No hay derecho que en este país cualquiera haga trampa o se pase la ley por la galleta sin importar que perjudique a los demás. Nada más cierto que aquello que asegura que hecha la ley, hecha la trampa. Por ejemplo aquí recomiendan un contador por ser un mago tributarista y le inventa mil marrullas legales para que usted pague lo mínimo en impuestos; claro que como el contribuyente sabe que la mayoría de su aporte va a parar al bolsillo de los corruptos, prefiere hacer las piruetas para dejarlo mejor en el suyo.
Un asunto que se presta para meterle el dedo en la boca al consumidor, es con las promociones engañosas y la publicidad amañada. Parece mentira, por ejemplo, que al emitir una ley que ordena a quien publicite cualquier tipo de promoción, sea necesario obligarlo, en el mismo aviso, a advertir que la oferta aplica restricciones. Si es en televisión, el asterisco donde aclaran qué tipo de condiciones tiene la publicidad aparece al final, en una letra ilegible y no demora en la pantalla más de dos segundos. El que alcance a leerlas es un mago. Cuando se trata de folletos, desprendibles o cualquier medio escrito, lo acomodan en un rincón bien escondido, escrito en una letra de tamaño diminuto que a mi edad es necesario tener una lupa a mano para enterarse. Las gafas no alcanzan para leer el mensaje (los bancos son unos magos para este tipo de acomodos). Pero la peor burla es en la radio, donde locutores muy bien entrenados, porque no me explico cómo hacen, explican las restricciones a una velocidad que aunque dicen todo lo que les exigen, es imposible que alguien entienda una sola palabra. Inaudito que no exista una dependencia de control que evite este tipo de atropellos.
Escuché la queja de un señor que mientras veía televisión escuchó un comercial de una empresa de telefonía fija, donde promocionaban el minuto nacional a un precio muy favorable, pero el de la comunicación con el exterior estaba todavía más barato. Entonces resolvió que como él tiene algunos familiares y amigos en el exterior, iba a aprovechar la oferta para darles a todos una llamadita y reportarse. Hizo cuentas y hablar con España salía regalado, y a Estados Unidos aún mejor. Por fortuna recapacitó y decidió comunicarse primero para confirmar cómo es el cuento de las tarifas que ofrecen, y la vieja le dijo que en el comercial dicen las restricciones, y que la principal es que el cliente tiene que haber hablado como 300 minutos en el último mes para tener derecho a utilizar la promoción. El pobre tipo pudo haber quedado embarcado en una cuenta impagable. ¿Cómo no va a ser esa modalidad una sinvergüenzada?
Con regularidad sale en los periódicos del fin de semana una página llena de promociones de viajes a diferentes destinos, con unos precios que antojan a cualquiera. Usted hace cuentas y multiplica ese valor por dos, porque toca llevar a la mujer, y no ve la hora de que sea lunes para llamar a una agencia de viajes. Entonces allí la promotora le explica, con mucha sutileza, que debe advertirle algunos costos adicionales que van a subir un poco el valor del viaje.
Por ejemplo usted se antoja de ir a Punta Cana, en República Dominicana, y de lo primero que debe enterarse es que esa promoción tan atractiva es por solo tres noches y cuatro días, y en habitación cuádruple. Como ya hice ese curso, viajar un sábado para regresar el martes no vale la pena y entonces a pagar más para que la habitación sea doble y un buen billete por cada una de las noches adicionales, hasta completar las 7 de la semana. Segundo: ¿tienen pasaporte vigente? ¿no?; entonces a sacar el suyo y el de aquella; fotos, impuestos, etc. Luego hay que solicitar la visa, que incluye los trámites que hace la agencia, y siga sumando. ¿Tampoco tienen pasados judiciales?, bien pueda ir al DAS porque es requisito impajaritable.
Falta sumarle al valor del tiquete aéreo las tasas de aeropuerto, el sobrecargo del combustible ($60.000 si es nacional y 45 dólares internacional). El IVA: Nacional el 16% e internacional el 8%. Impuesto por salir del país unos 60 verdes cada uno, y de allá para acá es lo mismo; la bobadita de US$240. Sin tarjeta de seguro médico no pueden viajar y póngale que cueste unos 30 dolaretes por cabeza. Además, falta sumar el impuesto y el seguro hotelero. Y lleve de todo porque en el hotel no necesita ni un peso para comer y beber a gusto, pero si olvidó por ejemplo la crema dental, allá hay unos almacenes muy cucos, pero el tubo de pasta vale 8 o 10 de los verdes. Y la foto con dos guacamayas en la cabeza, otros 10. Y las propinas que reparte uno cuando está copetón.
En conclusión, cuando vea ese tipo de ofertas mire bien, porque siempre dice "a Punta Cana DESDE US$699". Y no se haga ilusiones hasta consultar en su agencia de viajes de confianza, porque con seguridad allá sí le van a advertir todas esas arandelas que los tramposos de marras omiten ante las narices de las autoridades, a quienes les importa un pito que engañen a la gente.
Un asunto que se presta para meterle el dedo en la boca al consumidor, es con las promociones engañosas y la publicidad amañada. Parece mentira, por ejemplo, que al emitir una ley que ordena a quien publicite cualquier tipo de promoción, sea necesario obligarlo, en el mismo aviso, a advertir que la oferta aplica restricciones. Si es en televisión, el asterisco donde aclaran qué tipo de condiciones tiene la publicidad aparece al final, en una letra ilegible y no demora en la pantalla más de dos segundos. El que alcance a leerlas es un mago. Cuando se trata de folletos, desprendibles o cualquier medio escrito, lo acomodan en un rincón bien escondido, escrito en una letra de tamaño diminuto que a mi edad es necesario tener una lupa a mano para enterarse. Las gafas no alcanzan para leer el mensaje (los bancos son unos magos para este tipo de acomodos). Pero la peor burla es en la radio, donde locutores muy bien entrenados, porque no me explico cómo hacen, explican las restricciones a una velocidad que aunque dicen todo lo que les exigen, es imposible que alguien entienda una sola palabra. Inaudito que no exista una dependencia de control que evite este tipo de atropellos.
Escuché la queja de un señor que mientras veía televisión escuchó un comercial de una empresa de telefonía fija, donde promocionaban el minuto nacional a un precio muy favorable, pero el de la comunicación con el exterior estaba todavía más barato. Entonces resolvió que como él tiene algunos familiares y amigos en el exterior, iba a aprovechar la oferta para darles a todos una llamadita y reportarse. Hizo cuentas y hablar con España salía regalado, y a Estados Unidos aún mejor. Por fortuna recapacitó y decidió comunicarse primero para confirmar cómo es el cuento de las tarifas que ofrecen, y la vieja le dijo que en el comercial dicen las restricciones, y que la principal es que el cliente tiene que haber hablado como 300 minutos en el último mes para tener derecho a utilizar la promoción. El pobre tipo pudo haber quedado embarcado en una cuenta impagable. ¿Cómo no va a ser esa modalidad una sinvergüenzada?
Con regularidad sale en los periódicos del fin de semana una página llena de promociones de viajes a diferentes destinos, con unos precios que antojan a cualquiera. Usted hace cuentas y multiplica ese valor por dos, porque toca llevar a la mujer, y no ve la hora de que sea lunes para llamar a una agencia de viajes. Entonces allí la promotora le explica, con mucha sutileza, que debe advertirle algunos costos adicionales que van a subir un poco el valor del viaje.
Por ejemplo usted se antoja de ir a Punta Cana, en República Dominicana, y de lo primero que debe enterarse es que esa promoción tan atractiva es por solo tres noches y cuatro días, y en habitación cuádruple. Como ya hice ese curso, viajar un sábado para regresar el martes no vale la pena y entonces a pagar más para que la habitación sea doble y un buen billete por cada una de las noches adicionales, hasta completar las 7 de la semana. Segundo: ¿tienen pasaporte vigente? ¿no?; entonces a sacar el suyo y el de aquella; fotos, impuestos, etc. Luego hay que solicitar la visa, que incluye los trámites que hace la agencia, y siga sumando. ¿Tampoco tienen pasados judiciales?, bien pueda ir al DAS porque es requisito impajaritable.
Falta sumarle al valor del tiquete aéreo las tasas de aeropuerto, el sobrecargo del combustible ($60.000 si es nacional y 45 dólares internacional). El IVA: Nacional el 16% e internacional el 8%. Impuesto por salir del país unos 60 verdes cada uno, y de allá para acá es lo mismo; la bobadita de US$240. Sin tarjeta de seguro médico no pueden viajar y póngale que cueste unos 30 dolaretes por cabeza. Además, falta sumar el impuesto y el seguro hotelero. Y lleve de todo porque en el hotel no necesita ni un peso para comer y beber a gusto, pero si olvidó por ejemplo la crema dental, allá hay unos almacenes muy cucos, pero el tubo de pasta vale 8 o 10 de los verdes. Y la foto con dos guacamayas en la cabeza, otros 10. Y las propinas que reparte uno cuando está copetón.
En conclusión, cuando vea ese tipo de ofertas mire bien, porque siempre dice "a Punta Cana DESDE US$699". Y no se haga ilusiones hasta consultar en su agencia de viajes de confianza, porque con seguridad allá sí le van a advertir todas esas arandelas que los tramposos de marras omiten ante las narices de las autoridades, a quienes les importa un pito que engañen a la gente.
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