Con frecuencia me pregunto cómo
se comportarán los niños, adolescentes y jóvenes de ahora cuando medie el
siglo, porque serán los primeros que se criaron en un ambiente muy diferente a
lo conocido hasta ahora. Claro que a todas las generaciones nos ha tocado vivir
cambios en diferentes aspectos -cultural, tecnológico, social, religioso, etc.-,
pero lo que vemos en la actualidad promete reflejarse notoriamente en la forma
de ser y de comportarse de las personas. El sedentarismo causado por la tecnología,
que permite interactuar con los demás sin salir de la casa, deberá reflejarse
en el desarrollo físico y mental del individuo.
En las últimas décadas del siglo
pasado las mujeres empezaron a prepararse y a ingresar al mercado laboral, como
una forma de liberación y además para aportar al ingreso familiar, y desde
entonces muchos retoños han sido criados por las empleadas domésticas; llámese aya,
niñera, nodriza, institutriz o entrodera, se trata de una mujer que aplica las
normas y pautas que crea convenientes, las cuales seguro serán muy diferentes a
las que recibiría el niño bajo la tutela de los padres. Ella le dará gusto al
mocoso en todo, por facilismo y para conservar su empleo, por lo que el infante
se criará a boca qué querés, comerá solo lo que le provoque, no colaborará en
nada, será mal expresado, no sabrá comportarse en la mesa, tendrá pésimos
modales y demás detalles por el estilo.
Como ambos progenitores llegan
tarde del trabajo se derriten por demostrarle su amor al pequeño, lo llenan de
mimos y regalos, a ver si mitigan el remordimiento que sienten por no haberlo
visto durante todo el día; además, porque saben que el tiempo para disfrutar
con él será corto debido a que pronto será hora de dormir. Los niños son
manipuladores por naturaleza y en muchos hogares se hace lo que ellos dicen; esos
infantes crecen sin conocer límites, acostumbran desesperar a los adultos con
tal de alcanzar un objetivo y por ende desconocen el valor del dinero. Nunca reciben
un no como respuesta y muchas veces piden cosas con el único objeto de medirles
el aceite a los papás.
Se equivocan quienes piensan que
basta matricular al retoño en el mejor colegio y después en una universidad de
prestigio para que sea una persona íntegra y bien estructurada; sin duda desconocen
la diferencia entre educación y formación. Ni los mejores centros educativos ni
los profesores más prominentes podrán remplazar lo aprendido en el seno
familiar; ejemplo de los padres, enseñanzas, orden, sentido del deber,
disciplina, principios y educación en general. Quienes crecimos en familias
numerosas aprendimos de jerarquías, supimos defender nuestros derechos, tuvimos
con quien entretenernos y pasar buenos momentos, y con ellos mismos peleamos, competimos,
discutimos, conciliamos, rivalizamos, etc. Interactuar con la familia es muy
importante en la formación de los individuos, situación que tiende a
desaparecer gracias a que la tecnología se ha encargado de aislar a las
personas, quienes embebidas en sus dispositivos electrónicos viven desconectados
de la realidad.
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