Así le decimos a un problema que no
tiene solución a la vista y por lo tanto crece sin control hasta el día que
revienta y vuela ‘eme’ al zarzo. Son muchas razones por las cuales no puede
enderezarse el inconveniente, pero a la larga todo termina por ser un asunto de
dinero; y al no encontrar manera de salir del lío, la deuda crece sin control
porque en cuestiones económicas cada segundo cuesta. Les sucede a personas,
empresas y comercios, instituciones y a todo el que pertenezca a esta sociedad
capitalista y metalizada.
Mandatarios y demás funcionarios
que llegan a sus cargos por elección popular, y los nombrados a dedo también,
son dados a capotear ciertos inconvenientes que parecen muy difíciles de
solucionar, y con disimulo se los heredan a quienes les reciben el cargo; que
miren a ver cómo se defienden después. Y es que muchas de esas situaciones son
tan complicadas que a quién le meta el diente puede costarle el puesto, o al
menos le pasa factura por antipopular.
Preocupa que en nuestro país los gobernantes
deban enfrentar paros y huelgas en momentos coyunturales, cuando se ven
obligados a solucionar el problema a como dé lugar y eso los obliga a ceder
ante las pretensiones económicas de quienes protestan, negociaciones estas que
endeudan al erario por varias décadas en el futuro. Con todos los mandatarios
ha sucedido, pero el ejemplo más reciente es con el presidente Santos, a quien
le hicieron un paro los cafeteros y demás agricultores cuando faltaban dos
semanas para la reelección. A un candidato que depende de la popularidad para
ganar en las urnas y le cierran las carreteras, con lo que esto representa para
el país, no le queda sino bajarse los calzones y ceder ante las demandas de los
inconformes de turno.
Quienes hacen campaña para las
alcaldías tienen muchas ideas de cómo enfrentar situaciones tales como los
vendedores ambulantes o los moto taxistas, pero ya elegidos les dan largas a
esos asuntos porque saben que antes que encontrarles solución, los sacan tallados
de sus despachos. En las capitales y principales municipios existe el problema
de los vendedores ambulantes -con invasión del espacio público, desorden, piratería,
perjuicio a los comerciantes legales, etc.-, situación que se complica porque
al querer desalojarlos la gente se solidariza con ellos y obstaculizan el
accionar de la fuerza pública.
Mientras tanto la modalidad de
transportar pasajeros en motos y bicicletas se impuso en todos los rincones del
país y es una plaga a la que nadie quiere enfrentarse, por ser un servicio ágil
y barato que representa economía en el bolsillo del ciudadano de a pie.
Entonces los transportadores legales buscan mejorar sus condiciones y al no
encontrar respuesta de parte del gobierno, proceden a bloquear las principales
ciudades con el caos que ello representa.
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