Ahora anda todo el mundo, al menos los que tienen modo, pensando qué les van a dar de Niño Dios a los hijos. Porque al regalito para fulano, el cual casi siempre es por compromiso, toca echarle cabeza pero casi siempre es por salir del paso. A los chinos de ahora hay que hacerlos aterrizar porque aspiran a unos regalos desproporcionados para el presupuesto familiar, y es una oportunidad para que entiendan de una vez por todas que la cosa no es tan simple como escribirle una carta al Niño Dios, que es como prefiero llamarlo porque es el nuestro tradicional.
Los muchachitos sueñan con los juegos de video, un computador personal, algún aditamento para ese PC, un reproductor de música, teléfono celular, televisor de pantalla de plasma, o cualquier otro aparato bien sofisticado y sobre todo venenoso de costoso. Nada de balones, patines, triciclo o juguetes en general.
Pues fíjense que yo tengo una propuesta bien novedosa y sobre todo económica, para revivir el espíritu navideño y enseñarle a los pequeños a divertirse sanamente, y de una vez contribuir a mantener vivas nuestras tradiciones. Y lo mejor, el costo es mínimo y vamos a divertirnos todos al recordar aquellos juegos de antaño que aparte de ser maravillosos, no cuestan nada a comparación de lo que vale cualquier cacharro electrónico. Seguramente a los chinos les va a parecer una ridiculez y se van a salir de los chiros cuando se encuentren con ese mundo de mugre, pero con unos pocos que se interesen en el asunto, basta.
Pongan pues cuidado: La idea consiste en redactar un pequeño manual con instrucciones y anexarle cada uno de los materiales para desarrollar los diferentes juegos. Lo mejor, es que va a ser el papá o el abuelo el encargado de instruir al menor, porque estas cosas no las recuerda sino quien tenga unos 40 años o más. Empecemos por uno bien simple. Basta con una bola de caucho, o de tenis usada, y explicar cómo se juega aquello de hacerla rebotar contra una pared mientras cumplimos ciertas paradas como: Con una mano, con la otra, sin mirar, en una pata, en la otra, media vuelta, vuelta entera, etc.
Pasemos al trompo. Aquí se requiere de por lo menos 4 elementos: Uno bailarín estilizado y liviano, el tradicional y una marrana o trompo puchador, para cuando usted pierde y los demás tratan de sacarlo del círculo de juego a los golpes; o hasta a llegar a partirlo con el herrón. Me falta la piola, que es indispensable. Otra entretención es el balero o coca, que consiste en una esfera de madera con un agujero, amarrado a un palito de donde se coge para tratar de ensartarlo por el hueco; es cuestión de pura práctica. También está el yoyo con todo tipo de piruetas: Ponerlo a patinar, hacer el perrito, el columpio, media vuelta, la vuelta al mundo y lo que quiera innovar.
Sigo con el jazz. Una bolita y varias fichas, parecidas a la cruceta de un carro, y consiste en hacer rebotar la bola para recoger primero una ficha del piso y atrapar la bolita antes de que toque el suelo; luego 2 fichas, 3, 4 y hasta donde la habilidad lo permita; eso sí, solo con una mano.
Ahora que a los muchachitos les gusta bailar, conseguimos unas mangueras plásticas y hacemos los ula ula; a mover la cintura para sostenerlo y cuando le coja el tirito, hacerlo subir y bajar. Unas tiras de pica pica de colores, instrucciones para su tejido y cómo hacer llaveros, fuetes, etc. Elementos necesarios para fabricar cometas, usando sin excepción engrudo y palitos de guadua pulidos a mano. Un trozo de lana anudado en los extremos para hacer figuras ensartándolo entre los dedos de las dos manos, separadas unos 30 centímetros.
Una docena de canicas, o bolas de cristal, para jugar pipo y cuarta, al hoyito y a los cinco hoyos (recordar frases como esconda el mocho, becao y hacer la 17 sin usar el 5). Cómo armar una marrana con un carrete de hilo de madera, un palo de bombón, un trozo de vela y un cauchito; y no olviden hacerle muescas a los bordes del carrete, para que la marrana tenga tracción. Conseguir un recorte de tubo delgado de aluminio, explicar cómo se hace el zeppelín y a disparar con los popos o bodoqueras. Los zeppelines también sirven para empacar minisicuí, que se elabora revolviendo sal de frutas con azúcar. Indispensable también enseñar a preparar tiraos, bananos congelados, a disfrutar de una comitiva o un paseo de río.
Y que no falte la fabricación del carro de balineras; basta con una tabla, varios listones, puntillas, 5 rodamientos usados (uno para que gire el timón) y un pedazo de piola. Reglas y condiciones para jugar cuclí, guerra libertadores, chucha y otros esparcimientos de entonces.
Por último, si un mocoso se rompe el fundillo practicando una de estas entretenciones, no me llamen a ponerme quejas. Y si el zambo no quiere saber nada de ese mundo de chucherías, que se friegue. Imaginen a los adultos al otro día cerveciando mientras gozan en una competencia de trompo, balero y yoyo, al tiempo que las señoras ensayan a sostener el ula ula al ritmo de una buena música.
Los muchachitos sueñan con los juegos de video, un computador personal, algún aditamento para ese PC, un reproductor de música, teléfono celular, televisor de pantalla de plasma, o cualquier otro aparato bien sofisticado y sobre todo venenoso de costoso. Nada de balones, patines, triciclo o juguetes en general.
Pues fíjense que yo tengo una propuesta bien novedosa y sobre todo económica, para revivir el espíritu navideño y enseñarle a los pequeños a divertirse sanamente, y de una vez contribuir a mantener vivas nuestras tradiciones. Y lo mejor, el costo es mínimo y vamos a divertirnos todos al recordar aquellos juegos de antaño que aparte de ser maravillosos, no cuestan nada a comparación de lo que vale cualquier cacharro electrónico. Seguramente a los chinos les va a parecer una ridiculez y se van a salir de los chiros cuando se encuentren con ese mundo de mugre, pero con unos pocos que se interesen en el asunto, basta.
Pongan pues cuidado: La idea consiste en redactar un pequeño manual con instrucciones y anexarle cada uno de los materiales para desarrollar los diferentes juegos. Lo mejor, es que va a ser el papá o el abuelo el encargado de instruir al menor, porque estas cosas no las recuerda sino quien tenga unos 40 años o más. Empecemos por uno bien simple. Basta con una bola de caucho, o de tenis usada, y explicar cómo se juega aquello de hacerla rebotar contra una pared mientras cumplimos ciertas paradas como: Con una mano, con la otra, sin mirar, en una pata, en la otra, media vuelta, vuelta entera, etc.
Pasemos al trompo. Aquí se requiere de por lo menos 4 elementos: Uno bailarín estilizado y liviano, el tradicional y una marrana o trompo puchador, para cuando usted pierde y los demás tratan de sacarlo del círculo de juego a los golpes; o hasta a llegar a partirlo con el herrón. Me falta la piola, que es indispensable. Otra entretención es el balero o coca, que consiste en una esfera de madera con un agujero, amarrado a un palito de donde se coge para tratar de ensartarlo por el hueco; es cuestión de pura práctica. También está el yoyo con todo tipo de piruetas: Ponerlo a patinar, hacer el perrito, el columpio, media vuelta, la vuelta al mundo y lo que quiera innovar.
Sigo con el jazz. Una bolita y varias fichas, parecidas a la cruceta de un carro, y consiste en hacer rebotar la bola para recoger primero una ficha del piso y atrapar la bolita antes de que toque el suelo; luego 2 fichas, 3, 4 y hasta donde la habilidad lo permita; eso sí, solo con una mano.
Ahora que a los muchachitos les gusta bailar, conseguimos unas mangueras plásticas y hacemos los ula ula; a mover la cintura para sostenerlo y cuando le coja el tirito, hacerlo subir y bajar. Unas tiras de pica pica de colores, instrucciones para su tejido y cómo hacer llaveros, fuetes, etc. Elementos necesarios para fabricar cometas, usando sin excepción engrudo y palitos de guadua pulidos a mano. Un trozo de lana anudado en los extremos para hacer figuras ensartándolo entre los dedos de las dos manos, separadas unos 30 centímetros.
Una docena de canicas, o bolas de cristal, para jugar pipo y cuarta, al hoyito y a los cinco hoyos (recordar frases como esconda el mocho, becao y hacer la 17 sin usar el 5). Cómo armar una marrana con un carrete de hilo de madera, un palo de bombón, un trozo de vela y un cauchito; y no olviden hacerle muescas a los bordes del carrete, para que la marrana tenga tracción. Conseguir un recorte de tubo delgado de aluminio, explicar cómo se hace el zeppelín y a disparar con los popos o bodoqueras. Los zeppelines también sirven para empacar minisicuí, que se elabora revolviendo sal de frutas con azúcar. Indispensable también enseñar a preparar tiraos, bananos congelados, a disfrutar de una comitiva o un paseo de río.
Y que no falte la fabricación del carro de balineras; basta con una tabla, varios listones, puntillas, 5 rodamientos usados (uno para que gire el timón) y un pedazo de piola. Reglas y condiciones para jugar cuclí, guerra libertadores, chucha y otros esparcimientos de entonces.
Por último, si un mocoso se rompe el fundillo practicando una de estas entretenciones, no me llamen a ponerme quejas. Y si el zambo no quiere saber nada de ese mundo de chucherías, que se friegue. Imaginen a los adultos al otro día cerveciando mientras gozan en una competencia de trompo, balero y yoyo, al tiempo que las señoras ensayan a sostener el ula ula al ritmo de una buena música.
2 comentarios:
Hummmmm agradable recordar los juegos de nuestro tiempo, pero dificilmente un niño de la ciudad los quiere seguir, tal vez por un momento, pero generar un habito no creo, los chicos de hoy nacen con el televisor y el computador al lado, y esto no excluye ninguna clase social, por aquello del programa computadores para las escuelas.
Muy valioso tu aporte y que delicia recordar el pasado. Esto pa las cuarentonas (41) como yo es muy interesante leer. Gracias. FELIZ NAVIDAD!
Vaya.....con la nanotecnologia pues....
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