retrógrado, porque por más que
trato no puedo encontrarle ninguna gracia.
Un ejemplo es lo sucedido con los
dibujos animados a través de mi existencia. Cuando tenía unos siete años no
había mejor aliciente que recibir una revista de comics; teníamos acceso a
ellas prestadas o alquiladas, mientras esperábamos a que empezara la película
en un cine, pero ya tenerla en propiedad y poder disponer de un ejemplar, era una
quimera. Tenía que estar uno enfermo para que la mamá se apareciera con un
regalito de esos y los títulos más comunes eran Archie, La pequeña Lulú o Rico
Mc Pato; años después, más maduros en la lectura preferíamos al Llanero
Solitario, El Zorro o Superman.
Durante la semana era obligatorio
leer la página dedicada a los ‘monitos’ de los diferentes periódicos, en las
que seguíamos las genialidades de Justo y Franco, Olafo o Educando a papá.
Tampoco le perdíamos el hilo a las historietas de Dick Tracy o Modesty Blaise. El
domingo nos peleábamos la sección de comics, para disfrutar de nuestros héroes
Tarzán, El Fantasma y Mandrake el mago. Con el paso de los años nuestro gusto
cambió y esas inocentes historietas dejaron de interesarnos, aunque ahora veo
que muchos contemporáneos míos aún disfrutan con aquellos héroes de antaño.
Me parece inaudito oír adultos
mayores refiriéndose a las maravillas de una película donde se enfrentan Batman
y Superman; uno a esta edad y pegado de semejantes pendejadas. Pero además se
relamen con cintas como Shrek, Buscando a Nemo, Toy Story, Peter Pan y demás
títulos por el estilo. Se han visto varias veces la zaga de la Guerra de las
galaxias, Harry Potter y siguen expectantes a Rápido y furioso. Con pasión
comentan ‘clásicos’ como El hombre araña, Godzilla o Transformers. Y qué tal
desde que les dio por hacer las películas con computadoras, en las que se
mezclan lo real y lo virtual, pero con la voz de los famosos para asegurar el
éxito de las mismas. Una industria cinematográfica cuyo éxito se mide por la
taquilla obtenida.
Cuando contraté el servicio de alta
definición con mi proveedor de televisión por cable, supuse que disfrutaría
de
buen cine en más de veinte canales dedicados a tal fin. Pero qué va, por más
que busco de canal en canal es casi imposible toparse con algo medianamente
digerible. Solo encuentro cine comercial de Hollywood, vampiros, muertos
vivientes, superhéroes, series ridículas y superficiales, caras bonitas,
famosos y demás babosadas por el estilo. Definitivamente a eso no le jalo.
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